6 de agosto del 2005
Me encuentro en desorden, se vuelca la vida que no he podido vivir…a veces, siento que mis sueños se escapan de mis manos y me mata la nostalgia. ¿Dónde quedó la magia que movía cada uno de los días de mi existencia?
De la música me queda sólo ese afán compulsivo de coleccionar compactos, de tocar nada. Escribir es ahora un remilgo, una pausa eterna, es acomodar letras en el orden incomprensible de mi absurdo. Hace años que no lo hago. La radio se perdió, por más que mi creatividad se esfuerza, no brota de mis venas el embrujo correcto para hacer de las ondas de transmisión la cueva de mi razón y el motivo de mi trabajo.
La verdad es que deseo hacer algo pero mis karmas se rebelan y tiran con fuerza de la soga de mi cuello hasta desorbitarme los ojos…Las fuerzas que me mueven, salen a pasear con cada error que cometí, por evitar vivir en esta sociedad que me confunde.
Tanto me embrolla, que destrozo mis manos con el espejo porque siempre he deseado conocer mis demonios (al menos lo que la sociedad llama demonios) y nada. Me encantaría verlos para vestirlos de peluche y ponerlos en la repisa de mi cuarto.
Los he buscado pero no los encuentro, juegan a las escondidas con cada historia de mi vida. Lo sé, porque he visto mi infancia corriendo por la sala de mi casa, intentando robar los dulces que están sobre la mesa de centro y a mis sueños mojados esconderse tras la tasa del baño… pero de mis demonios, nada. Por más que levanto los compactos, me asomo bajo la tele y hasta rasco la pared, no encuentro alguno para platicar con él.
Luego me muero de risa porque siempre he querido ponerle a alguno su traje de marinerito, comprarle un helado para ver como se bate la jeta… me vengaría de tantos años de búsqueda dándole un madrazo en la cabeza por cochino… ¡Ja, ja,ja! ¡Mi demonio jodido por marrano! ¡Ja, ja, ja!
Me preocupa en realidad que no estén rondando por ahí, allá, acullá o por acá… ¿y si…? No puedo imaginármelo…podría ir a la policía a decir:
— Cree usted, no encuentro a mis demonios, llevan una vida sin aparecer… creo que se los robaron— con mi cara compungida y mis ademanes de individuo sin demonios, lleno de angustia frente al MP.
— ¡Métanlo a la cárcel por mamón! Y háblenle al loquero— grita el MP enfurecido, con los bigotes chorreados, mal encarado y con su traje reluciente, de seguro lo planchó en casa con una Koblenz.
Y me llevarían con las manos esposadas hasta el cuarto que esta atrás de los separos para darme unos chingadazos. ¡Sí, me los ganaría por loco y por mamón!
Pero, de veras hay que estar pendejo ¿quién se robaría mis demonios?...
De seguro se los robaron para venderlos. ¡Ay, me robaron! ¡Me robaron!... ¡Cómo no se me ocurrió antes! Pero, ¿cuánto valdrán los demonios? Ya me imagino:
— ¡Pásele, pásele! ¡Aquí están sus demonios llévelos chiquitos, medianos o grandes!… se adaptan a su vida, los puede personalizar… ¡lleveloooos! ¡Llévelos! Son de a 2 por...
—¿Cuánto, cuánto valen unos demonios? No sé a cómo se venderían, pero de que debe haber oferta ¡debe haber oferta!
¿Y si los secuestraron? ¿Si piden rescate por ellos? Está bien que los quiera conocer pero eso de dar un centavo por ellos, ¡nada! Bastante tengo con querer comprarles sus vestidos de peluche. ¡Nada, ni una lana por ellos!
Es más pondría un anuncio en el periódico:
“Señores secuestradores de demonios, no se hagan ilusiones no pagaré por mis demonios. Total, si tanto les gustaron quédense con ellos.
Atentamente
Don sin demonios. Por cierto, ¡chinguen a su madre por secuestradores!”
Se me hace raro que no salgan, algunas personas dicen que están en el closet, por lo que asumo que son medio mmm… que se les da la jotería, pues… ¡a parte de demonios, puñales! Ya me los imagino:
— ¿Me quieres demonio? —con las manos entrelazadas.
— No, te toca a tí decírmelo —parando la trompita.
— ¡Eres una perrrra!
— ¡Qué le ves a esa! ¡Mejor ve ésta! —señalando unos dedos abajo del ombligo y con las uñas pintadas. ¡Ja, ja, ja! ¡Demonios putines!
El caso es que nunca aparecen, ni cuando les hablo bonito. Ni modo, tal vez no los encuentre nunca, pero los estimo… Sea como sea, son mis demonios, ¿no?
Me encuentro en desorden, se vuelca la vida que no he podido vivir…a veces, siento que mis sueños se escapan de mis manos y me mata la nostalgia. ¿Dónde quedó la magia que movía cada uno de los días de mi existencia?
De la música me queda sólo ese afán compulsivo de coleccionar compactos, de tocar nada. Escribir es ahora un remilgo, una pausa eterna, es acomodar letras en el orden incomprensible de mi absurdo. Hace años que no lo hago. La radio se perdió, por más que mi creatividad se esfuerza, no brota de mis venas el embrujo correcto para hacer de las ondas de transmisión la cueva de mi razón y el motivo de mi trabajo.
La verdad es que deseo hacer algo pero mis karmas se rebelan y tiran con fuerza de la soga de mi cuello hasta desorbitarme los ojos…Las fuerzas que me mueven, salen a pasear con cada error que cometí, por evitar vivir en esta sociedad que me confunde.
Tanto me embrolla, que destrozo mis manos con el espejo porque siempre he deseado conocer mis demonios (al menos lo que la sociedad llama demonios) y nada. Me encantaría verlos para vestirlos de peluche y ponerlos en la repisa de mi cuarto.
Los he buscado pero no los encuentro, juegan a las escondidas con cada historia de mi vida. Lo sé, porque he visto mi infancia corriendo por la sala de mi casa, intentando robar los dulces que están sobre la mesa de centro y a mis sueños mojados esconderse tras la tasa del baño… pero de mis demonios, nada. Por más que levanto los compactos, me asomo bajo la tele y hasta rasco la pared, no encuentro alguno para platicar con él.
Luego me muero de risa porque siempre he querido ponerle a alguno su traje de marinerito, comprarle un helado para ver como se bate la jeta… me vengaría de tantos años de búsqueda dándole un madrazo en la cabeza por cochino… ¡Ja, ja,ja! ¡Mi demonio jodido por marrano! ¡Ja, ja, ja!
Me preocupa en realidad que no estén rondando por ahí, allá, acullá o por acá… ¿y si…? No puedo imaginármelo…podría ir a la policía a decir:
— Cree usted, no encuentro a mis demonios, llevan una vida sin aparecer… creo que se los robaron— con mi cara compungida y mis ademanes de individuo sin demonios, lleno de angustia frente al MP.
— ¡Métanlo a la cárcel por mamón! Y háblenle al loquero— grita el MP enfurecido, con los bigotes chorreados, mal encarado y con su traje reluciente, de seguro lo planchó en casa con una Koblenz.
Y me llevarían con las manos esposadas hasta el cuarto que esta atrás de los separos para darme unos chingadazos. ¡Sí, me los ganaría por loco y por mamón!
Pero, de veras hay que estar pendejo ¿quién se robaría mis demonios?...
De seguro se los robaron para venderlos. ¡Ay, me robaron! ¡Me robaron!... ¡Cómo no se me ocurrió antes! Pero, ¿cuánto valdrán los demonios? Ya me imagino:
— ¡Pásele, pásele! ¡Aquí están sus demonios llévelos chiquitos, medianos o grandes!… se adaptan a su vida, los puede personalizar… ¡lleveloooos! ¡Llévelos! Son de a 2 por...
—¿Cuánto, cuánto valen unos demonios? No sé a cómo se venderían, pero de que debe haber oferta ¡debe haber oferta!
¿Y si los secuestraron? ¿Si piden rescate por ellos? Está bien que los quiera conocer pero eso de dar un centavo por ellos, ¡nada! Bastante tengo con querer comprarles sus vestidos de peluche. ¡Nada, ni una lana por ellos!
Es más pondría un anuncio en el periódico:
“Señores secuestradores de demonios, no se hagan ilusiones no pagaré por mis demonios. Total, si tanto les gustaron quédense con ellos.
Atentamente
Don sin demonios. Por cierto, ¡chinguen a su madre por secuestradores!”
Se me hace raro que no salgan, algunas personas dicen que están en el closet, por lo que asumo que son medio mmm… que se les da la jotería, pues… ¡a parte de demonios, puñales! Ya me los imagino:
— ¿Me quieres demonio? —con las manos entrelazadas.
— No, te toca a tí decírmelo —parando la trompita.
— ¡Eres una perrrra!
— ¡Qué le ves a esa! ¡Mejor ve ésta! —señalando unos dedos abajo del ombligo y con las uñas pintadas. ¡Ja, ja, ja! ¡Demonios putines!
El caso es que nunca aparecen, ni cuando les hablo bonito. Ni modo, tal vez no los encuentre nunca, pero los estimo… Sea como sea, son mis demonios, ¿no?