
Pareciera que la tristeza irrumpe en el penúltimo sueño, justo en ese momento en el que pudiésemos vivir o dejarnos morir de hastío... Sí, la tristeza es necesaria para saberse pleno y alegre, así como la muerte es vital para saborear la vida, y a pesar de su innegable existencia le confiero como sólo un estado de ánimo, un estadio del alma. Ya que se puede estar triste más no ser triste, en cambio si se puede ser el infeliz más feliz sobre el único guijarro de la tierra... ¡Éso! Al igual que cualquier sensación se sirve sobre la mesa, y se parte con cuchillo o con los dedos y se traga licuada en vino tinto [siempre he creído que el merlot es excelente para el inicio de la servidumbre ante el corazón, como el chiraz es preciado para la borrachera que termina en llanto infinito e intoxicado]. Sí, la tristeza puede ser la melodía arrancada de los acordes del piano en una sonata inmemoriable por el amor perdido, o la lunada perdida, en que el lobriego corazón, remueve las arenas de la consciencia para permitirnos plantar la simiente de una nueva vida... Sí, la tristeza es necesaria, pero sólo como el inicio del duelo por algo perdido [puede ser hasta la cosificación de alguien]. Sí, la tristeza sólo es necesaria sólo como parte de la dieta para el alma...