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miércoles, 31 de julio de 2013

Los seres de cuento



¿Recuerdas cuando pintábamos corazones rosas sobre nuestras viejas armaduras de hojalata y corríamos como extraviados, sin ninguna dirección y sentido? Será que al igual que los seres de cuento de terror nos alimentábamos de la luz de la luna y sacábamos a nuestros monstruos a pasear, a que estiraran los pies y afilaran las uñas para su próxima aventura y el desayuno.

No, no creo que recuerdes las noches de luna llena, cuando mi alma se pasaba de largo y me abandonaba -como suele hacerlo-, estoy seguro que jamás me viste llorar y ahogarme en agua salada, estoy seguro, como que el mundo es adorable y sólo somos polvo y huesos, suspiros y recuerdos... ¡Recuerdas cuando tendíamos la ropa de nuestros miedos, y poníamos a blanquear las caricias de la noche anterior, -y es que los seres nocturnos sólo se ponen en celo por el influjo de los lúmenes lunares-! Y me emociona pensar que detrás de cada ser hay una historia agazapada, escondida y asomándose tras la osamenta; esperando el dulce de la palabra adecuada, de la mirada fulminante, del absurdo posible que solemos ser como humanos, como seres extraños, como criaturas... ¿sabes lo que es ser seducido por unas manos reconocidas? ¿Te sabes cuando las caricias tienen el gusto de miles de años, y de cientos de historias eslabonadas a la memoria de los genes? Parece imposible, pero lo es como contradictorio es el ser humano, y en su calidad de imposible admite la posibilidad de llenarse el olfato de miles parajes y lugares, de sendas y valles, montañas y deslaves que vienen adheridos sobre la piel, de los recuerdos tejidos y permeados en cada orificio del piélago reconocido. ¿Has besado los labios de las miles de apariciones que solemos tener sobre la tierra en la búsqueda de la perfección absoluta? Cómo podría explicarte la carga si se filtra por las hendiduras de mi mano, justo como caen los versos perdidos en la boca de los amantes, ya disueltos de deseo, ya perdidos y casi muertos -insisto, que la esencia del beso está en su muerte súbita y su estertor en cada belfo-.

¿Recuerdas como se apagaba la vida de cada ser de nuestro orco al empujar la colilla de cigarro sobre el cenicero? ¿Será que cada demonio se extingue al termino de la incandescencia de cada capote? Será que en el único afán tierno que existe en mi mente quería ver renacer de las cenizas, como el fénix, el amor y la lujuria. ¿Recuerdas los miles de farolillos chinos que soltaban al aire nuestros traumas con el único fin de conocer el mundo y sentirse libres? ¡Recuerdas la noche encendida entre monstruos, demonios y traumas juguetones!

No, no creo que recuerdes, estoy seguro, como que el cielo es azul porque todas las mañanas salen los ejércitos de mantenimiento del cielo a restaurar la decoloración y el desperfecto -los miro cada mañana con sus botes de pintura y texturizador, y envueltos en alas-. Estoy seguro, como seguras son las perdidas caricias de los amantes, y olvidadas las palabras tiernas y el murmullo del corazón. ¿Alguna vez hablaste con alguien en una lengua muerta, y que sólo tu sabías? ¿O has sabido el desenlace antes del final, y el deja vu de las historias circulares te persigue, y se aparece en historias entrelazadas, una y dos y diez veces?

¿Recuerdas cuando pintábamos monstruos sobre nuestras viejas armaduras de hojalata y sacábamos a pasear nuestros corazones rosas y corríamos extraviados sin dirección y sentido y cruzábamos el puente que hay entre la razón y el absurdo? Será que al igual que los seres de cuento los corazones se alimentaban de la luz de la luna y no dejaban de pulsar... de pulsar... de




martes, 30 de julio de 2013

Ceder no es perder...

¿Cuántos días han pasado para estar dentro, profundamente perdido en mi? ¿Es justo caminar sin sentido hasta encontrar la verdad -si es que existe y cae desvanecida sobre mi-? ¿Se siembra el miedo o viene pegado al primer llanto y al primer sonido y a la primera luz? ¿Es extraño despegarse las caricias de toda una vida y adherirlas como estampillas a las cartas que nunca he escrito -que sólo existen en mi mente-? ¿Será que hay bondad en abrir los ojos, un día, y desear un poco de luz filtrándose por la pupila?

Y es que es incontrolable la necesidad de balbucear verdades y necedades, de no esperar ni un día más con este molote en la garganta, y gritar esas palabras muertas de silencio, hartas de sigilo, presas en mi último bocado -el de la tarde, que también fue el primero-. Tal vez al pronunciarlas terminen maldiciendo, o acaben herejes ahogadas entre sollozos y lastimosas partidas -aunque sea de madre-, o se vuelvan verbo de un presente obsoleto y devenir continuo, conjugado en cada pronombre, mujer u hombre: ¡Vive! Viven, ¿vivimos? Y es que la vida se perfila siempre en su espiral concéntrica de momentos irrefrenables, irreparables, unívocos y bilaterales; o de paisaje cóncavo o convexo, de texturas diversas, sensuales y sexuadas, de ternuras colgadas a un árbol, al de los viejos símbolos tallados sobre su tronco:  un corazón con letras adentro, llenas de olvido, faltas de tiempo, aciagas; letras fantasmas con su propio peso, cargando su pasado como si cargaran al árbol.

En verdad, uno puede caerse y tropezar con las palabras que va tirando por la vida: hoyo, hueco, obstáculo, abismo... vacío. O sólo uno solo puede seguir: adelante, hasta el fin, paso a paso... por un día, por y para siempre o hasta nunca.

Pero igual uno se hace en oraciones sus imposibilidades, y reconoce que se inventa sus historias con el único objetivo de no morir en el olvido, y de pronto amanece preso entre érase una vez, y caminó, y fueron felices para siempre, o un mísero ¿fin?

Después de eso, uno puede tragarse sus palabras, y decir: "has ganado, tenías la razón". Descubrirse las heridas, y seguir adelante sin importar si se cae en el abismo una vez más... o simple y sencillamente se vive, por un día o por siempre: justo aquí, es cuando uno comienza a pronunciarse en libertad.



Ilustraciones de Alma de Juguete por: Enrique Zaragoza

Este soy yo...

DE MI han dicho...Nació envuelto en la terrible sospecha del ser humano —él siempre quiso ser árbol, águila o imagen tras el espejo— un 13 de diciembre de 1972, en la ciudad más avasallante y más hermosa del mundo: el Distrito Federal.Desde pequeño creció con lunas en los dedos e ideas itinerantes colgando del cabello, ávido lector de tiras cómicas y de cuentos infantiles permitió a los seres mágicos, divinos y leviatanes arrullarse en su cama tras el profundo canto de las sirenas.Creció, y mientras decidía que hacer de su vida, en cada luna llena besaba las almohadas imaginando al amor de su vida. Por fin, una mañana decidió estudiar derecho, algo que le salió muy chueco porque abandonó la carrera para estudiar periodismo, dando por concluidos tales estudios en el PART, a la vez que rocanroleaba como oso en brama tras una batería.Años más tarde decidió llevar la música en sus adentros y trabajo como negro en la redacción del departamento de cultura de Radio Educación (de vez en cuando se aventaba un palomazo como productor del programa “Su casa y otros viajes”), todo esto sucedía mientras estudiaba un diplomado de Literatura y Periodismo en Casa LAMM. Las letras —aún las de pago— siempre le han perseguido, al igual que la radio, por tanto, trabajo como productor de la serie “Impulso Humano” en Radio Universidad, no sin antes pasar por la Subdirección de Logística Informativa del GDF, algunas agencias de publicidad y la coordinación de medios de IH, A.C.Por fin, el 12 de noviembre del 2005, su destino le alcanzó y se puso a escribir como secretaria ejecutiva después de una huelga, y dio a luz a varios chamacos, y con el único fin de darle de comer a su prole, actualmente se dedica al desarrollo de documentación administrativa para diferentes empresas y alguno que otro trabajo de producción en audio (es cierto, en México vivir de las letras, que no sean de pago, está de la China Hada).Por cierto, el nombre de sus chamacos son:* El eterno idilio entre las mariposas y las hormigas, 2007.* La caída de la luna, 2006. Noveleta rosa.* Alma de juguete (anhelos para el niño que nunca debiéramos olvidar), 2006. Cuentos ¿infantiles?* Egomanias y la Llantitos (cuento – lógia), 2006. Recopilación de 20 años de cuentos darkys y existenciales.La mayor parte de las veces me llaman ¡Hijo de la chingada! ¡o de tu madre!, bueno, la mía... aunque últimamente me he aficionado a ese término tan común y que sólo me sabe si proviene de sus labios y que juntos creemos es para toda la vida (chance y para algunas más).En fin, que de mi la gente puede decir todo y a la vez nada, tengo muchos nombres, lo cierto es que tengo buen corazón aunque lo disfrace de mil y un calamidades...

Rolas de la banda "Nívola_Cría Cuervos" (Quintanar/Vargas/ Cruz)