
En noches como estas, de alquitrán y vino tinto o blanco, los poetas se consumen, se inventan artificios para no morirse solos... Yo creo ha de ser por esa rara enfermedad que padecen: la realidad siempre está envuelta de niebla y aunque se tallen los ojos no reparan en la verdad que los rodea. Tal vez por eso se inventan, se buscan como lobos bajo la luna llena, quieren hacer camada de las hojas repletas de glifos y de signos: palabras -ellos siempre aman las palabras-, letras rosas, oraciones teñidas de sangre, poemas grises para sobrevivirse, para no extrañarse... Los poetas siempre se visten de metáforas, lo hacen para no morir en el intento de seguir viviendo una realidad de duras penas, de culos aquilosados, de besos insatifechos, de adioses divinos, de sueños vueltos mierda... Esos son los poetas que desvelados corrigen el rumbo del mundo, deseando bajarse a la primera -eso siempre sucede a finales de mayo, ha de ser por las costelaciones que se repiten en esos días, año con año-. [Hoy le pedí a Dios que detuviera el mundo un segundo y me mando a la chingada, estaba ocupado salvando las almas de aquellos más desgraciados que yo]. Los poetas se tumban en silencio, y hasta hoy no saben si es para ver pasar la vida, para ser felices o para seguir tristeando mientras las sílfides y las musas se mudan a su mente en espera de encontrar casa -de antemano saben que van a pasar hambre, que a veces convivir con el artista es pasar de largo, que suelen ser imposibles y de tan profundos bastante vanos-. Pero que le vamos a hacer a ellas les gusta ser parte de la herejía y de lo profano, les gusta la locura, la apetencia, la piel perdida jugando a los dados, les gusta difuminar la cordura con los viejos pasteles de tonos dorados... Los poetas son desvelados, se agazapan tras la puerta cazando fantasmas de blanca piel y lunares en lugares equivocados, se esconden para salir de casa, se piensan y en un ataque de impaciencia desaparecen y te dejan vacías las manos -como nunca tienen algo, siempre obsequian la nada envuelta para regalo-. Por eso es que los poetas son verdaderos, siempre guerreros de batallas perdidas y de casos insolubles en el líquido de la razón, suelen ser testarudos, y corren el peligro de morir encerrados entre las pastas de viejos libros -con la modernidad algunos prefieren ser enterrados en el estuche de un compacto-. Ellos, los verdaderos son fieles amantes que rehuyen el contacto; tienen miedo de perderse y no encontrar su propia revolución - su camino a casa-; la mayor parte cree que su tierra es el cuerpo de una mujer -en su caso un hombre- hecho a la medida, hecho para ellos. Por eso es que son avaros y se tragan las palabras para no compartirlas y morir ahogados, asfixiados en el ir y venir de las olas de esta realidad que castiga su santuario... Por eso es que los poetas sólo escriben cuando están enamorados. Gracias a los poetas la esperanza se mantiene viva en este mundo de cagada, siempre lo hacen por uno -para ellos siempre dos es uno, uno sólo que respira y vive, uno sólo, es su número divino-. Siempre preguntan, siempre lo hacen mientras guardan silencio, siempre se lastiman para seguir sangrando -tienen miedo que se acabe la tinta para seguir escribiendo sobre su hado-. Los poetas son panaderos que prueban la masa como prueban el cuerpo del enamorado, siempre acostumbrados a la soledad lo dan todo sin pedir nada a cambio, y lo hacen por ellos -por los enamorados-. Los poetas siempre inventan un amor de contrabando, se llenan de frases mientras invocan la belleza de la bestia que los mantiene encadenados: y ya no saben si es su libertad o su imaginación; o ambos forman las esposas que los tiene maniatados... Los poetas son vampiros en la noche, siempre maman leche de la vida, de sus historias y legados; ellos siempre hacen preguntas oscuras, honestas y terminan adornando la verdad que a duras penas ven como realidad. Los poetas no se rinden, no se rinden, no se rinden; sólo abdican las espadas y leyendas y conjuran artificios para seguir vivos, con los ojos abiertos y esperando una oportunidad de hacer letras labios, letras manos, letras besos, oraciones caricia y poemas de ensueño realidades de pareja... Ellos nunca hacen nada por alguien más, siempre lo hacen por ellos mismos -tienen la esperanza de encontrarse y decirse lo que nunca se han dicho, de abrir el corazón en canal y juntarse y saberse y pensarse y verse y callarse y reinventarse-. Los poetas siempre buscan el amor de una vida, y no preguntan porque lo saben, lo intuyen, lo huelen... y una vez que lo encuentran no piden más, aunque les duela y les deje el alma partida. Ellos -los poetas- siempre se juegan el alma y la vida, no tienen zona de confort porque en su búsqueda siempre se olvidan: ellos siempre se olvidan, por eso crean y creen para que no se les vaya ella, -la vida-; y siempre siguen ahí aunque nunca encuentren la salida... ¡Lindas lunas para ti que sueñas!