
Hoy dejaré caer la desgracia sobre mi -y desnudo- me vestiré de lunas con el único fin de hacerme eterno...
Me colgaré al cuello -cerca del corazón- aquella luna que extrañaste y que yo cínicamente me robé -con el único afán de hacer notar lo mucho que me importa esa esfera plateada que alumbra mis ideas y mis soledades-.
Dejaré crecer mis cuartos menguantes -en las uñas de mis dedos- para transformarlos en círculos completos, de anécdotas, de historias sobre mi vida, de aquellas viejas chaladas que mi alma ha acumulado en el transcurso de tantas vidas, [no lo sabes pero he visto como ha cambiado el mundo desde la última glaciación].
Pondré la luna nueva sobre mi pene, pensando que es tu cuerpo lleno de misterios de cumbres y de montes, de valles y de mares tranquilos -le pediré fertilidad al conejo de tu pubis para bañarlo del néctar de mis gónadas-. Lo pondré sobre mi verga para sentir la suavidad de tu piel y tus texturas... ¿Crees en la permeabilidad? -Es que acaso quiero cojerte hasta que me llames amor y no sólo deseo-. ¿Tus pezones serán de mármol, redondos y perfectos como las esculturas del Miguel Ángel aquel, el de la Sixtina? Y entre tus piernas, si no estoy yo sólo hay espacio -mi vacío-.
Me calzaré de medias lunas para patinar por el manto estelar -frío y oscuro-, me guardaré las estrellas en la bolsa y las venderé por internet -bajo el truco de 9.99 por cada una-, dejaré sin algo el firmamento para que todos sientan el enorme vacío que hay en mi vida sin ti: noche de encajes, de medias y de ligueros de satin rojo; noche mía de vulva caliente y rosada, de nalgas hechas al molde de mi mano, de tacones horizonte, de caricias y mamadas... Noche, mi noche; hoy -desnudo- me vestiré de lunas para vengarme de tu ausencia y hacerme eterno a tu mirada...