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miércoles, 29 de diciembre de 2010

Irremediable extraño



Es extraño desvanecerse como la sombra que dejan tus pies al caminar,
y fascinante caer flotando como las lágrimas que se derraman llenas de odio o de felicidad.
Alucinante es el espectro vislumbrando cada amanecer,
y sabido es: irremediable, el día volverá a nacer...

Y mientras sigue la noche me abrazo a las lunas caídas,
a los fantasmas perdidos guías de mis pasos;
a los cambios de vía y al enlace del último vagón.
Será la gracia noctámbula,
o cada latido de mi resquebrajado corazón,
que en su vigilia, se sienta a la orilla de estas calles tan vacías,
siempre repletas de candor.

Me recuerdo nada y lleno de todo,
salvaje, harto de pasión.
Evoco mientras olvido,
imploro por aquello que no soy.

Y pienso que es extraño,
no reflejarse en los espejos,
no saberse las arrugas,
no ser más viejo de lo que soy.

Y desvanecerse líquido entre los tiempos,
las eras y los años,
es mejor que saberme extraño a aquello que soy.

Caer despacio, flotando,
casi como suspiro
es más real que mi propia oscuridad,
es estar más cercano a esta endeble realidad:
Y pienso, y digo, y olvido,
y me acuerdo de la nada,
de la fragilidad del ser y la vacuidad.

Beso nada,
cojo todo,
acaricio esta infertilidad...
de vuelta y sin retorno,
de siempre lo mismo,
sea de aquí o allá,
sin sentido ni dirección,
perdido en los caminos de mi mente.
Beso todo
cojo nada
acaricio el mismo compromiso,
sea conmigo o con la vida
no importa si siempre va en círculos...
o de vez en cuando decide regresar.

Es extraño desvanecerse como sombra entre la ruinas de la noche
y cada mañana -irremediable- volver a empezar.

martes, 21 de diciembre de 2010

Incoherencias nocturnas (de lunas)



I
Frío de fondo,
y las miles de lunas que inventé
se mecen en su muy triste vuelo:
El universo es un desfiladero muy hondo.

II
Y quiero creer en el futuro del verbo duelo,
y saber sobre el deseo habitante de este mundo,
edificando países sobre los escombros,
de avenidas semen y te amos abandonados tras tus hombros.

Y quiero creer en tus dedos dibujando estelas de algodón,
sobre las caricias ruinas
de un tiempo pasado siempre fue mejor,
te quiero ver descolgando lunas
mientras besas inquieta tu acepción de libertad,
quiero ver el universo que creas sobre mi fragilidad.

III

Sólo quiero volver
los segundos de espera
de lunes a lunes,
para crear un paraíso,
de lunas tristes alzando el vuelo,
de ruinas de paso,
de caricias salpicadas de celo,
de bestias llenas de deseo
y llenar este abismo de negros sueños.


martes, 14 de diciembre de 2010

Puede ser posible...






¿Te besé los pies cansados de llevar el peso de tu cuerpo y el exceso del sino?
¿Me ahogué en el arenal cuándo más falta te hacía el tiempo?
¿A cada día, en cada mes no dibujé con mis dedos tus nuevas arrugas y memoricé tu piélago?
¿Te lloré sin más razón que tu pecho desnudo al amparo de mis cuidados?
¿Convertí tu cadera en el centro de mi universo?
¿Te asfixie de besos?
Cuando mi cuerpo cansado y lastimado, ¿te seguí llevando en mis brazos?
¿Me ausenté de sueños?
¿Me derretí oscuro, entre las sábanas y tus manos?
¿Me reí contigo y te llené de textos?
¿Me eché cama al lado, me guardé las ganas, me seguí de largo?
¿Llené tu vida de hastío, de odio y de vacío?
¿Seré la inanición y el hambre del amor no fraguado?
¿O sólo la pobreza, los días aciagos?
¿Será que el amor es la causa y nosotros los indefensos?
¿O será que el amor es el efecto de la causa: nosotros seres imperfectos?


Puede ser posible...
del tiempo
del hombre y la mujer
del amor
de la causa y el efecto.

Puede ser posible -que para cada cual- todo aquello que pasa es perfecto...

jueves, 18 de noviembre de 2010

Cubo de hielo 1

Sin tu cuerpo
mis caricias se congelan,
se me parten los labios,
mis latidos se hielan...

Sin mi,
simple y sencillamente,
la vida,
¡la pinche vida es una heladera!

Muñecos en la nieve

¡Cuánto frío!
Vacío y lúgubre...

Si la esperanza fuera un cristal de esos que caen en copos de nieve
ni tu ni yo nos salvaríamos
ni aún estando a la intemperie.

¡Cuánto frío!
Y sólo se va quedando el desierto soleado,
sin los cristales que la esperanza tiene,
¡cuánto chingado frío!
Y apenas, a duras penas amanece.

miércoles, 27 de octubre de 2010

La caída del velo de manos del Dragón



El continente no puede existir en el contenido, ya que dos objetos no pueden ocupar el mismo espacio en el mismo tiempo… vgr. El todo no puede estar contenido en la nada, puesto que es el continente, sin embargo, el todo para ser un absoluto permite la existencia de la nada en sus entrañas”.

Fragmento de la insoportable necedad del Ser Supremo
de Fernando Lucci

Jesús sube corriendo las escaleras del edificio. Sabe que el tiempo, a veces, es la cortedad de la existencia. Pisada tras pisada marchan los segundos y con ellos se esfuma la posibilidad de encontrar a Magdalena viva. Se sujeta del barandal para tomar impulso y cubrir el mayor número de escalones con cada zancada mientras su gabardina golpetea tras sus piernas.

No sabe cómo pero se vio inmerso en este torbellino de acontecimientos:
¡Ring! ¡Ring! ¡Ring! Las cuatro de la mañana se preguntaba quién podía marcar a esa hora, desde que había dejado su trabajo de detective de homicidios en la PGR el teléfono sólo sonaba con la solicitud de una cita para alguno de sus pacientes. ¡Ring! ¡Ring! ¡Ring! Psicólogo especializado en criminalística, ahora atendía a personas con algún desorden emocional. ¡Ring! ¡Ring! ¡Ring!:
— Bueno… capitán Y. Ova… pero… ¡dos millones de pesos! Voy para allá.
Se levantó ante la mirada dormibunda de María que se encendía con el reflejo de las lucecitas de la última pantalla que compraron en el mercado de artesanías de Buenavista, junto al tianguis del Chopo.
— ¿A dónde vas? —preguntó molesta— ¿no es demasiado tarde?
— Es qué —titubea— voy a hacer un trabajo para la PGR.
Sin más María se revuelve en las sábanas, sabe que Jesús no le dirá nada, es el acuerdo que tienen de hace siete años que viven juntos. Él jamás le contará algo.

Se presentó en el SEMEFO, sus viejos compañeros improvisaron en el penthouse una oficina con la pared repleta de fotografías de los últimos asesinatos:
— Estamos preocupados, Jesús—afirma el capitán Y. Ova rascándose la cabeza— nunca habíamos visto crímenes tan brutales y tan bien estructurados.
— Explíqueme con más detalle —contesta Jesús mientras saca un delicado del bolsillo derecho de su gabardina negra—.
— Creo que las fotos hablan por si solas.
El Capitán hace una seña y se acerca Gabriel para guiarlo frente a la pared del primer homicidio. Jesús observa con detalle cada una de las impresiones. La primera serie muestra a un individuo en hinojos, clavado al piso con una varilla, las manos atadas al frente, entre los dientes, un libro sostenido por cinta canela y en el pecho clavado un letrero de madera en el que se puede leer: “Yo soy el mensaje”. Frente a él, la estatua de un ángel con las alas abiertas y, que con su mano derecha reconforta a una monja, de hábitos blancos con un cordero bordado a la altura del pecho, y cuyo rostro se ve iluminado por una sensación de paz que ni el rigor mortis pudo borrar, en su mano izquierda, el ángel, blande una espada metálica de hoja reluciente que traspasa por la espalda a una mujer de suave belleza, cabello negro, sus senos blancos y pubis tupido al descubierto y, cubriendo sus torneadas piernas unas medias negras caladas. En la pared se pueden leer un mensaje escrito con sangre: “El tiempo está cercaVengo pronto. Amen”.

Jesús aspira el humo de su delicado, pensativo atiende a Gabriel:
— El difunto es Juan Martus, trabajador de Correos Mexicanos, soltero, sin hijos ni familia que reclame su cuerpo. La monja es Sor Virgina, de la orden de la Encarnación, acababa de hacer sus votos y, la mujer desnuda es Desire, una prostituta de las más caras y solicitadas…
— Y tú ¿cómo sabes? —interrumpe en tono burlón, Jesús—.
— ¡Cagum, cagum! —sonrojado Gabriel continúa— el vínculo entre los tres es que vivían en la calle de Las cruces, cerca del Ex convento de la Merced.
— Esto es de lo más raro.
Jesús deja caer la colilla de su delicado al piso. La apaga con la punta de sus zapatos flexi negros, pulcramente voleados y que combinan a la perfección con sus pantalones a pinzas negros y la playera blanca de cuello alto: nunca ha olvidado sus años en el seminario de Panzacola en Tlaxcala.

— ¿Y el segundo crimen?
— Es el del lado derecho de la pared: Mataron al “Colorado”, el lenón más conocido de la zona centro, lo encontraron en la silla de su despacho con un balazo en la cabeza —extrañado, Gabriel hace una pausa y toma unas copias del escritorio más cercano— lo raro es que se encontraron las cartas de propiedad de sus congales en un fólder con una carta de cesión de derechos para diversas asociaciones civiles y órdenes eclesiásticas.
Jesús toma las copias de manos de Gabriel y les da una ojeada:
— Parece cómo si hubiese querido limpiar su conciencia, ¿y su dinero?
— Lo dejó todo a la Asociación nacional de Sexo Servidoras con la única condición de que se crearan fuentes de empleo para las “muchachas”.
— Raros son los caminos del Señor, parece más un suicidio que un asesinato…
Gabriel señala la última foto:
— En la pared estaba escrito “…he aquí una puerta abierta al cielosube acá y yo te mostraré las cosas que sucederán…”
— Naturalmente la sangre es del “Colorado”.
— Así es.
Se acerca el capitán Y. Ova con una tasa de café que humea cual espeso pensamiento apoderándose de su simiente:
— Ahora entiendes por qué te llamamos, ni modo mi hermano tu reputación te precede desde el caso de “La flama eterna” o el de "El Asesino de Playa Pannuchis" y mi propuesta sigue en pie ¡dos millones de volovanes si encuentras al asesino!
— Lo que no entiendo es ¿cuál es la premura? No están cerrando la información y no han hablado con los reporteros de la fuente, ¿o es qué no quieren dar el chayo, cómo siempre?
— Lo que pasa es que la información de mañana no se puede parar, ¡es una bomba!
— No entiendo —dice Jesús consternado y temeroso de lo que va a escuchar—.
— Traigan las fotos —ordena el capitán Y. Ova—.
Llega corriendo Sa K. Hiel con una carpeta y extiende la mano. Al revisar la carpeta, Jesús, no puede creer lo que está viendo: en el mar, sobre una plancha de madera, se encuentra empalado y decapitado un hombre, con un letrero en el pecho y con siete cabezas cosidas a su cuerpo y encima de cada una de ellas un cuerno.
Las cabezas eran de gente reconocida y de diferentes ámbitos de la vida de este México moderno: Calderón, Obrador, S. Pliego, Rivera, A. Jean, G. Pascoe, M. Sarquis.
— El cuerpo ¿de quién es? —Jesús cuestiona entendiendo la magnitud del problema en sus manos—.
— Es del rey de la droga: Luis A. Carmelo. Teníamos años tras él y alguien ya nos hizo el favorcito —responde el Capitán— ¿aceptas el caso?

Continuará... Someday

miércoles, 20 de octubre de 2010

Sueño 4 (Alucine bajo el influjo de la vista de tus senos)

Los casos y sucesos fortuitos están lejos de mi entendimiento
y las causalidades siempre me vuelven loco,
es como la poesía y las letras -aderezan con sus señas mi horizonte-,
y entiendo el placer que te producen los trenes
su caminar, deslizándose sobre las vías,
su mapa trazado en vigas de metal,
su realidad a ultranza,
guardada con celo entre los verdes valles y los cielos azules y grises
-como flor entre las hojas de un libro-.

La avidez que altera su existencia con la vista de su próxima visita,
el sonido de su corazón atado a sus pasos nunca es fortuito,
siempre tiene un lugar a dónde llegar,
uno de dónde proviene.

Mmm! Lleva la vida a cuestas,
en cuarto de máquinas,
en vagones de carga,
en el salón comedor y de diversión.

Lleva el amor oculto en las maletas y las solapas,
las miradas perdidas en los cristales,
la sonrisa metida entre las piernas...

¡Y todo por un boleto!

Y sólo hay que comprarlo... y aferrarse a llegar al final del camino...

Un tren siempre tiene un final:
final completo,
de puntos intermedios,
de bienvenida despedida o de entronque con la vida
¿Será que Dios es el Guarda agujas? -No mames, ¡Fue una invención de Arreola!-

¿Ya sé porque te gustan los trenes?
Porque la única forma de llegar al destino es evitar las bajadas...



Lugar reservado para tu foto
Lugar reservado para tu foto
Lugar reservado para tu foto
 
Pon tu foto aquí

miércoles, 6 de octubre de 2010

Sueño 3 (Incompleto)

Trato y me desvanezco, así como se esfuma el día al amparo de la noche, que sin ti se ha vuelto vacío... Mis penas y mis días ya no son pretexto, mis vidas se transforman paralelas y siempre me dejan "bicho", desasosegado y melancólico, me dejan vaso sin líquido, loco, tuerto sin tu imagen y beso sin tus labios...
Ya no hay nada ni silencio, que si te amo es porque vuelvo torpe y cansado, maltrecho y con el rostro descompuesto, de payaso sin tu risa, de mundo sin tu hemisferio: dulce cartografía de los años que pasados se vuelven venideros.
No hay algo que se musite y descomponga entre los dientes, no hay susurros ni murmullos, sólo gritos ahogados de los sentimientos -que en forma de coágulos- me tapan el corazón y atrofian mi hipotálamo... ¡Cuánto devenir! ¡Cuántos bocetos y ninguna tinta agua de tu sangre embalsamada con las sales de mi cuerpo! ¿Cuánto espacio y cuánto vacío? Y no te tengo enfrente para corresponder con la fuerza de mis brazos tu te amo vaciado, desahogado... Y puede ser otro que no yo... sin embargo, me callo lo demás y te digo que...

martes, 5 de octubre de 2010

Sueño 2

Guardé en mi mochila:
tu voz,
mis ganas,
el deseo
y la cama.

Pero al momento de emprender el viaje,
como siempre,
cobarde se me escapa el alma...

Sueño 1

Anoche
me acerqué a tu cuerpo desnudo,
con mis tímidas manos,
mis labios trémolos,
y  mis cansados ojos hechos nudo.

De besos,
caricias y orgasmos,
no era yo,
era otro que aprovechando mi brújula se perdía en tu mundo.

Capítulo 5.- Diario de un antropófago

— No hay justificación, lo sé. Cada una de mis acciones repercute en el espacio y en el tiempo determinado de alguien más, pregúntate qué pasaría si de pronto desaparecieras, ¿acaso no todo tu mundo se iría a la chingada?


Le digo mientras le veo con los brazos extendidos en forma de cruz, colgando casi del techo, y sus pies clavados uno sobre otro dejaban escapar los pasos abandonados al polvorín del camino de su vida, ¿cuántas marchas había dado para llegar a colocarse su corona de espinas y dejarse perforar el costado? ¿Cuántas travesías inconclusas y parajes varados de insólitas circunstancias? ¿Habrá paraísos abandonados que sus cabos no hayan enredado con sus múltiples formas y nombres?

— Oye a la noche hostigando la endeble armonía de la ciudad. Si pegas el oído tras el vidrio puedes escuchar el sigilo de los gritos, sonidos de horror y necesidad, aullidos de lujuria y perversión, ecos de la graciosa escapada que hace la vida de entre nuestros brazos para blandir sus hermosas alas: ¿Pensaste alguna vez que todo lo que soñaste terminaría de esta manera? ¿Somos en semejanza la imagen de tus más profundos anhelos? ¿Y este albedrío fue un regalo tuyo o de tu eterno amante? Aquel formado de tu costilla etérea y traído a la vida por tu misma sangre, tu hálito…

Mientras te veo, miro en ti mis instintos, aquellos los sublimes y los otros, los más bajos, los más ruines: y me pregunto en cuál parte habita la deidad que hay en mi, si de verdad proviene de ti este apego al nirvana o lo he ido devorando de cada uno de mis congéneres, ¿será acaso que al deglutirlos entra en mi sistema su parte correspondiente de este gran misterio en el cual te envuelves?

— Sientes el mundo atrapado en tu concepto, y rozas tu existencia encerrada entre las paredes de hueso y carne “de estos tus hijos”. ¿No es nuestro piélago la más dulce envoltura envenenada y la ristra que te ata, te funde al destino que tu mismo nos creaste? Este es tu concepto de libertad, vivir para morir encerrados durante toda una eternidad en el otro. Y esa otredad lleva cargando sobre su espalda la épica de nuestro viaje, ¿o porque compartimos la misión nos pertenecemos? Siente el latir de los edificios, fríos y llenos de cristales, harto de luz y de pasillos, de olores putrefactos, simbiontes a las acciones del ser humano que los habita en sus entrañas. ¿Escuchas el rechinar de las camas prestadas en los hoteles de paso? ¿No te eriza la piel saber que tu creatura se reproduce dentro de los confines de este, “tu gran experimento”? Sientes las vibraciones de la vida, pegando, luchando por encontrar su propio cauce y alejarse a cada golpe de su propia muerte. Mírame de frente, no vivo en el pecado y sin embargo, soy el ángel libertario de “mis hermanos” quien les lleva a la paz de la muerte y a tus brazos de padre olvidado.

Te analizo de pies a cabeza, de extremo a extremo, me acerco para probarte, a la vez que saco la lengua mis recuerdos se agolpan y siento la hostia mezclada con el sabor del vino y la sangre del dedo de aquel viejo sacerdote de cuando yo era niño, estiro mi apéndice para llegar a tus llagas, y después de esa vez cada que comulgaba mordía por dentro, mientras te recibía sangraban mis encías o la piel suave de mis cachetes, una vez me tiré a propósito de las escaleras de la sacristía, y solo, sólo me rompí el hocico, todos alabaron mi muestra de fe y yo disolvía tu cuerpo entre mis coágulos: ¡No es divino! Mi lengua se retuerce, tus llagas y tu cuerpo hoy son sólo el molde de plástico y la figura de yeso.

— Hueles el latir de aquellos viejos corazones rotos que formaron los caminos de la esperanza, ¿te imaginaste algún día que el hijo de un carpintero gobernaría el mundo? ¿Cada vez que asesino te devoro? ¿Es como si comiera mis palabras? ¿Y el amor? ¿Y la vida?

Epílogo
A la mañana siguiente apareció en los periódicos la noticia, compartiendo la de ocho, encontraron muerto a Salvador Pérez, sacerdote de la parroquia de La Preciosa Sangre de Cristo. Su cadáver fue encontrado crucificado en el altar de su parroquia, completamente desnudo le fueron extraídas las vísceras y descarnados los dedos dejando expuestas las falanges. En su caja toráxica fue encontrada la imagen de un cristo inmolado, era el viejo crucifijo de la sacristía. Pintado con sangre a grandes letras podía leerse:

Si desaparecieras ¿acaso no todo tu mundo se iría a la chingada?



martes, 24 de agosto de 2010

La culpa es de dos

La Culpa es de uno (un regalo)
por: Mario Benedetti

Quizá fue una hecatombe de esperanzas
un derrumbe de algun modo previsto
ah pero mi tristeza solo tuvo un sentido
todas mis intuiciones se asomaron
para verme sufrir
y por cierto me vieron
hasta aquí habia hecho y rehecho
mis trayectos contigo
hasta aquí habia apostado
a inventar la verdad
pero vos encontraste la manera
una manera tierna
y a la vez implacable
de desahuciar mi amor
con un solo pronostico lo quitaste
de los suburbios de tu vida posible
lo envolviste en nostalgias
lo cargaste por cuadras y cuadras
y despacito
sin que el aire nocturno lo advirtiera
ahi nomas lo dejaste
a solas con su suerte
que no es mucha
creo que tenes razon
la culpa es de uno cuando no enamora
y no de los pretextos
ni del tiempo
hace mucho muchisimo
que yo no me enfrentaba
como anoche al espejo
y fue implacable como vos
mas no fue tierno
ahora estoy solo
francamente
solo
siempre cuesta un poquito
empezar a sentirse desgraciado
antes de regresar
a mis lóbregos cuarteles de invierno
con los ojos bien secos
por si acaso
miro como te vas adentrando en la niebla
y empiezo a recordarte.



Bienvenido tu regalo, que si ha venido envuelto tal vez sea porque trae un moño rojo o uno azul, -de ese azul melancolía que tanto me gusta- y además es mío, pero tal vez no sólo mío que sin ti no existiría...
Te has puesto a pensar si hoy ambos existiríamos tal cual si no nos hubiesemos "no conocido", -y luego dicen que soy existencial-.
Caray que hubiera preferido ser de verdad tierno
y soñador
que hubiera preferido un guiño
o una mirada fija que no la suave y frágil desaparición en la que me he vuelto...
Ay, si tan sólo los colores fueran diferentes a los míos,
si la distancia fuera nada,
si antes fuera hoy
y mañana la paz de tus brazos...y no es que quiero que te enamores
para que si me olvidarías mañana
mejor sólo desearia ser tu lapso,
tu mirada,
la sal sobre tu cuerpo,
la ojiva de tu reacción,
y la acción que ya no hace...
pero somos tan tiernos y tan diferentes...
tan diferentes como extraños,
tan vastos
tan bastos,
tan nosotros enramados...
mil gracias que si es mío es porque se los ha robado a otro para dejarlo cual "bandida" en mi hojarasca y bajo mi armadura... ¡Se te extraña, amada extraña mía!

jueves, 19 de agosto de 2010

La caída del muro (el dolor de crecer)


Separo las cortinas de humo que cubren los cristales de mis clisos, mientras las respiraciones entrecortadas dejan volar mis pensamientos, frágiles como las viejas mariposas de alas plateadas que se perdieron en el tiempo de nosotros -cuando jóvenes, cuando viejos-. Recuerdas como nos desgarraba el dolor y el desamparo tendía nuestras camas con la colcha de un futuro caído como el muro que separaba el oriente de occidente. Bloque a bloque, los misiles -con veneno en la punta- se hicieron obsoletos, y nosotros estupefactos vimos como el mundo no paraba en su viaje -tal vez todavía guardaba bajo la manga "algo" con que sorprendernos-. Y el mundo dejó de ser frío... Se envolvió en la calidez de la plusvalía tecnicolor y los abrazos se reforzaron entre metales y billetes verdes; tendríamos que crecer y olvidar los "buenos" sueños de cambiar al mundo: nuestro mundo. Recuerdas como sonaban las entrañas de las guitarras distorsionadas y el vacío en nuestro estómago acompañaba con tonadas de desesperación el llanto por el dolor que provocaba vivir, y los momentos se desvanecían al tiempo que se escurrían por la larga cabellera que nos separaba de los demás, de aquellos que habían decidido entregar las espadas, los micrófonos y las baquetas: ¿Dónde quedó el odio que nos alimentaba y daba fuerzas para un sólo sueño? ¡Dónde!

Fue tan difícil despertar y vernos no tan diferentes, tan iguales a los demás, ¿quién diría que crecer fuera como un gusano deslizándose por debajo de la piel? ¿Quién diría que la sobriedad y las corbatas serían las armas para lograr nuestro futuro? ¡Por qué no mantenerse dormido para siempre! Por qué no soñar por siempre... Recuerdas, recuerdas, nuestras viejas camisas de franela o seda, y las botas negras -hoy grises de tanto polvo acumulado-, el corazón deshecho por la vigilia del amor -la inconsistencia de las caricias por los dedos torpes o los besos sellados con la sangre de nuestras palabras tragadas, de las mordidas rabiosas-. Todo se desmoronó y se expandió como el polvo blanco de las quimeras dentro de los souvenirs que hicimos de nuestros ideales.

Y al igual que los dinosaurios una parte de nosotros se extinguió, al acabar el frío -la glaciación-, y quedamos sin mayor cura que el recuerdo, la imagen de nosotros en el todo de la luna, sintiéndonos vivos y dejando al vuelo nuestros pensamientos transformados en mariposas de endebles alas, tragándonos el amor y el odio... Recuerdas esa sensación de libertad que sólo los ángeles de negras alas tienen... Recuerdas cuando no éramos la mitad de lo que hoy somos y teníamos menos que eso y sin embargo éramos más...


viernes, 11 de junio de 2010

Mi noche, delirio de invención


Hay noches enredadas, de vendajes, de vasallos, de agrias fauces, de labios sangrantes... pero siguen siendo noches. Cuántas putas y sus cristos redentores, cuántos animales y sus fieles domadoras... pero siguen siendo humanos... Tal vez ese es el secreto de las noches y los humanos: transformarse y seguir siendo herejes de su propio testamento.
A lo mejor esa es la esencia de la noche, tu noche, tú noche -es pronombrable transformarte cada que quiero que para eso te he inventado-, ese es el numen colorido: la metamorfosis del ser en noche y de noche los seres transformados en gruesas crisálidas chupa sangre, en mariposas sexuales de encajes multicolores, en dioses taciturnos -arrodillados sobre sus propios ritos-, en luciérnagas apagadas de tanto vacío, en farolas enfermas de tanta soledad. Te pregunto, ¿esa es la noche? ¿Eres tú, noche?
Por eso siempre empieza despacio el rictus de la sombra, para retocarse y enredarse los sujetadores, para aplanarse las transparencias y lamerse las botas en la última plegaria del día: ¡Qué venga la noche! ¡Qué venga ardida de tanta luz! ¡Qué venga y que se vengue! ¡Qué no deje piedra sobre piedra! Que se muerda los labios y se trague sus palabras... sigues siendo una enamorada -de la misma luna de siempre, de las colgantes estrellas, de sus pilares galaxias, de sus bóvedas celestes, de faisanes cometas de plumas ornamento... ¿Eres tú, noche la misma puta enamorada? Por eso te transformas, te crees doncella de virginal sonrisa, de letras sacrilegio y correrías escondidas bajo el angelus de tu civilizada historia -da lo mismo correr para esconderse que tocar la puerta, la acción es la misma-. ¿De quién puedes esconderte si eres la misma noche de siempre? Flagelada, amada, idolatrada, estúpidamente nocturna... ¿En que te convertirás hoy? En hada o lobo estepario, en paisaje o en susurro de plata que brinque el hastío de tu siempre estuario vacío, en dama o en la bestia que te aflige, o serás hombre casado yéndose de lenónidas y salvajes bacanales... ¡esa eres noche! La tatuada en el dolor de la vida, de esta mentira que a diario vivimos y nos amordaza... por eso te transformas noche, por eso cambias el vestuario y el escenario, por eso el uso del lenguaje y de la lengua, por eso te chupas las heridas para aparecer rejuvenecida al crepúsculo, de 20 centurias menos, de miles de besos abandonados a tus garras y a tu suerte... que sería de nosotros sin ti: noche, noche flaca, noche plata, crisálida abandonada, zurrón de los malditos y los poetas, esencia de los calientes y de las bellas, de las seductoras de caricias centella, de las que dejan colgar su cabello por la ventana, de las inteligentes y de las savias guardadas bajo piel, noche olorosa, perfumada en tu propio veneno, aguijón de muerte -de esta bella muerte-, que significa amanecer una vez más para esperar tu transformación, noche... mi noche, -mía que para eso te he inventado y te he llenado las manos de mis amores, aunque sean de lejanos inviernos-.

jueves, 27 de mayo de 2010

Capítulo 4.- Diario de un antropófago


-¡Muévase!

Grita el policía arrastrándome de los brazos y forcejeo para verla en el carmín violáceo que deja la sangre al oxidarse.

- ¡Qué te muevas hijos de la chingada!

Y acto reflejo deja caer su tolete repetidas veces, pero mis ojos no pueden cerrarse ante la imagen de ella, quieta y con la jeta salpicada de gotas escarlatas, que en sus hilos se confunden con el hilvanado, sobre su pecho, de su camisón antes blanco. Ella yace en hinojos sobre el piso y yo no puedo parpadear; mis fanales no ceden ni ante el vigor de cada golpe ni por el molimiento de mi carne. Verla, mientras me arrastra este policía hijo de puta me eriza, me prende, me excita. - ¡Te va a cargar la chingada! Sentía que la cabeza me iba a explotar y los labios hinchados, un madrazo más y no supe más de mí, el tolete me noqueó por completo.

Perdido entre las sombras recordaba mis días como gente normal, cuando necesitaba aquello que cualquiera necesita, evocaba cada momento de cuando era un hombre y no la bestia en que me he convertido, siempre insatisfecho, siempre con hambre y después de esa más hambre… parece ser que todo comenzó con esta soledad, de días grises y faltos de color, con tu olor impregnado a los muros de las calles que siempre recorro en esta hastiada ciudad. Así es como empiezan los momentos que dan pie a las notables circunstancias de la vida, a mareos cortos y pasos sin sentido, pasos unívocos, pasos solos que te conducen por el sendero hasta llevarte a la vorágine de este absurdo que significa estar vivo, ¡pinche soledad!

Sí esa, la de tragos amargos y oblaciones al deseo inconsciente de tu ausencia... Sí, de la falta de ti. Y es que todo inicia con el dolor de no tenerte, de levantarme y ver la nada desplegando su sueño ámbar, con al testa recargada en la almohada de al lado, en el lugar sobre el colchón que en otros días fue tuyo... Todo se sucede con las primeras lágrimas fragmentándose para llenar el hueco que dejas al partir y desaparecer a placer.

Lo cansado son los días, donde segundo a minuto se respira el olor de la vida –cotidiana, pero vida al fin-, y veo pasar a uno que otro enamorado con flores y la sonrisa idiota – en busca de compañía-. Y los envidio por tener la esperanza que yo abandoné a su suerte al filo de la azotea... Miro y miro a éstos que se besan, se toman de la mano para recorrer el sendero que ellos mismos van imaginando sin la certeza de un futuro venidero. Veo aquellos amorosos que se enfadan y rompen sus ritos en busca de hacer las cimientes de su nuevo templo, barrocos de las palabras, churriguerescos de los gestos y sonrisas cursis. A los más que se testerean sobre las ropas, aguijoneando con el veneno de la lujuria la piel bajo los encajes, algodones y trasparencias, esos que blanden las palmas incitando el deseo con la huella de los dedos, partidarios de la eterna búsqueda del paraíso y la pequeña muerte, mientras yo camino con el aviso de la mía colgando de la espalda.

Mi muerte, mi muerte, mi muerte…En mi inconsciencia deseo despertar y el sabor de mis fluidos y mi plasma coagulado en mi garganta me reconfortan. Quisiera recordar a través del mensaje de la sangre cuando fue la primera vez que comenzó todo, cuando decidí que el ser humano es la cura para la soledad… no recuerdo qué me incitó a aliviar el terror al vacío alimentándome de los otros, tragándomelos… no se bien si era miedo o pánico, lo que sí sé es que el terror son las noches cuando a mis 13,333 días; 5 meses; 16 horas; 50 minutos y 44 segundos momentos de vida me descubro abandonado bajo las sábanas, tocándome como perro desencadenado, e implorando –a un Dios que no he conocido en toda mi existencia-, por la textura de tu piel, el sabor de tus labios, la humedad y lo profundo de tu oquedad; del nido que hizo la existencia entre tus piernas llenando cada hendedura encarnada de mi biografía. Por eso me deslizo al limbo de la soledad cuando desapareces y el vacío llena cada una de las expectativas y se hace la sustancia de mi mundo físico. Sí, de ésta, que me mantiene vivo, al menos por hoy.

Escucho en mi inconsciencia:

-Yo no lo quería matar, no quería, sólo me defendía –vociferaba la mujer llena de miedo, harta de todo-, le pedí mil veces que ya no pegara, se lo supliqué llorando, igual, así como me ve, es que, es que, yo de verdad lo amaba, pero el muy puto siempre me pegaba, y más ahora que estoy embarazada. Yo sólo le dejé ir el cuchillo hasta que dejo de moverse, vea usted en los libros hay un acta, no era la primera vez que me pegaba.

- ¡Está bien, mi reina, lo que tu digas! –gritó el MP- Y a ese güey que estaba espiando por la ventana, despiértenlo y déjenlo ir

Y día tras día cual devenir concéntrico sucede lo mismo, y en este estado de extrañeza -de ti, de ti, de nosotros-, me he llenado de un vacío enorme: la vacuidad habita lo mismo que Dios en mis entrañas... Y así es como comienza todo, en el arte estúpido de evocar sin un sentido exacto, sin un límite, sin ti...

Así comienza todo, sin saber si te amo más que a esta nada que llena mis vigilias nocturnas... Hoy ya no sé si vivo por mi, por tu existencia o por esta puta soledad de cagada... Y así comienza todo...

martes, 11 de mayo de 2010

Capítulo 3.- Diario de un antropófago


Sólo la veo pasar con sus facciones finas y su cuerpo irradiando tentación, camina despreocupada, con su cabello rozándole la espalda. Escucho el ir y venir de sus tacones golpeando el piso: ¡taz! ¡Taz! ¡Clac! Se mueve como una serpiente, se mueve zigzagueante, reptante, esperando el momento para seducir a cualquier incauto con sus encantos de mujer altamente sensual -su sexualidad desborda y es inversamente proporcional a su estatura-. Su cabello encarnado y ondulado, su cuello fino predispuesto a trazar sobre su tórax -desafiando a la gravedad- un perfecto par de tetas -que en días-, se esculpen al roce de sus manos, cuando descuidada en la monotonía, las carga con la palma de la mano sin otro fin que la cachondería o el acomodo de su sostén. Cuántas veces la he observado pararse frente al muro o a la orilla de su escritorio, apurada, balanceando su cadera adelante y atrás para alcanzar algo sobre la repisa, o cualquier cosa en el estante. Estoy seguro que mis brazos podrían cerrarse alrededor de su cintura sin ningún obstáculo, y mis dedos podrían hurgar sobre su vientre hasta alcanzarle su entrepierna, mientras las yemas sedientas, enredadas en la yerbera de su pubis, abrirían sus fauces para beber del manantial de su oquedad.

¿Cuántas veces me he tragado mis palabras queriendo hablarle? Sólo la veo venir y se forma una barricada en la garganta con el ¡hola! ¿Cómo has estado? Miles de saludos y ni una palabra se forma entre el espacio de la boca y mis labios... Por eso aquella, Lorena, la de Motolinia, terminó cediéndome sus palabras de poetiza desconocida, acalorada, llena del amor prófugo entre sus labios:

"Sí, entre tus labios
se teje el deseo y la vida,
con la seda de la letras mías,
con el áspero incubado de los cambios,
lejos de mis brazos,
cerca de aquellos que mueren por la carne y por tus senos,
mientras yo fallezco si te miento:
¿Cuánto deseo hay en mi cuerpo encerrado?
¿Cuánto deseo me provoca tu cuerpo enmarañado, tan osado, tan perfecto?"

Ella me mira estupefacta -no Lorena-, ésta, que se sabe deseada y perfuma con hormonas los pasillos de estos cuartos, ella, la caliente de sus años, la perfecta sombra de la lujuria encadenada con la ristra de sus sensaciones y sus anhelos. Dejé el poema sobre su Laptop pidiéndole esperara tras la salida, le firmé como un sincero admirador. Acompañé el escrito con un dulce en forma de corazón relleno de coolie de fresa...
Mientras el día proseguía, en su curso, le miraba expectante, tratando de descifrar en los ojos o en los movimientos de sus compañeros, algún rasgo de nerviosismo que les delatara, pero nada. Yo no me inmutaba ni por un segundo, pero siempre que podía le observaba desnudándole con la mente, me sabía los pliegues de cuerpo, las cicatrices de su infancia marcando las rodillas, los pequeños grumos de grasa bajo nalga por el paso de la edad, el vello crespo alrededor de su vulva, sus pezones redondos y bien formados cual corolas de las flores de ornato más bellas y de fragantes tintes.
En un descuido me escondí bajo el escritorio, y esperé pacientemente a que uno a otro, todos menos ella, fueran desapareciendo de la oficina. Cuando decidí salir, escuché abrirse la puerta de la oficina:
- ¿Eres tú? -preguntó azorada, mientras su cabello caía lentamente sobre su pecho.
- Sí.
De puntillas, con los brazos haciendo círculo se colgó del cuello, y sin dejar aliento en las palabras se fundió en un beso prolongado, que en su existencia le aceleraba el corazón y a mi la respiración. Sus manos fueron relajándose hasta volverse una caricia sobre el cuerpo, su cintura y sus nalgas se vieron invadidas por el tacto, en la búsqueda consciente de alcanzarse la mitad de ella... mujer prodigiosa de sangre hirviendo, pensamientos conversos en la herejía misma de la avidez y la lubricia. Podía ver sus botones blandir ensoberbecidos la bandera del amor carnal aconsejado por el diablo mismo, y a sus senos temblar en cada fuelle de oxígeno... Yo seguía agitado en mi respiración, mientras imaginaba cientos de palabras -aquellas que me había robado- sobre su cuerpo: éxtasis, seducción, hambre, pertenencia, cogedera, nido, amantes líquidos, ácidas palabras, necesidad. Cada una iban cayendo hasta adherirse a sus ropas o a su piel -adoraba los vellos sobre sus brazos-. Todo era perfecto hasta que irremediable una frase recorrió el camino desde su alma hasta salir por su garganta:

-¡Me encantas Pedro!

Todo había sido en vano... esperé paciente a que terminaran sus jugueteos enamorados... se despidieron fuera del elevador... Seguí sus pasos, silencioso le alcance fuera del coche y le clave un exacto en la base del cuello. Se desvaneció como los cerdos en el matadero...

Horas después el camino -que recorrieron las caricias sobre su cuerpo- permanecía pelado, sin pellejo. La luna se filtraba por los tragaluces de la orilla y yo disfrutaba el suave sabor de sus lisonjas, abandonadas sobre su piélago.

Él, Pedro, jamás llegaría a casa, no se aprendería de memoria las palabras -que tiernas-enamoran a las mujeres, las que llenan las hojas en blanco, con las que juegas el scrabble de la vida y de aquellas, numen de la permanencia del sentimiento a flor de piel... a ras de piel...

jueves, 6 de mayo de 2010

Capítulo 2.- Diario de un antropófago


Si tan sólo la noche guardara en su rincón secreto todos los momentos que incansables se agolpan en mi mente. Si la luna fuera en verdad el foco que alumbra las ideas y el sendero que ha de ser pisado... Si lo fuera... Pero no lo es, el golpe de lo vivido siempre es certero, y los recuerdos más...
Cuántas noches de vigilia alumbradas por las parafinas de la vida de aquellos de los cuales me he ido alimentando, no he dejado ni un resto, no he dejado algo, sólo la vela que prendo cada noche en honor al caído entre mis fauces. Y es un hecho, el hombre se alimenta del hombre para sobrevivir. Poco a poco se va uno tragando al otro hasta que no queda nada de aquel que fue, ni nosotros somos los mismos. Siguiendo al pie de la letra la leyenda absorbemos parte del alma mientras nuestros ácidos desprenden las proteínas de la carne deglutida: ¿Cuántos han caído para llenar este cuaderno de poesías?
Y es que las ideas se muerden mientras la substancia, el hito vital se va desprendiendo, cual espectro del cuerpo inherme, desvanecido, cargado de adrenalina en el murmullo silente de la muerte.
Me cuestiono incansable si es necesario matar a sangre fría a mis congéneres para apropiarme de sus ideas, pero esta maldita obsesión no me suelta, se metido en mis carnes como la púa que es. Maldita sensación de escribir mis letras con tinta sangre, con el sabor del miedo entre líneas, con el ocaso del ser humano en cada punto final, y el corazón latiendo perenne entre mis manos, chorreando el carmín que entinta el piso donde se halla el baúl de mis letras. ¿Quién eres tú para nombrarme si también tienes las manos llenas de letras y la marca de la estirpe del asesino? ¿No llenas tus cuadernos con las líneas de tus fechorías?
Cuántos rostros vuelan en el espacio de la noche, revoloteando en mi cabeza para llenar de vida mis personajes... lo sé, suena a locura... es una locura.
Recuerdo aquella mujer de blanco talante, casi transparente, platina diría yo. Caminaba apurada entre las jardineras de la calle de Motolinía, su negra cabellera golpeaba el vacío, mientras la luz de las farolas dejaba ver su rostro de facciones finas, que contornoeaban los detalles: su boca de labios anchos, encomiables, besables, rojos como la cereza procesada, casi olían al almibar y a la dulzura que sus palabras, encerradas entre sus dientes, eran capaces de ofrecer.
Caminaba apurada, moviendo la cadera de un lado a otro, sus nalgas se derretían en movimientos sensuales, y sus piernas torneadas ondulaban la bandera de una sexualidad satisfecha, ¡cogía delicioso esa era una realidad!

La vi acercarse... no sabía si enamorarme de ella, si hablarle de las cosas bellas de la vida, si dejar que mis manos torpes intentaran seducirla, si ofrecerle mi brazo, si matarla.

Tres horas después yacía sobre su cuerpo desnudo, sus tetas lechosas se bañaban con los hilos de sangre provocados por el desgarre de sus labios -llevaba un rato masticando un trozo de su belfo superior-. Quería arrancarle sus palabras dulces, para llenarle los oídos de amor... Mis manos tocaban su cuerpo, una y mil veces, deteniéndose en la sombra de su valle... Jamás he visto extrema blancura como en esa noche cuando la luz de la luna se reflejó sobre su cuerpo plata, casi transparente...

lunes, 3 de mayo de 2010

Capítulo 1.- Diario de un antropófago.


Hace tanto tiempo que he soñado con comerme la vida a cucharadas, a mordidas, en tacos o con cubiertos, pero siempre se escapa furtiva entre el vapor de las ollas sobre la hornaza, o se encoje entre las migas quemadas y los residuos de la hierbas de olor y el oleado olivo.

Hace tanto tiempo ya, que sólo la siento a través de los millones de olores que imagino, en las texturas y colores de las frutas en pleno invierno,en los sabores que recoge mi lengua mientras recorre vuelta atrás mis pasos, y se impregna de los momentos, que encadenados conforman la ristra de mis 13,870 días vividos...

Hace tanto tiempo ya que no le sé, que apenas parece fue ayer cuando la dejé escapar de su jaula de oro, fue un estúpido arranque libertario, ella quería extender las alas y sentir el golpe del aire de la noche sobre su faz: Era la vida que quería ir en pos de su propia vida. Y yo, existencial, a pesar de haberla criado para que engordará y pudiera comérmela el día de mi santo o de mi diablo, la dejé volar por sobre el infinito, siguiendo los brillos de la luna y las centellas rabiosas del angelus... Y es que yo sólo quería servírmela en un lindo plato de porcelana, con cubiertos de plata destrozarle las líneas dela carne hasta verle exudar sus jugos, chuparle la médula, y acompañarla con un buen vino afrutado de tintes briosos pero lleno de melancolía... Yo la dejé escapar...
Hace ya tantos años, que oculto mis canas tras los huesos de mamey que dejó mi abuelo sobre el buró, me disfrazo de gente respetable para que no sienta mis ansias de sangre y se acerque para que la pueda tomar, la engaño con los últimos olores de la perfumería para tenerla cerquita, para endulzarle el oído, recorrerle la piel. Quiero que me vea un poco más joven y tentador -hasta responsable-, para que se deje sobar los senos bajo la blusa, para tirarle de un jalón su bragas, mientras con los labios humedecidos, jadea, jadea y suda en su entrepierna... sólo para meterla despacio en mi cama, y lenguatearle el cuello y los pezones... lavarle el pubis a besos centrando su cadera entre mis brazos... ¡Hace tanto tiempo que me quiero coger a la vida!

Yo creo por eso me inventé la luna y su hermosa blancura, su conejo fértil, y el mar de su tranquilidad - que en cada orgasmo navego sobre la balsa de los recuerdos, de los No me olvides-. Por eso la inventé para provocar sus celos y las ganas de rabiar que siempre tiene, sí, ella -la vida-.
Si supiera cuánto le extraño -pero jamás se lo diré-, ni le buscaré hasta que no se siente a la orilla de la cama y reconozca la falta que le hace toda esta historia, que siembra el futuro por las noches con las palabras que le voy dejando en el camino, que a través de los celos ha aprendido el lenguaje del amor, no le diré nada hasta que sensual no me diga: ¡Cómeme!... Hace tantos años ya que dejé ir a la vida que parece fue el día de antes de ayer cuando juntos brincabamos la cerca del vecino para jugar a patear un balón, y soñar con viajar entre las constelaciones de alpha centaury para formar nuestro hogar en la esfera perfecta, en la esfera plateada.
Yo creo por eso me la quise comer, por celos porque quería fuera mía para siempre y dejará de ver el futuro con deseos y con ganas...

Hace ya tanto tiempo... que no sé ya si me la comería o de tanto desearla me la he terminado comiendo y la he dejado en puros huesos...

viernes, 30 de abril de 2010

Sólo maravillas en Nunca Jamás


Nadie es capaz de describir los conceptos como lo hacen mis manos sobre tu cuerpo, incapaces de prodigar caricias sólo saben redactar letras enfermas de soledad. Retoman y retoman mezclando el dolor con el alcohol destilado en el sudor abandonado sobre las sábanas de nuestra -casi nuestra- cama, y es que siempre bebemos para olvidar lo que hace vidas hemos dejado en el pasado... ¿Eres mía o sólo aparentas que lo eres?

Y es que no sé si sabes del vacío de los días, de los pensamientos aterradores y de las lunas opacas de abril, de la vigilia de las ideas, del desierto paraíso de los sentimientos: Del abismo que se abre entre tu torso y mis costillas.

Nadie es capaz de robarte los sonidos en pleno silencio como lo hacen mis letras. Nadie puede arroparte con ausencias, llenarte el corazón de palabras necias, sortilegios y hechizos. Nadie es capaz de dibujarte una luna con incertidumbres, con augurios pero siempre en el más profundo silencio, de ese que cala el alma, que hiela los huesos, todo sumido en la más profunda oscuridad, donde el negro es el mensaje de la luz... Nadie te puede pasmar sobre tus hombros, a horcajadas, de piernas abiertas, vestida o desnuda, nadie como lo hacen mis palabras... que si bien te saben nunca te han probado... Nadie te habla despacio entre lunas, nadie callado te habla, nadie te habla entre murmuraciones elucubrando el futuro, que si bien han pasado nunca ha sucedido... Nadie, si hasta tú has cambiado, por ser noche, por ser luna, por ser ella -cual generativo personalizado-. Todo va cambiando paso a paso, segundo a hora, caricia a letra, espacio a abrazo... silencio con olor a sexo de un amor cualquiera perdido en el pretérito fortuito, en el exilio de vidas, en el llanto de las quimeras. Todo cambia si hasta el vacío se ve repleto de silencios, de poemas idos... ¡Ay si todo cambia! Las noches se vuelven días y las lunas se van despegando del eterno cuaderno de dibujo que es el cielo... Por eso es que nadie se supone alguien en estas noches de letras, de vigilias, de estrellas y lunas en el agujero del conejo, en el nunca jamás... siempre, cual ángel vengador, cual ángel rojo.

jueves, 22 de abril de 2010

Colores a tu alma

Y te he adquirido un gran arco iris,

con centellas en sus doce colores,

no pienses si son pocos los derroches,

son para pintar tus días, tus noches.


Y cuando sientas ahogarte en dolor

en aquellos días negros o grises,

escoge de él y pinta con un color

esos adioses largos y muy tristes.


Sabe que la vida es simple y llana,

aunque se vea sombría y ajada,

se puede pintar rosa, azul o grana.


En cada tono existe una gama,

guarda siempre un crayón y muchas ganas,

para pintar de un color tu alma blanca.

May be


¿Piensas en mi?
si hay tiempo o no lo hay,
si despiertas o si vives en un sueño.

Será que nos desvanecemos tras los besos
y las palabras fugitivas que no decimos:
Sólo pensamos.
Será que sólo nos recordamos
en nuestro propio sin sentido.
Será que fuimos felices.

Será que nos pensamos en un futuro,
sin extender las manos para alcanzarnos,
mientras la vida se nos va de largo.

Será que no sabemos si hay un principio si hay un final.
Que somos historias,
estando sin estar.
O sólo es miedo de volver a empezar,
a salir de la conformidad...
Será que nos amamos sin amar.
¡Qué no entendemos nuestra realidad!

Será...
que todo esta en ti,
así tan simple...
como una caída lenta,
increíble,
que mata despacio sólo para volver a sanar...
Será que piensas en mi
si hay tiempo o si no lo hay.
Será que piensas en volver a empezar...

Pasos en círculo


Parece que todo aparece como aquello que sigue al acto ilusionista del mago cuando saca algo de su chistera... Y todo da vueltas alrededor de mi vida, y parece que espero algo, con aquella fe de los que creen sin ver y tocar... he intento seguir tras la pista de lo posible, siguiendo mis pasos -los pausados y los salvajes-, aquellos que con certeza llevan al desconcierto del retorno, al principio... Y corro tras ello, tratando de no volver la vista, y corro tras ello sin dirección, sin la convicción de respirar mis virtudes, mis defectos -aquello que me mantiene siempre tan vivo-, y sólo corro en círculos tras mis propios pasos seguido de mis fantasmas... Que al igual que yo buscan su lugar en esta tierra.

Mis fantasmas emergen de mi alrededor -como las siluetas por el reflejo de la luz de la luna-, siempre levitando entre el tiempo que no tenemos, el que perdemos y el que vivimos... Mis fantasmas flotan en el aire -como tu voz a través del teléfono-, que me dice: el dolor sólo es el compromiso de vivir y luchar por lo que deseamos, así es la vida; somos sólo por nuestras carencias, el vacío entre las manos, y la estúpida clasificación que hacemos de nuestros sentimientos en el intento por sanar el corazón roto que oxigena la sangre que nos da la vida... ¿Y tú encontraste un lugar en esta tierra? ¿Te fabricaste tu paraíso? ¿Acaso no existe un hueco entre los brazos? ¿No corres tras lo mismo que yo? Será que bajo la luna tus fantasmas y los míos se buscan para entrelazarse como hace tiempo que no lo hacemos, ¿extrañarán el olor de la piel que les da forma y continente?

Y siento que tu voz se diluye en este espacio, derritiendo las caricias ausentes de estas primaveras tan encogidas, tan llenas de ansia, tan huecas en días... Y tu voz que se escapa por el teléfono corre tras su propio sueño y su futuro, donde yo no tengo cabida... sólo mis fantasmas de gruesas letras y pares desordenados, que sin quererlo me dan la razón... A veces al amor hay que dejarlo dormir para que escape con vida de este abismo que le vamos cavando... tal vez se levante para correr sin dirección ni convicción y con ganas de llenar el hueco que hay en nuestros brazos... Hoy tan llenos de fantasmas e ilusas ilusiones que se cierran en círculos sobre sus pasos...

viernes, 16 de abril de 2010

Horizonte


La tierra no puede ser suficiente para los dos -si no lo es para la luna misma-, si aplaudimos los ríos de sangre y nos sostienen los aludes desplegados bajo el terruño de nuestro diario devenir, concéntrico y limitado al encuentro de nuestro cuerpo... Y no es que el amor lo sea todo, y no es que el sexo lo sea todo -y sin embargo lo es-.
La tierra no puede ser suficente para los dos si acostados sobre el continente nos buscamos en la fallas y horadamos los viejos cañones -donde alguna vez se juntaba el agua- para arrimarnos al amor que no hemos encontrado, mientras la vida se filtra bajo nosotros en los mantos frenéticos del pasado... Y no es que el amor lo sea todo.
La tierra no puede ser suficiente si no te bastan los troncos y las copas sobre los desfiladeros, si recorro las montañas a ciegas, en busca de la cueva de la vida, camino al fruto prohido -e invitado- oculto tras la hierba arómatica de tu entre pierna -acre, ácida, salina e inexorablemente dulce- y sólo encuentro desiertos abismos. Y no es que el sexo lo sea todo.
La tierra no puede ser suficiente si traslada en su eje y sobre su lomo infinidad de paisajes azules, bucólicos, fatuos, vorágines y desiertos... que cambian después de cada hibernación de nuestra vida misma -uno no se muere, sólo duerme esperando el momento en que, tras la glaciación, renace la vida-. No será suficiente si apenas ayer tú y yo no exístiamos sobre ella ni como esencia ni como idea.
La tierra no puede ser suficente para los dos si el viento no lleva tu nombre cruzando el espacio -aquel donde no estamos-, si el sol nos derrite bajo la piel ante la falta de caricias... Si las palabras salen sobrando y rebasan los márgenes de su continente -hace días que sólo miro hojas en blanco mientras las palabras corren, se agazapan, flotan, se abandonan, texturizan y disfrazan el mundo en su identidad secreta -la que inventamos en sueños solos, llenos de olvido, ahogados en el vacío existencial que produce esta lejana cercanía-.
Aseguro que la tierra no es suficiente para los dos si cada noche buscamos con ansia la luna para decirle: "No es que el amor lo sea todo, no es que el sexo sea todo... son lo único que mantiene vivo aquello que sólo muy solo escribo".

Miles de palabras


Te he de preguntar si bastan 20 mil palabras para olvidarse y convertirse en otro, para hacer los árboles de plástico y los peces de colores virtuales, para rellenar el hueco que hemos dejado en la tierra de tanto arar buscando muertos, inventando asesinatos y sembrando delatores de una verdad que no conocemos -lo peor- o que hemos inventado.
Serán suficientes veinte de a mil palabras para limpiar los oídos de la angustia que ensordece cuando joven, para rellenar la soledad que nos acompaña cuando adultos, para solventar la tristeza que queda cuando muertos -ya que el pedo no es morirse sino aceptar que se esta muerto-. ¿Lo serán?
Te lo pregunto porque tengo la boca seca de los besos que no han llegado, la piel áspera de las caricias perplejas bajo los rayos de la luna, la estúpida sonrisa que amanece cual sentencia de esta vida liviana y desgastada. Crees que veinte miles sean suficientes para bordar el libro que me espera resguardado por mi disco duro y su contraseña, serán de más o menos para hilvanar la trama y crear el desenlace que cual sentencia nos espera en este amor que lejos de construirse se atraganta para morir colgado con los huevos al aire -será que son tantas palabras que por eso se asfixia, y se mata y se provoca cual anorexico panfleto de quinta-.
¿Cuántas vidas son suficientes? ¿Cuántas? Y mientras invocamos las palabras en ensortijados sortilegios, la vida se va caminando osada, alevosa y llena de sueños rosas, dejando en el sendero oraciones blancas, versos azules y poemas de cuarta... ¿Cuántas palabras se necesitan para amlagamar los labios, sopesar el cuerpo mientras con la lengua limpiamos la piel de los orgasmos y las venidas? ¿Cuántas palabras bajan en forma de escarcha para ablandar las contingencias de la vida y hacernos volar en pos de sueños de un paraíso perdido y olvidado de los mapas? ¿Serán suficientes 20 mil? Te lo pregunto porque no lo sé, pero el teclado hierve entre las gotas carmines de mis medias lunas, y las gotas saladas de mi espesa tristeza... aquella por la vida? Son suficientes las dos decenas de miles de palabras que cual asesino en masa se divierte jugando con la vida mientras planea para los dos un futuro mejor lleno de momentos y segmentos, de amores mercantiles, de sensaciones trasbocado, del vino agrio de vivir callando... de respirar viviendo mientras la consciencia nos va hundiendo en un mar de tranquilas imposibilidades... ¿Son suficientes para decir un te amo momentaneo y que se vaya disolviendo en el ocaso de mis labios, en la mirada siempre fiel del espejo y entre los días de cada año venidero?
Te lo pregunto en silencio, a la vez que sin quererlo, sigo escribiendo, poema a letra, señuelo tras martillo, hoja en la hojarasca de un amor encontrado entre los mares de este limbo... de cada fuelle de oxígeno que irremediable se agolpa en los pulmones y nos mantiene vivos...
¿Crees que 20 mil palabras sean suficientes para servir de puente y salvarnos del abismo, para que pase el tiempo y la luna por fin, tras la noche agazapada, encuentre su destino no entre los hombres sino en aquel que está marcado por los designios divinos?

martes, 6 de abril de 2010

El sol bajo las sábanas


Dejo la vida en el buró, y ciego de deseo palpo entre las sábanas buscando a tientas los límites de tu cuerpo, guiándome por las texturas apócrifas de nuestro santo sudario... El colchón guarda en la memoria el peso del animal en que nos convertimos cuando la avidez recorre cada centímetro de nosotros... Somos la bestia de dos cabezas, de labios hinchados y miembros encadenados mientras las áspides entrelazadas -en las caderas- retozan inventando palabras de un viejo y abandonado diccionario... Somos la carne alada del espíritu indomable que cruza libre los laberintos y el abismo, asentado sobre los restos de ángeles perdidos, caídos en las búsqueda de su propio paraíso...

A cuarta de dedos, mido la espesura de tu aroma impregnado, de la fragancia de tu sexo que no olvido y que me he inventado -será porque extraño el sabor de tu vulva entre mis labios-. Inclinado hurgo entre las memorias que he sembrado mientras nos revolcamos sedientos y complacientes el uno con el otro, miro los frutos colgantes, lujuriosos, rojos, advenedizos al orgasmo que los llena de jugo -razón de más para jugar al paraíso-, de la savia que inadvertidos, vertimos gota a gota sobre el cadalso de la pequeña muerte que va y que viene.

Y la mirada se pierde en su propio corazón, destilando tus caricias llenas de sal... y el dulce sabor de la ausencia llena de recuerdos el mundo que hay bajo las sábanas... Y la luna colgante de cuarto de vida da paso a la luz de un nuevo día...

miércoles, 17 de marzo de 2010

Clara imaginativa


Anoche cavamos las entrañas de la tierra, las edades de mi vida y yo como un ente aparte. Cojimos las palas, arañamos el suelo en varios sentidos, levantamos polvo sobre polvo, desenterramos muertos -conocidos y olvidados, teñidos y abandonados-, sacamos piedras y precipicios, horadamos hasta salpicarnos de magma... y ni un rastro tuyo -nada-, ni el timbre de tu voz ni la fragancia de tu cuerpo ni las texturas de tu piélago: nada.

Por primera vez, extrañé tu luminiscencia prendiendo la noche de blanco, ningún día ha sido igual desde que hay un hueco en el firmamento, se ve ridículo: una oquedad en el espacio, y aunque está ahí teñida de negro, acompañada de cuerpos celestes, esa -la oquedad- no esta vacía. Conforme se apaga el sol en su infeliz día, llega la noche y con ella las aspiraciones que nacen de los corazones enamorados, de los torturados por su vientre abultado: preñados por las palabras de los amorosos, que si bien se arrastran en su soledad siguen escribiendo versos blancos del idilio, del corazón sangrante, del espejo vacuo, de la nostalgia de la otredad soñada, añorada -irremediablemente un cuarto o mitad de una naranja-. La paradoja: los abandonados y los ausentes aman -no sé qué- mientras los demás se aman...

Desde que desapareciste las noches no son las mismas, pero el amor no ha muerto, ahora es más oscuro es menos desviado, pero sigue intacto... ya no hay trenes que lleven directo al deseo, ya no hay vías camino a ninguna parte, ya no hay metáforas o hipérboles sembradas a lo largo del paisaje... sólo hay un hueco enorme en el manto estelar, tan lleno, repleto de vacío.

Parece que la locura se ha extinto, desde que tú no estás la vida es más cuerda, enmarcada en una incipiente lógica, que va de mano con un sólo destino: vivir. Antes, luchabamos por más, por sobrevivir a como de lugar, contra paradigmas y necedades, entablabamos la batalla contra nosotros mismos, mientras caíamos en partes: por el flanco izquierdo, las ideas; por el centro, los orgasmos; en la avanzada, las caricias convexas, derretidas, transmutadas, disueltas... en la retaguardia, el deseo, de tus palabras, de tus señuelos, oculto por ti, ¡el deseo!, aquel de desearte, el que hay en la vida misma.

Cuántas noches hay sin ti, miles de pensamientos y de palabras aplastadas por el olvido... Te he dibujado en mi mente, desnuda soñolienta, cubierta de seda, de encajes, de algodones, de nimbos plateados, húmeda, deseosa, de suaves tercipelos, de caricias bandidos, de orgasmos cuatreros -de esos que se roban a mitad de la noche-. ¡Cuánto pinche deseo! ¿Cuánto? Ya no lo sé, porque aún en el exceso no puedo dejar de pensar en la voluptuosidad de tu cuerpo blanco, de mapas trazados para tesoros escondidos... Desde que no estás las noches son demasiado largas...

Por eso, anoche cavamos las entrañas de la tierra, las edades de mi vida y yo como un ente aparte. Cojimos las palas, arañamos el suelo en varios sentidos, levantamos polvo sobre polvo, desenterramos muertos -conocidos y olvidados, teñidos y abandonados-, sacamos piedras y precipicios, horadamos hasta salpicarnos de magma... y ni un rastro tuyo -nada-, ni el timbre de tu voz ni la fragancia de tu cuerpo ni las texturas de tu piélago: nada. Y es esa nada la que me hace pensar que sólo te inventé en mi mente, luna fugaz, luna escapada, luna fría, luna ausente, luna apagada...Mi luna inventada

Ilustraciones de Alma de Juguete por: Enrique Zaragoza

Este soy yo...

DE MI han dicho...Nació envuelto en la terrible sospecha del ser humano —él siempre quiso ser árbol, águila o imagen tras el espejo— un 13 de diciembre de 1972, en la ciudad más avasallante y más hermosa del mundo: el Distrito Federal.Desde pequeño creció con lunas en los dedos e ideas itinerantes colgando del cabello, ávido lector de tiras cómicas y de cuentos infantiles permitió a los seres mágicos, divinos y leviatanes arrullarse en su cama tras el profundo canto de las sirenas.Creció, y mientras decidía que hacer de su vida, en cada luna llena besaba las almohadas imaginando al amor de su vida. Por fin, una mañana decidió estudiar derecho, algo que le salió muy chueco porque abandonó la carrera para estudiar periodismo, dando por concluidos tales estudios en el PART, a la vez que rocanroleaba como oso en brama tras una batería.Años más tarde decidió llevar la música en sus adentros y trabajo como negro en la redacción del departamento de cultura de Radio Educación (de vez en cuando se aventaba un palomazo como productor del programa “Su casa y otros viajes”), todo esto sucedía mientras estudiaba un diplomado de Literatura y Periodismo en Casa LAMM. Las letras —aún las de pago— siempre le han perseguido, al igual que la radio, por tanto, trabajo como productor de la serie “Impulso Humano” en Radio Universidad, no sin antes pasar por la Subdirección de Logística Informativa del GDF, algunas agencias de publicidad y la coordinación de medios de IH, A.C.Por fin, el 12 de noviembre del 2005, su destino le alcanzó y se puso a escribir como secretaria ejecutiva después de una huelga, y dio a luz a varios chamacos, y con el único fin de darle de comer a su prole, actualmente se dedica al desarrollo de documentación administrativa para diferentes empresas y alguno que otro trabajo de producción en audio (es cierto, en México vivir de las letras, que no sean de pago, está de la China Hada).Por cierto, el nombre de sus chamacos son:* El eterno idilio entre las mariposas y las hormigas, 2007.* La caída de la luna, 2006. Noveleta rosa.* Alma de juguete (anhelos para el niño que nunca debiéramos olvidar), 2006. Cuentos ¿infantiles?* Egomanias y la Llantitos (cuento – lógia), 2006. Recopilación de 20 años de cuentos darkys y existenciales.La mayor parte de las veces me llaman ¡Hijo de la chingada! ¡o de tu madre!, bueno, la mía... aunque últimamente me he aficionado a ese término tan común y que sólo me sabe si proviene de sus labios y que juntos creemos es para toda la vida (chance y para algunas más).En fin, que de mi la gente puede decir todo y a la vez nada, tengo muchos nombres, lo cierto es que tengo buen corazón aunque lo disfrace de mil y un calamidades...

Rolas de la banda "Nívola_Cría Cuervos" (Quintanar/Vargas/ Cruz)