¡Mira bien! Mira si la felicidad se escapa de tus manos... si somos sólo los peones de un juego, si somos la carne de cañón en una batalla donde el vencido es sólo, sólo el amor. Mira, estira tu brazo y señala el horizonte y verás los restos de otros. Sí, de los otros caídos con la cera derretida de sus alas; observa hacia el cielo y calla las centellas de la presión, verás plumas encantadas de aquellos, los otros que al igual que tú y yo decidieron volar en pos de un frágil sueño...
¡Mira bien! Ve los pasos perdidos de nuestra marcha, seguidos de los momentos y los segundos desvariados de la fiebre helada en nuestros cuerpos. Ve la nada como se traga todo, y tú y yo no tenemos nada que perder: sólo a nosotros.
Mira bien, si volando tras nuestro sueño te guardaste las palabras y los sentimientos, y yo atesoré el miedo, y a pesar de estar juntos nos guardamos de dentro del si de cada uno... y nos callamos para no hacernos daño; amordazando para siempre este amor de vía rápida, de contrastes... Mira bien, y dime qué ves -si es que el sol de esta vida diaria no ha secado tus ojos-. Mira bien y dime si lo que ves es aquello que sientes o es un reflejo más de esta realidad; ve bien y dime si soy yo lo que amas... Mira bien, que soy sólo un hombre acompañado de su niño.
Estira tu mano y dime si callando estás bien, si las barreras de tu independencia son necesarias, si los muros son parte de estas ruinas que hemos hecho los dos...
Dime si te juzgo si sólo invento si viene la razón oculta entre mis labios, como las verdades nos rodean hasta hacernos temblar, porque aquello que hoy vivimos no ha de regresar, no volverá ni igual ni de la misma manera... dime si vale la pena callar, si debemos seguir encerrados en el si de cada cual... dime si ves que me figuro que me amas, si soy el que te ama como desearías ser amada... ¡Mira bien que sólo hay punto de partida!