
La tierra no puede ser suficiente para los dos -si no lo es para la luna misma-, si aplaudimos los ríos de sangre y nos sostienen los aludes desplegados bajo el terruño de nuestro diario devenir, concéntrico y limitado al encuentro de nuestro cuerpo... Y no es que el amor lo sea todo, y no es que el sexo lo sea todo -y sin embargo lo es-.
La tierra no puede ser suficente para los dos si acostados sobre el continente nos buscamos en la fallas y horadamos los viejos cañones -donde alguna vez se juntaba el agua- para arrimarnos al amor que no hemos encontrado, mientras la vida se filtra bajo nosotros en los mantos frenéticos del pasado... Y no es que el amor lo sea todo.
La tierra no puede ser suficiente si no te bastan los troncos y las copas sobre los desfiladeros, si recorro las montañas a ciegas, en busca de la cueva de la vida, camino al fruto prohido -e invitado- oculto tras la hierba arómatica de tu entre pierna -acre, ácida, salina e inexorablemente dulce- y sólo encuentro desiertos abismos. Y no es que el sexo lo sea todo.
La tierra no puede ser suficiente si traslada en su eje y sobre su lomo infinidad de paisajes azules, bucólicos, fatuos, vorágines y desiertos... que cambian después de cada hibernación de nuestra vida misma -uno no se muere, sólo duerme esperando el momento en que, tras la glaciación, renace la vida-. No será suficiente si apenas ayer tú y yo no exístiamos sobre ella ni como esencia ni como idea.
La tierra no puede ser suficente para los dos si el viento no lleva tu nombre cruzando el espacio -aquel donde no estamos-, si el sol nos derrite bajo la piel ante la falta de caricias... Si las palabras salen sobrando y rebasan los márgenes de su continente -hace días que sólo miro hojas en blanco mientras las palabras corren, se agazapan, flotan, se abandonan, texturizan y disfrazan el mundo en su identidad secreta -la que inventamos en sueños solos, llenos de olvido, ahogados en el vacío existencial que produce esta lejana cercanía-.
Aseguro que la tierra no es suficiente para los dos si cada noche buscamos con ansia la luna para decirle: "No es que el amor lo sea todo, no es que el sexo sea todo... son lo único que mantiene vivo aquello que sólo muy solo escribo".