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sábado, 24 de septiembre de 2011

Sobrevivir a las imágenes (Para aclarar una duda)


Y pensar en mis fantasmas encerrados en sus propios laberintos, es tan sutil como desflorar las primaveras de los últimos años, es recortar la siembra y limpiar la tierra de gusanos, es vaciar el alma en alguno de los frascos de tu alacena, mientras afuera los árboles se mecen cual muertos pacientes a la luz del sol.

Pareciera que son recuerdos volcados en mi mente, pero sólo son la destreza de mis ideas por sobrevivir al tecnicolor de las imágenes:

Mis falanges hechas de fuego y sus huellas avispas...
Tu figura melosa sobre la cama, de suaves subidas y bajadas, mientras mi lengua bífida; llena de mentiras piadosas, herejías y palabras de amor, brincolina, se pierde en el mar de tu tranquilidad, hablando sin decir absolutamente nada, resguardando los miles de pactos a medio redactar, dejando oraciones profanas por debajo de tu piel, sembrando incertidumbre y reduciendo certezas. Pide a gritos las fases cuervo para que vengan a sacarnos los ojos, que vengan volando a robarse las ventanas del alma y tener un pretexto para decir que estamos ciegos, y no tiene nada que ver con el amor.
 ¿Alguna letra crecerá en tu fértil valle? ¿Crecerá la simiente hasta florecer en capullos, que cual enredadera, teja la esperanza entre nuestros cuerpos? ¿Sin ojos podremos ver el horizonte, de grises multilínea, azules pacientes y naranjas arrebatados?

Transparencias y luminiscencias del influjo de la luna...
Mientras mis muertos viajan con el dedo encendido en procesión por el valle de mis ideas hasta perderse en la caverna que el destino les ha preparado, cadáveres exquisitos que resbalan de la luz a la sombra, y se convierten en el faro de mi ignota y perecedera existencia. Resbalan en sinuosa caída, entre laderas y serpenteantes veredas; nos van tallando, mujer piedra, mujer hogaza, mujer envinada de los placeres y artilugios de la humanidad; y sólo me esculpo de sal: ¿Nos fundimos en el centro de nuestras almas al calor de la indeseable sensación de -a veces- soledad que -hoy- nos acompaña?

Silencio: La ausencia y reconocimiento del sonido...
Las decenas de fantasmas que se esconden tras la puerta, mientras los pasos silentes del asesino -que cuchillo en mano-, se acerca despiadado por entre los corredores y pasillos, descarga salvaje su furia -contenida por tantos años-, en el corazón,  en nuestro corazón; asesta una y otra vez hasta partirlo en dos y ver como brotan en borbotones los líquidos sentidos de nuestros temores y pulsaciones, las dudas y remilgos que nuestra mente reniega. Pulsar de la irreverencia en el mundo de nuestras ideas, colapsa, pasma, enamora la saña y lo natural de la bestialidad del encuentro... ¿Si tan sólo anteayer y hoy fuimos?

Armar el rompecabezas de mis fantasmas, de sus asesinos, de mis cadáveres exquisitos encerrados en su laberinto suena a batalla, a melancolía, a la locura que corre por mis venas, mientras abre tu alacena con el croscitar de los cuervos, y al encontrar el frasco que encierra mi alma, tal vez, sólo tal vez decidas llamarle esperanza...


martes, 13 de septiembre de 2011

Rompecabezas sin palabras



Debería hablarte de ti, pero para que tocar un tema que te sabes tan bien -como el café, o tu desnudez paseando por entre las nubes que dejó mi cigarro en la mañana-. Imagino que tiene que ver con la necesidad de creer que nuestros labios sellaron el pacto de vernos vacíos sin el otro, a lo mejor de llenarnos de miles de cosas inútiles como las palabras que nacen y mueren embestidas por el tiempo y el humor de cada día: ¿será que de tan extraños nos extrañamos? ¿No fue suficiente contemplarnos al rojo vivo y hacer del amor el rito en cada despertar?

A pesar de todo, no hablaría de lo que se espera porque sin decirlo no esperábamos más que aquello que podíamos esperar: nosotros; o tú y yo -el vos que se conjuga trasnochado entre tus labios salpicados de verdad-. Y no lo hablaría porque no lo sé, no sé nada de ti que no me hayan explicado tus brazos abiertos, o tu voz sellada al juramento de nuestro desamor más grande; aquel que vivimos a la distancia, acortada por el monitor que te disfraza de suerte o de leyenda, que te viste mientras mi mente te arranca las ropas, o que te deja al caer la noche para no volver hasta que mis recuerdos llenan la pantalla y evoco tu presencia sobre tu cama -es que la traje conmigo para que tuvieras un pretexto y me extrañaras-.

Y es que no puedo decir nada, o algo, porque sería usado en mi contra la próxima vez que me veas y se te llenen las manos de mi mala educación, y mis codos escriban sobre la mesa lo fascinante que despiertas, o cuando me señalen tus piernas censuradas al roce furtivo de mi ignorancia. Seguro, que aquello que te diga me será restregado en la cara mientras cubres tus ojos de mi juiciosa mirada y de mis caricias monótonas y costumbristas.

No lo puedo decir por miedo a que cierres tu ventana en cada noche y no lo oigas, o quizá porque algo debe suceder para que la espera se dibuje en un cartel frente a tu puerta con tinta indeleble, no sea que la lluvia borre el mensaje, y pienses que jamás estuve. No lo digo para que no te lo quedes y pienses que es tuyo, y bajo ese privilegio desaparezca el olor de mi presencia en tu vida, y los golpes de tus nudillos en la puerta de tu cuarto. Me lo callo para que las llamadas del amanecer, te lleven a mi boca y se te encienda el deseo sobre la piel, mientras el sol desflora la penumbra, y se quedan en tus recuerdos la música y las letras, las transparencias, y las insinuaciones tras la puerta de tu casa.

No lo digo para que cierres los ojos y sientas mis manos sobre tus pies, a la vez que el alcohol se evapora de mi cuerpo... no lo digo porque es un tema que te sabes tan bien, y del cual guardas los cadáveres exquisitos en tu gaveta -la segunda de tu tocador-, para armar el rompecabezas. No lo digo porque no estoy en posibilidades de decirlo, de seguro las ventiscas de septiembre arrasan con todo y mojen tu cuerpo en horas imposibles del día. Juro que no lo digo, sólo pídeme... que parece mis pies están sobre el camino.


domingo, 11 de septiembre de 2011

Nada que decir


Lo lamento, hoy amanecí seco sin ninguna idea en particular, más bien fueron muchas que he hilvanado para tejer el cobertor de mis sueños más apócrifos y sediciosos, o más bien tiernos y llenos de esperanza, o mejor dicho, de esos sueños que uno sueña cuando más no puede soñar: ¿Será que se pierde la inspiración conforme pasa el tiempo, o las musas van muriendo y caen al piso como las flores multicolores de mis palabras? No lo sé...

Y es de lamentarse cuando no se dice nada, no importa el tiempo y la enseñanza, ni el momento en que furtivos los pensamientos seducen a la carne y jamás llega el orgasmo de la palabra. Todo da igual si se levanta la mirada y la luna brillante se oculta tras los nubarrones, del pasado presente ha de venir, y nunca llega; o simplemente uno se para de la cama sin más razón que vivir un día más. Y valen madre las cosas que hay afuera en ese mundo que compartimos, y una especie de melancolía alegre nos invade, se puede sentir y no sentir, o sólo se siente y uno se hace pendejo para no sentir. Es lamentable hurgar entre la piel y no encontrarse las caricias, ni probarse las texturas, o blandirse las señales de la proximidad, hoy tan desolada. Es de encabronar, que uno se pierda en el propio vacío que ha creado, aún con las sonrisas colgadas sobre los muros, las miradas furtivas tras la puerta, la aceptación de la desnudez absoluta, donde más que las carnes nos cuelgan los sentimientos y las ideas: ¿Será que hay ojos que ven más allá de lo que otros ven como fachada? ¿Se pueden mostrar las cicatrices del alma y decir: ¡cuidado!?

Tal vez dé lo mismo, hay cosas que no cambian como la bucólica semejanza de la jungla y mi mente, donde los principios animales se yerguen conforme el hombre camina en dos patas, y las bestias terminan amándose, profundamente, sin más razón que su natural existencia. Y por supuesto que hablo también del deseo; de ver tu piel platina bajo los lúmenes de la esfera plateada, de los miles de brillos que plagan tus cumbres y laderas, del fuego encendido sobre el césped de tu entrepierna; y no es para menos, si mi boca vacía, se llena de recuerdos y noches de ti, no es menos si he extraviado el mapa dibujado sobre tu espalda y no encuentro la salida ha esta vida, tan llena de todo y sin nada.

Sé que pensarán que estoy triste, y lejos muy lejos de la locura, me espanta ver mi sonrisa sobre el espejo, el reflejo de mis tertulias soñolientas y pausadas, mis palabras cenizas, llena de brillos multicolor, la fogata que hace la esperanza en medio de mi cuarto, y el closet lleno de historias no contadas. Suena a una extrañeza sacada de algún cuento de Poe, o un dilema Kafkiano, pero lejos de esperar el pozo, o tus mensajes en la pata del cuervo, o disparar rifles de corcho en busca de la libertad; sólo me divierto viendo caer mi mundo a trozos, y tallando las viejas paredes de las ruinas de aquel complejo que hace tiempo construí... se puede seguir viviendo, siempre se trata de seguir viviendo.

Y no es que no guarde lo más preciado, es que decidí echarlo al aire para ver si mis memorias levantan el vuelo y salen de su jaula de oro, y se adentran en la aventura, y esto no es una locura, sólo es lamentable que no estés para ayudarme en este afán libertario y tan humano; como reír, coger o llorar; ya que amar es una bestialidad, tan llena de horrores y temores, ¿a poco no es bestial perderlo todo y tener que seguir viviendo? ¿A poco no es cierto que si no estás en tu mundo todo se va a al chingada? Y sigue siendo humano volverlo a intentar, sacando el olor del café entre tus manos, y viendo como la luna se asoma con ganas de jugar con el corazón, alumbrando la flor que nace en tu vientre salpicada de deseo y ganas de seguir viviendo. Y parece que este es ciclo, saber, creer, vivir, morir y renacer.

Lamento que hoy amaneciera seco de ideas, a pesar de la lluvia incesante, del frío ensordecedor, de la falta de lápiz para mi bitácora, y sin moneda para peaje al mundo de la mente; que no tuviera nada que decir...


jueves, 8 de septiembre de 2011

Lejanía...



No quiero oír tu voz y sembrar huracanes en mi alma, mientras los espejos de mis memorias caen astillados bajo las plantas de tu pies. Y es que es tan sencillo caer, como desmontar los cuadros que hicimos juntos, mientras la incertidumbre se enredaba en nuestros cuerpos: Todo es tan simple si tu voz se pierde de tan lejana.

Parece el silencio se muerde los labios para guardar el deseo y el sentimiento bajo las sábanas -que hoy solas-, se recuerdan vivas en medio de los sueños que soñamos, tranquilos, sacios, haciendo alarde de la quietud del alma; será que mientras respiramos fuimos guardando los peros y costumbres bajo la almohada, que impávida, se revolcaba en las quimeras y ventiscas que fuimos inventando sobre el piélago de tu espalda, es que éramos mis manos y tu torso, la tinta y el papel, donde dibujamos el mapa de nuestra soledad tan sola, tan compartida, tan geográficamente compatibles, tan imposiblemente diferentes, tan absurdamente uno del otro: como el tú y el yo.

Indescifrable, el camino de mis manos te mostraba la ruta que sabías de memoria, te jugaba a escondidas y te reías del intento de perderte antes de tenerte y detenerte entre mis aspiraciones y tus temores: Sí, la incertidumbre da miedo aunque sea por un segundo, y más si en ese mísero lapso de tiempo se es y se pertenece sin cuarteaduras en el alma, sin rezagos; aún por encima de las ruinas de la vida que cada quien ha tenido por su lado. Quién pensaría que la ruta que fueron dejando las huellas de mis dedos sobre tu espalda en trayectorias infinitas, llevaba a la señal -que trazada a la misma altura-, nos cruzaba de pecho a pecho, dejándonos exhaustos, tan llenos de vacío bajo la trágica luz de los días pasados.

Y es que mientras el tiempo transcurría, hicimos el silencio, callamos y guardamos las palabras, esas mismas que nos enamoraron, para otra ocasión: el momento de extrañarnos. Círculo perfecto de nuestras vanidades y la falta de pactos y juramentos: No quiero oír tu voz, si todo es simple en su lejanía, prefiero saber que ambos somos la promesa de la nada, tan nada y tan vacía.


domingo, 4 de septiembre de 2011

Nuestros nombres

Evoco el olor de la mañana sobre tu cuerpo, mientras mi mirada levita transparente entre la copa de los árboles, dibujando quimeras de colores ácidos y suaves tonos pastel, para romper la liturgia en la que se envuelve el nocturno de nuestras voces: no tengo que hablar para darme a entender.

Vuelco las miles de palabras que existen en mi endeble vocabulario, miles de signos insignificados, muestra del sino y de la eternidad, absurdos sin anclaje en esta realidad que compartimos y que carece de sentido: no necesito abrir los ojos para esclarecer los paisajes de tu mundo interior.

Y consagro el silencio al apego y la dignificación de tus temores -que son iguales a los míos-, y sin saber por qué, sé que irremediables nuestros nombres serán arrastrados por el viento a miles de kilómetros, navegarán por el espacio que colman los lagos e iluminan los horizontes prendidos por el delirio de la incertidumbre, viajaran juntos sin intentar salvarse y saltarán a ciegas al abismo, se fundirán en una sola voz hasta transformarse en un rumor.

Seremos arrastrados mientras nos olvidamos y nos reencontramos en cada parada, sin decir palabra alguna, escarbaremos la piel con caricias ávidas, y horadaremos tan profundo como para dejar escapar el vacío que carcome el alma, rascaremos tan hondo para que el miedo se extinga... Nuestros nombres serán arrastrados hasta formar un murmullo indisoluble en las arenas del tiempo y de la espera.

Evoco la luz de la mañana filtrándose por la ventana de tu cuarto y pienso que todo pase aún sin oír tu voz ni saber de ti más de lo que sabes tú, y aunque te llame de mil formas, y guarde tus segundos ausentes bajo la almohada que no conoces... y que todo pase aún sin encontrar tus ojos ocultos a la distancia y tu respiración se pierda entre la maleza de las ideas y de las letras, que todo pase como pasa la vida de largo por el umbral de mi puerta, y mis ojos te digan todo mientras callas...

viernes, 2 de septiembre de 2011

Será...


El sol se agazapa tras tus ojos -sí, los tuyos-, y me deja claro el horizonte de tus brazos, mientras el prado de nuestras imposibilidades se tiñe de blando naranja: ¿Acaso sólo somos y a eso se resume la existencia? No lo sé, y no me importa saber, sólo sentir la primavera del café contenido entre tus manos mientras tus pasos resumen las millas de distancia que hay entre nosotros, a la par que el aire mueve las arenas de las dunas acumuladas en mi pecho: ¿Será que la espera trazó las calles en el desierto de mi soledad?

Escucho sin cesar el latido del corazón vuelto cenizas y humaredas, y tus labios se vuelven la entrada del infierno, y cada caricia, los peldaños que llevan a tu boca, y me sabe a fresca tarde, a la promesa de la ausencia y del viaje, al sabor de la tierra que sin ser mía expropio al ritmo incesante de un viejo arrullo -inventado en mi cabeza por los dioses y los adioses-.

¿Será que el sabor dulce de tus labios es fruto de la tierra?

Miro la paleta de colores del atardecer sobre tu cuerpo, y el sol oculto, cual fisgón tras tus ojos, se asombra de la fusión de los grises azulados, de los cristales minerales que empapan tu rostro: ¿será que el astro rey es el ladrón de los momentos y las imágenes en mi memoria? ¿O es que acaso, lo escondiste para robarme el alma y tender tras tus ojos la trampa de la proximidad? Es que ahora la distancia es irrelevante, es sólo un paso sobre las aguas, la conexión entre las islas, el vuelo -libre- sobre el cráter del volcán, el beso que acompaña la danza de la naturaleza humana: la ausencia sólo es el numen de esperar.

Y me olvido de mi, y me olvido de ti, de tu sonrisa franca de mujer verdugo del sol, de la paz contenida entre los trazos de tus dedos en el horizonte... Y al olvidarme, no te hablo de amor porque todo aquello está escrito como libro de cabecera, como charla de sobre cama, virtual e irreverente, es el mensaje oculto en el follaje de todas las veredas que inmutables llevan a ti... Y me olvido entre las ruinas y la niebla, y me llevo los recuerdos y memorias, y me transformo -transparente-, en el fantasma de los días y las mañanas, en el extraño -que sin serlo-, ve más allá de la carne y toca a la mujer dentro dentro de la mujer: Hoy ya nada es igual.

¿Será que los colores pintan entre tus manos la ausencia?
¿Será que pasé el tiempo, y el espacio relativo a nosotros?
¿Será el será con que inician las promesas y las maldiciones en cada historia de siluetas mágicas y grandes aventuras?

Hoy ya nada es igual, si el sol sigue tras tus ojos ladrón, furtivo, agazapado y las lunas de mis dedos quedaron sembradas en el jardín de tu casa, esperando para florecer el fruto prohibido  de la palabra:
Será que hoy ya nada es igual...

jueves, 1 de septiembre de 2011

Fijación Oral


Cierro los ojos y veo los copos de nieve que hay amalgamados sobre tu pecho, y como las cenizas de mi cuerpo van cubriendo el rojo oxidado de tus labios, mientras mi lengua despierta al Fénix oculto en tu vientre: cada vez que se enciende se funde el deseo en tus entrañas...

Y pienso en el camino que recorre la avidez, ¿será que los pasos perdidos siempre encuentran el camino del abandono? Y no hablo de la soledad ni del vacío; sólo dejo al aire el momento en que se olvida todo, hasta uno mismo. Es el momento en que la boca se entibia, y se desgajan las caricias por los pliegues de la piel, es la vibración que dando a luz, se pierde en la madeja de los cuerpos hechos nudo, embriagados de ganas, sedientos de las palabras que negadas al habla, sólo se escriben... Y parece que el sol es invisible y el alma transparente, que los sentidos se mueven sigilosos ocultando sus temores tras la palpitación de los sexos confundidos al ámbar de la mañana. 

A la vez la historia se escribe entre las sábanas revueltas, revolucionarias, muestrario del campo de batalla: banderas flageladas, de tierras casi desconocidas, extrañas combatiendo juntas en pos del orgasmo, -y no hablo de la venida que hay a la altura de las caderas-, sólo dejo en los cimientos los poemas tejidos entre sonidos y silencios, las historias sin final y de página blanca: será que hay novelas inéditas y perennes. Lo digo porque no lo sé, y lo escribo para recordarlo; aunque todo nazca de la síntesis del olvido. Y es que si bien uno se abandona entre brazos circunscritos al letargo, se reconoce desnudo antes de encontrarse extraviado en los senderos del placer reencontrado o desconocido... ¿será que la misma lengua viperina de diabluras y sacrilegios puede hacer el surco que seguirá la hombría encendida?

Y todo en mi cabeza se llena de neblina: el sabor de fresca mañana, de cítricos olores y silencios forzados al endeble tiempo del movimiento de dos cuerpos... será el ardor de las huellas que se quedan impregnadas entre cojines y cogidas, de mano, de espaldas, de nalgas, de almas... ¿se puede comer el beso tan deseado y llevarlo al sistema, así como se pasa por alto un pecado? No lo sé, pero la lluvia se lleva las herejías que hay en el intento de pertenecer y entregarse a alguien, por minutos, por días... ¿seguirán de filo las lunas plateadas, sin palabras y con ganas? ¿Se puede ser sin ser suyo, ni mío? Suave tentación la de la carne ante el café de la mañana, y los sabores que emanan de la tierra, los sonidos de las aves buscando sus nidos, y las babosas enredando con su hilo de baba los rastros del destino: ¿Se puede saber sin entender nada? No lo sé, tal vez si sólo se prende mi lengua entre sus piernas...

Cierro los ojos y veo los copos de nieve llenando las oquedades de tu pecho, creciendo como los horrores del apego, miro mis cenizas como van cubriendo su cuerpo, mientras el amor escondido va ardiendo como el Fénix... será que alza el vuelo antes de que el sentimiento prenda las velas del duelo, y no es que este muerto, solo, sólo estoy lejos...

lunes, 22 de agosto de 2011

Teatralidad de la agonía (Cuerpo sobre cuerpo)


Sin miramientos, la noche de ayer caminé a tus espaldas, seguí cada uno de tus pasos -ya no sé si eran de tacón o zapato bajo, si te pesaban o se deshacían como dulce-, lo cierto es que era casi la sombra que te pisa los talones... Mientras seguías adelante sobre tu camino rosa y púrpura, miles de bestias se hacían al límite del vacío en tus brazos, hambrientos de carne, de tu cuerpo. Ellas -las bestias- se adherían al lado del camino, siguiendo tu humor, y yo no podía hacer nada, nada contra el poder que da el libre albedrío.

Sin más recordé los viejos piratas de papel que hicimos alguna tarde y que dejamos a la orilla de un viejo cuento castaño oscuro, para que el río de palabras se los comiera en sus aventuras, no pude más y sollocé tras el viejo árbol que abrazaste pensando en devolverle la vida, uno a uno fui dejando en el camino cada una de las evocaciones que te conformaban en tu historia, y a la vez que desaparecían las bestias te fui olvidando, y no recordaba porque caminaba tras de ti, se me fue tu rostro, la textura de tus caricias, el olor de tu vagina, la magia encerrada en tus labios, y me olvidé...

Justo hasta hoy por la mañana que decidí medir la agonía del tiempo y medir los plazos: de la vida, del amor, de la muerte; y me miré vacío con el tiempo medido... y di un paso al abismo -aquel que siempre quieren cruzar los ángeles-, y no sentí miedo de caminar el sendero que nos separa... fue como si decidiera construir mi propia escalera al cielo... y mientras flotaba -yo también busco alguien con quien volar cuando tengo sexo-; me pregunté de tu cuerpo, de la suavidad de tus pezones, del sudor sobre tus pechos, de la seda de tu vulva, de las palabras que miden tu inteligencia... y decidí hacer una resbaladilla que bajará a la tierra, los hombres como yo no fuimos divinos, somos guijarro, piedra y costilla; somos carne para los buitres del deseo y la pasión, somos tela de la araña de la red del pensamiento, la tablilla sagrada de los sentidos... somos amor divino, muerto al tacto de los hombres, somos el frío del rictus de los prohibido, somos grillete y ristra de nuestro propio destino... somos la risa de la hiena que mata lo material y alimenta lo sublime; somos el niño y el demonio encerrado en la osamenta del delirio... Tal vez por eso desaparecían las bestias de tu camino...

Por eso anoche caminé a tus espaldas, tenía hambre no de tu cuerpo, si no de lo que hace el mío cuando está contigo...

jueves, 11 de agosto de 2011

Sin recuerdos

Mientras en la mañana se confabulan las posadas y artilugios, me desdigo de los pecados de mi noche, porque habiendo estado me niego el infierno de tus labios prometidos: paraíso construido a punta de almendros y piedras sobre piedras...

Y no te recuerdo de otras veces, sólo de noches permeables, dónde las palabras se regodean como fieras, se destajan en caricias,  se huelen hasta encontrarse en el consuelo de la piel -si es que hay piel a la distancia-, y se muerden la esperanza, para atragantarse los anhelos y colmar el veneno sembrado en el vacío que dejan los otros, aquellos que desfilando, se roban los fantasmas de las viejas historias e interfieren en las imágenes mentales de los durmientes de tus vías, del tren que te inventaste para viajar más allá de los abismos, sólo para provocar las heridas del alma.

De verdad, no te recuerdo de días pasados, te miro llena de vacío, de esa plenitud sonriente que da la migración del alma, de los besos mojados en tinto, de expresiones arrebatadas al destino. Y no te miro vacía sin sentido, te observo plena de silogismos, plagada de metáforas compradas a las vigilias acumuladas . Se pueden sentir las ideas rozando tu piel, aferradas en el intento por llegar a tu corazón -ideas locas por morir en el intento-. Es en serio, no recuerdo nada que no sea tu mirada jamás vista, ni el peso de tu cuerpo ni tu sonrisa de alborada, no recuerdo nada; sólo el deseo de las figuras nocturnas sobre tu piel de bruja blanca, y los hechizos perdidos en cada pliegue y rescoldo rojo vivo sobre tu vientre, ruinas de amores perdidos y caminos encontrados. ¡Lo juro no recuerdo! Ni el más mínimo detalle ni mis dedos descalzos tejiendo frases pergamino por la alborada de tu pecho ni mis labios desiertos jugando con la comisura de tus labios frescos; no recuerdo -si es que recordar es origen del olvido-, sólo sé del vacío de mis brazos en tus aguadas, caracolas de acuarelas, de mi nuevo rostro con la huella de tu dedo pincel, de las cimientes de un reino de poder: palabra sobre palabra, silencio sobre silencio.

Parece que mientras no recuerdo, olvido; o será que sólo te evoco de páginas sentidas, aradas al filo de la pluma, manchadas con la sangre del tintero, pasteles provocados por la vista de tu ventana que sin ir más allá, fotografía los trazos del alma: ¿Ese es el paisaje del corazón? Y es que no lo dudo, pero no recuerdo las salvajadas en nuestras tertulias ni los mitos o verdades, no sé si me viste completo o jalando el lastre que me ata a este mundo, no sé de tus versos suaves y blandos, menos de la nieve, que caliente, se filtra en cada prosa de tus manos, no imagino tus espacios, y me lleno de ansia por los vacíos, y no es que ame la nada, pero suspiro al deshojar nuestros libros, al ser parte de los antiguos aquelarres: durmiente tras durmiente, se forman los peldaños que brincan del anhelo al deseo: ¿Será ese el paraíso?

De verdad no recuerdo, no sé de ti... menos de mi, no se el sabor de tus pasos, ni el olor del desfiladero de tu espalda; y con la mañana he de saber, y entonces recordaré.

Pasos eternos


Si la luz prevalece,
y se desmoronan nuestras ruinas en cada respiración,
mientras ellos mueven sus alas,
justo donde el tiempo se detiene,
y la rueda de la vida para cual tu viejo corazón:
significa que aún estamos vivos.

Y no te has ido
ni en el conjuro de la noche
ni en la herejía de cada mañana:
sólo es que has decidido partir llevando la luna en tus espaldas,
y los sueños entre tus manos cual maraña.

Y si el mundo colapsa,
es porque el ciclo de la vida vuelve a comenzar,
así como de sal se llena el mar,
y la arena en la orilla: regresa todo a su lugar.

Y no te has ido...
Sólo decidiste caminar
más allá del límite de mis manos,
dando pasos a la eternidad,
a dónde ya no te puedo alcanzar...

Y no te has ido
sólo escribiste un inicio sobre este final.

jueves, 4 de agosto de 2011

Idea original

Estoy parado justo donde inicia todo,
sin importar si es el principio
o aquel viejo final,
y sólo hay un pensamiento que habita en mi mente.

Mientras miro el porvenir tan cerca,
dejo a las arenas de nuestros desiertos,
de nuestros abismos,
esconderse en mi cabello
y en los pliegues de carne;
y permito que ese pensamiento habite en mi mente.

Abrazo la soledad,
acompasada,
acompañada,
llena de tanto vacío,
de tanto deseo
inconcluso.
Y acaricio esa idea que habita en mi mente,
con la fuerza devastadora del huracán,
con el poder de la creación que hay en las manos de un mortal,
con la acidez corrosiva del veneno del alacrán,
y la acaricio como idea primordial,
en este último respiro,
¿será un inicio? No lo sé...

Sólo sé que estoy parado seis metros abajo de esta idea primordial,
y me cojo a ella, como siempre se aferra uno a la idea de respirar,
sólo son seis metros, y falta tanto camino por andar... ¿Qué más da?

Estoy parado a seis metros, abajo, de esa idea original,
y sin más me abrazo a ella:
Tú y yo...

miércoles, 20 de julio de 2011

Sin aire...



Es raro entender
que las cosas pasan,
moviéndose en su eterno vaivén,
siempre terminando sólo para volver a empezar,
comprando la única certeza de esta vida:
morimos justo al momento de nacer.

Y puedo contar historias y cuentos
de las veces que he amado,
y te cuento entre ellas con los dedos de una mano:
te pediría que te quedarás pero sólo necesitas respirar.

¿Alguna vez dije que te necesitaba?
¿Alguna vez dije que te deseaba?
Si no lo mencioné: ¡Perdón!

Es extraño comprender,
cuántos errores hay en la práctica del amor,
¿puedes ver los tuyos tanto como veo los míos?
¿Serán pecados? ¿O sólo una forma de vivir?
Tan sólo soy alguien que no puede ganar sólo por ganar,
porque siempre pierde,
ya hay tanto en este mundo,
para qué sumar otro dolor,
si sólo somos seres humanos fallando una vez más.
Te pediría que te quedaras para qué si sólo necesitas respirar.

¿Será que no veo más allá?
¿Será que ya no estás?
¿Será que hay algo si lo dejas?

Lo confieso:
Lo dimos y pasamos por todo,
pero de eso nada nos vamos a llevar
y nada ha de quedar.

Es raro entender,
que hace falta aire para respirar
si no veo tu rostro.
Lo confieso fui un estúpido
si nunca dije que te amaba,
que te deseaba,
que te necesitaba...
pero si lo dije fue con todo el corazón...

Te pediría que te quedarás pero sólo necesitas aire para respirar...
y te aseguro que nos veremos en otro lado cuando no lo necesitemos más.

martes, 12 de julio de 2011

Medallón gótico




Viene la oscuridad, viene,
ceñida al orco,
profundo leviatán de mi sensibilidad,
despierto en mis pesadillas no te toco,
y crespo al mar de la divinidad.

Viene la oscuridad,
viene, cargada de lo sobrenatural,
reptan súcubos e íncubos, 
en la tierra de mi inminente mortalidad.

Viene la oscuridad,
viene, y antes de volverme loco,
tomo tu cuerpo, medallón cristal sólido,
talismán para volver a la realidad.

Flor de ángel


Con sumo tiento,
me acerco,
siento el botón,
palmo el capullo,
tras cada beso
florece en tu cuerpo
divino, inmenso, el deseo.

martes, 5 de julio de 2011

Muerto de letras...



Será que te he inventado,
como se inventa el sueño interminable de una noche de verano,
la insoportable levedad del ser,
o un príncipe pequeño perdido en el desierto,
aparecido muerto junto a las alas del aeroplano.

Será que te he creado
como los seres alados, que frustados mitigan su dolor,
en la soberbia divina de saberse, en sentimientos,
menos que cualquier humano.

Será que te he sacado,
amor muerto de mi penúltimo sueño,
cadáver exquisito,
celo profundo,
sentimiento del abismo.

Será que te he inventado,
ciego de lunas,
quijote derretido,
gigante envenenado,
epitafio tallado en las alas del deseo.

Silogismo despiadado


En noches tras noches me pregunto si nos hemos creado uno al otro, al sentir nuestros pasos llenos de incertidumbre tras la avanzada de las sombras en plena decadencia del sol... Y es que no es costumbre deambular los senderos perdidos de tu cuerpo, lleno de magia, ni el hechizo de tu entre pierna húmeda y desfallecida: no es un elixir o ephaedra, es la visión de los instintos vencidos a la orilla del mar que yace en tus entrañas.

Y me pregunto -insensato-, si mi lengua provoca estertores en tu mundo, mientras navega silenciosa, recogiendo las palabras que mis manos han sembrado en el prado de tu vientre, cosecha de frutos prohibidos a la luz de la razón común -todo se hace prohibido cuando no se tiene-. 

Justo cuando muere el día, y se cae a pedazos la vida, cuestiono si es que hay una salida, señal de fuga en el destino, pregunta de selección múltiple: es el devenir de la olas que recorre nuestras ansias en cada luna llena, es el viento de mitad de año que cambia nuestras direcciones y juega con el azar a ponernos frente a frente, o es sólo la memoria de la piel que nos recorre en la caída, entre acantilados profundos e interminables,  de cuando nos abrazarnos hasta enterrarnos las uñas en la espalda -siempre he pensado que hurgamos bajo la piel para buscar al ángel que creemos que somos-.

Escuchas nuestra respiración cortada por las voces del deseo, aquellas que susurran hirviendo la sangre bajo la piel, y ocultando la humanidad que -a pocas montas- aún tenemos. Y es que al roce de las caricias van saliendo los demonios y leviatanes que hemos alimentado con las yemas de los dedos, como libros prohibidos nos vamos deshojando, a la vez que los seres de nuestras pesadillas nos van abandonando, y aparece tétrico el paraíso que una vez entre sueños nos forjamos: ¿Será un sueño abrupto todo aquello que nos fuimos inventando?

Y lo pienso, mientras atado a la cama, veo perplejo el acto desnudo de tu cuerpo, continente descubierto, paisaje intacto e indeleble al paso del  tiempo. Y me sorprendo si es que nos hemos creado, como se hacen las historias en la mente endiablada de algún escribano, que siempre lleno de lunas se vierte y maquilla su diario, se extrae de si para olvidarse luego, brincando abismos de países lejanos, blandiendo espadas y volando a espaldas de sus diablos: dragones de fuego, blasones de todo lo mundano.

Y me admiro si es que nos hemos inventando, fingiendo olvido, haciendo de la costumbre lo convenido, de ignorarnos y llamarnos, de escondernos en las sombra de nuestro destino, de mirarnos ciegos y adoloridos, de amarnos presas de los más bajos instintos... de crearnos más allá de cada espacio, de las agujas del tiempo, del mismo pecado de estar vivos. Y si es que nos creamos, ¿en dónde están los otros que nos sueñan despiertos o dormidos? ¿Se conocen? ¿Están vivos? ¿O sólo viven a través  de cada uno de nuestros encuentros furtivos? Están vivos... estamos vivos...

miércoles, 8 de junio de 2011

De lunas a lunas

A mi me gustan las lunas de mis dedos que me hacen escribir mil y un locuras:
Soy un hombre con medias lunas en los dedos
o cuartos menguantes cuando hablo de deseo
o lunas completas si hablo de vivir o de amar
o lunas llenas si se trata tan sólo de olvidar...
Y lunas nuevas si –como cada día- he de volver a empezar.
Porque hay de lunas a lunas:
Lunas silvestres enramadas entre los árboles,
Lunas simientes, fértiles y amantes de la tierra,
Lunas sangrantes, rojizas y de amaneceres muerte,
Lunas blancas, opacas llenas de secretos y escondites,
Lunas deslizadas, protectora de los amantes y sus caricias furtivas,
Lunas diosas, que se desnudan tras la ventana del firmamento, y nos regalan una lluvia de estrellas en cada orgasmo…
Hay de lunas a lunas,
unas más o menos creídas,
otras sediciosas, de vagina humedecida,
de besos hartos y lamidas encendidas.

Hay lunas en lunes,
penosas en martes,
rebeldes de miércoles, pausadas de jueves y viernes,
muertas y vivas pero muy calientes
-se aprovechan por ser satélites-.
¿Será que la luna es una, y de una en una se forma la historia de sus miles de fases y entregas?

Tan puta y tan señora,
tan alegre y sonriente,
tan llena de penurias y deseos,
tan puta la muy señora
-y no es que importe que abra sus piernas a cualquiera-,
es que para ella uno es cualquiera.
Será que hay lunas en lo que escribo,
lunas enamoradas,
perennes
asesinas y despiadadas,
tiernas y llenas de magia…

¿Será que todavía quedan lunas para afilar palabras al borde de la madrugada?

martes, 7 de junio de 2011

Sublimarse


Me encuentro en la mañana más fría que mi alma puede soportar,
midiendo la distancia que hay entre la realidad y mis sueños,
viendo partir cada anhelo con el despertar del sol
-juro que ellos al igual que yo desean volar libres-.

Y parece como si quisiera salvarme de mi cantando una vieja canción de cuna,
con la voz prestada de algún ángel extraviado en este mundo lleno de soledad,
repleto de verdades a medias,
de suspiros y de maldiciones,
tan lleno de mierda.
De verdad quisiera ver ese ser alado volando sobre mi,
entonando el romance de los caídos en la batalla por las ideas,
sólo quisiera salirme de mi
y no regresar jamás,
tener el cuidado de guardar los mitos verdaderos que hay encerrados en mi boca,
y recitarlos en una mañana más cálida,
-gritando a los cuatro vientos que este mundo sólo es una imagen de lo inexistente en mi cabeza-.

¿Sabes cuál es el camino que hay que tomar para estar más cerca?
¿Cómo ciega el amor en el atardecer de la vida?
¿Escuchas los secretos que te dices para mentirte después?
¿Conoces el significado de la vida?
¿Cómo se teje el destino en cada decisión que tomamos -estemos preparados o no-?
¿Reconoces el lenguaje del deseo?
¿Cómo se habla cuando se ama?
¿Serás la luna que ha esperado mi tierra en el transcurso de las eras?
¿Sientes que la vida se mueve en tus entrañas cuando estoy dentro de ti?
¿Seremos el paraíso?

Siguiendo mi mayor anhelo quisiera ser un ángel de hermosas alas negras transparentes,
un fantasma pálido de amor,
errante en el lado oscuro de tu cuerpo,
caminante del deseo que emana entre tus piernas,
y se derrama sobre la tierra,
esparcido por los vientos escondidos, huracanados de tu corazón.

Y no encuentro un momento de claridad entre tanta oscuridad,
ni un sollozo ni el alivio
de mis palabras rotas,
encimadas una sobre otra,
haciéndose el amor
como jauría hambrienta,
como manada desbocada,
como cementerio de hipérboles y metáforas:
"Simple parábola del hombre que sencillo ama cada letra con toda el alma".

martes, 31 de mayo de 2011

Metamorfosis metáfora





Mientras pasa
se desvanecen los crisoles de esta era,
y el colibrí vate con sus alas la pluma al cielo en busca de la metáfora
vuela lejos, sólo espera...
A que caiga la luna y se haga trizas en tu cuerpo,
y seas la mujer satélite,
la mujer noche,
de mis noches aciagas y clandestinas.
Y no es que te ame,
es que sólo te amo
cuando sueñas despierta
y te abalanzas sobre la vida,
en esos momentos en que no le dejas respirar:
Como si todo fuera un beso,
como si sólo eso desgarrara el alma,
como si respirar no contará...
Y sin embargo te pienso de cuatro cuartos,
de cuando hacemos el amor buscando el silencio perdido,
el destiempo obligado, el acento de muerte que sigue al preludio
de los puntos cardio-virginales:
norte, este, o este que se pierde en tu sur orgasmado,
Mientras el colibrí sólo espera que se haga la luna sobre tu cuerpo.
Y no es que te ame,
es que vivo espantado
de la crueldad de este mundo,
del desatino del hado,
y viejo mago,
me transformo para escribir en el cielo la metáfora:
"Espero los trozos de la luna sobre tu cuerpo,
aunque se vaya al diablo el mundo y el firmamento".





miércoles, 25 de mayo de 2011

Derrumbe sugestivo

Colapsada
Miles de ideas se colapsan
se mezclan para dar a luz nuevas sugestiones,
y los mundos paralelos y simétricos dejan de ser:

El inicio y el final entrelazados, confundidos;
la virtud cual juego de matatena, golpe- pelota- suelo;
los ángeles disfrazados de nubes, perdiéndose en el espacio;
el 4 como error de lo perfecto: 2+2=∞ imperfecto;
la mirada perdida de los enamorados, 
la revuelta silenciosa de los amantes;
los dedos cruzados faltos de suerte;
un abrazo vacío;
la personalidad de la desolada compañía;
la sangre sobre tus manos;
los asesinatos pausados y equilibrados por el sano derecho de matar;
el sendero laberinto y sus huellas extraviadas;
Dios como esperado final de las cosas:

Las cosas que olvidamos,
que se derriten y resbalan,
y la imparcialidad del juicio animal para convivir con el humano;
la querencia desvalida;
la falta de justicia en los besos;
el miedo atroz, y el horror de cada paso;
la respiración como escape a esta realidad mal sana;
la genialidad de la idiotez;
el enigma resuelto y su vericueto;
la amistad incapacitada;
las caricias atadas a su propia libertad;
la mujer virgen y su descendencia;
la interrogante enumerada, su pregunta abierta;
las vaginas rosadas de primavera;
la eyaculación precoz y el orgasmo detenido;
Afrodita saliendo de la mar;
Pegaso flotando en tu vía láctea;
el nagual que llevo dentro;
tu misión partida;
la partida de madre de todos los días;
el ladrón del fruto de tu vientre;
la savia en tu entrepierna;
mi lengua perforando el piélago de tu cuerpo en sábanas de seda;
que ya nada gira en rededor del sexo; todo es sexo;
la blasfemia cobijada entre tu seno;
la caída del hombre y la revolución de su naturaleza;
la numeración brincada; de raíces cuadradas y violetas cayendo del cielo;
la frase adverbial que fue,
lo que es y sigue siendo;
lo que no tenemos;
lo que más anhelamos y carecemos;
la querencia maldita, la maldita vida...
la enumeración idiota de las ideas que colapsan para crear sugestiones:

El mago y su sombrero y el conejo muerto;
El orco y el paraíso vejado en su terreno;
Lo salado y lo dulce y el hambriento;
La cordura envuelta en esta locura...
Lo que es y no es al mismo tiempo...
El recuerdo del anhelado olvido...
Mi nombre perdido en el vacío...
La puntualización de las ideas vanas que colapsan.

viernes, 6 de mayo de 2011

Delirio de palabras

El viento sopla las ideas,
las lágrimas,
la lluvia,
entrelaza los hemisferios,
se roba las caricias,
y hoy somos más humanos
de lo que jamás fuimos,
será que padecemos el delirio del poeta,
la esclavitud de las letras,
y fluye la sangre tinta desempolvando las lenguas...
Será que los caminos se han hecho sus verjas,
y las plantas sus semillas,
o es el sol que se esconde tras la luna
haciendo castillos de hielo,
mientras juega con la marea alta:
¡Cuántas imposibilidades!
Como aquella donde siempre recargamos nuestros cuerpos desnudos,
soñados,
imaginados o deslavados por el tiempo,
ese futuro inalcanzable
de tan pensado,
ese presente lleno de contradicciones pasadas,
de pronombres salvados,
donde yo no se transforma en tú...
Será que somos fantasmas,
reencarnaciones desdibujadas,
reencontradas,
aparecidas,
somos novela,
o sólo historia entrelazada...

jueves, 28 de abril de 2011

Hommo Hummanis (Delirio - cotidiano)


Tan salvaje,
siempre de alas atadas 
listo a pagar su sombrío peaje.

Tan sobrenatural
y sólo sangra en silencio,
sin oraciones,
sin llantos,
sin fundamentos.

Y no desaparece,
ni cae con las bolas de fuego,
ni vuela,
últimamente, ya ni sueña:
se siente puente,
cerrojo,
su misma jaula de oro.

Tan misterioso,
y se levanta descalzo
camina horrores,
siembra desiertos,
se acompaña siempre de muertos,
de la virgen de los lamentos
implorando socorro.
Ya ni habla,
ya ni mira,
ni toca o respira...
se agota,
se hace dejo
se voltea y camina a contra flujo,
se desata,
se desgasta...
y se mira viejo,
apagado,
transistor descontinuado...
Se sienta y siente al esclavo,
de los medios,
de lo común,
de lo muy humano...
Se observa normal -a aquel salvaje-,
hoy la vida se le escapa de las manos.


martes, 26 de abril de 2011

Retorcido deseo


Yo quisiera
retorcer las lisonjas de los poetas,
abastecer el sol de las sufridas caricias,
abrir el closet y sacar a las divinas muertas,
y besarles sus labios tiesos,
mirarme en el reflejo de sus ojos opacos,
sonar la marimba en sus costillas...
Apretar el apagador,
prender las noches,
salvarlas del pecado de vivir,
ceñirles el corsé y apretarlo hasta asfixiarlas.
Yo quisiera,
dejarlas solas,
hastiadas,
perdidas en el vericueto,
sanarles las heridas del laberinto,
dejarlas caminar a su ritmo,
llenarles la cadera:
Tirar las puertas y enseñarles el mundo.
Las guiaría entre las trincheras,
las zanjas que dejan en sus batallas perdidas,
las dejaría en su campo de exterminio,
junto a todo lo que ha quedado en el olvido:
Sus cadáveres exquisitos,
las letras paganas,
las herejías escritas sobre el cuerpo de los enamorados,
sus besos muertos,
sus muertos besos...
Yo quisiera
retorcer las lisonjas de los poetas,
pero sólo las lleno de deseo.

martes, 12 de abril de 2011

Escenario Vital (cuento en FA)



Hoy me desperté entre tinieblas, debo reconocerlo sentí miedo de verme sólo, rodeado de asperezas y contextos mentales, de esos que he ido creando a través del tiempo; sentí el frío de esta realidad aparente, compartida con todos -y con ninguno al mismo tiempo-. Al fondo, muy lejos sólo el sonido describía la ruta que debía seguir... mientras el escenario de mi vida se aparecía, develado, por la fuerza de la música, una síncopa perdida deambulaba, y la distorsión emulaba cuál grito de ayuda, envolviendo todo el ambiente espasmado... y caminé con la cabeza baja como buscando mis pasos perdidos, veía las huellas sembradas por el devenir de los tiempos -a veces pasado y futuro no son lo suficiente para hacer un presente-. Me sabía extraviado, y mil veces recogí las astillas de madera tiradas en el piso para formar mis baquetas, las pegaba con las gotas de sudor de los trabajos hechos -esos que me habían llevado al abandono y a obtener unas monedas para sobrevivir-. Caminé sin sentido, sólo balbuceaba palabras a destiempo, fuera de tono, fuera de mi -inspiradas por el sabor de los besos aplopéjicos de este presente continuo-, y no era yo, ¿o sólo era otra parte de mi que decidí enterrar?

Sólo la  música, de bajo sinuoso y de letras encendidas en el odio a la existencia misma, o repletas de esa esencia vital, me mantenían de pie. El escenario de mi vida se iluminó tras las explosiones y las luces góticas de cada historia que decidí contar -con escalas, o en menores, entre vistas, o a pura pluma-, era una Nívola escrita a tinta sangre y con pulsaciones propias, una epopeya con los ojos dispuestos a salir de su órbita por las aves negras del olvido: "Cría Cuervos..." Acaso, ¿era yo? ¿Era una parte de mi que decidí sacar a la luz? ¿El arte se seca mientras más apegado estás a él, o se confunde con tu propio corazón?

Caminé de filo hacia la luz, mientras mi lengua viperina aprendía los vocablos de esta tierra y olvidando su viejo diccionario de juglar peleado con la vida, caminé por entre las flores humanas, que se mecían soñolientas al compás de 4/4 y los gritos estridentes... los espacios del delay provocados por los armónicos no son suficientes para hacer un peaje. Caminé hacia la luz que bajaba morada de adviento, amarilla locura, sentida fría azul, verde esperanza, mientras él, Dios con su llaga al costado y las heridas de los clavos pulsaba una Fender Stratto y entonaba gritos de justicia, y yo perdido en mi mismo, le veía sobre el escenario de mi vida... podía ver a algunos llorando, como los lagartos antes de comer a su presa, así como decía Genet que sentía el amor, vi al súper hombre que soy al pie del escenario de su propia vida, a la vez que cruel el Destino hacía octavas  y quintas en la teclas de un Kurzweil... ¿Acaso era yo el mismo que observaba en la pantalla las viejas escenas de su vida? ¿Era el mismo que en Match grip, hacía redobles sobre los toms de aire, y apaleaba el ride? ¿O sólo era aquel que observaba el escenario de su vida?

Hoy no lo sé...

miércoles, 30 de marzo de 2011

No cuento

Haré de cuenta que hoy no cuento... ni uno ni mil ni trescientos sesenta y cinco, pero haré mis artificios al lado de la hoguera y mis malabares con las cinco lunas que encontré ayer en mi vieja caja de zapatos -donde guardo mis tesoros, lo más preciado-.

Moví mi niñez, los gajos del primer amor, y la babosada de un beso -por aquello de la saliva-. Me detuve en algunos acordes del círculo de Mi, todo en menores, y la letras de esa vieja canción:

"No puedo cerrar los ojos,
no puedo,
más llevo veinte años sin dormir,
no puedo cerrarlos, no
pero me pesan tanto,
que creo no podré despertar jamás.

No llores
que mi alma se quedará en ti 
para hacerte el amor
cuando yo ya no esté aquí..."

E hice de cuenta que no hice nada, ni el viejo barco de papel que solté a la deriva en algún llanto, ni las hélices de los ángeles -que en su afán de modernidad-, me buscaron de adolescente para que les echara una mano y pudieran sortear el abismo. Ese soy yo, soy el que jamás hace algo, no es que tire la piedra y esconda la mano, es que tiro la piedra y siempre doy en un blanco errado.

Por eso yo no cuento hoy, ni los corazones ni los enojos ni las planchas conque estiro mi piel de anciano prematuro: ¿Será que mi alma está cansada y mi cuerpo ha dado de si más que lo que da los jueves? No es que tenga horario o agenda, pero es que como no cuento ni los días de la semana ni las fases de la luna, se me va olvidando todo. Hoy me vi al espejo y no me reconocí, hasta me asusté de no tener algún barro escondido en las líneas de mi cara o de mi panza -jajajajaja-, apenas ayer era otro no el mismo que amaneció hace 3 días antes de ayer con las sábanas mojadas... me espanté porque era una versión extra de mi.

Por eso ya no cuento ni de mi ni de mi corazón ni de mis extrañezas, mucho menos de ti -se me olvidó tu nombre-, si tú, la de los ojos negros y profundos, por eso ya no cuento ni yo ni tú, si en la suma final siempre seremos...

viernes, 25 de marzo de 2011

Rigor Mortis



¿Te he dicho miles de veces que cuando sale la luna me transformo?

Y es que sé sólo hay una razón para existir dentro del hueco que hay en tu corazón de papel, y parece la misma desde siempre: Odiar la luz del sol sobre nuestros cuerpos, como anclaje a esta estúpida realidad que en días nos separa y nos deja de lleno hartos de nuestro vacío. ¿Acaso no te sientes sola?

Yo lo hago y me odio, y ni me entierro ni me salvo; y me escribo de letras y salvajes ironías que van formando el collage de las paredes de mi cuarto, letras y agnósticos, sibilas y epitafios, de quimeras  y deseos desahuciados, a punto de muerte, de una eternidad idealizada. ¿No sientes siempre el rigor mortis de la noche? Esa es siempre mi poesía:

Si la noche prevalece,
si cual grifos,
tus pezones derraman en su viaje
la Vía Láctea.

Si en su manto y con su tea
nos cobija,
muertos de deseo,
encendidos,
predilectos,
herejes,
de la vida ermitaños y bandidos.

Si la noche prevalece
y entre tus piernas,
salvajes las estelas,
de los viejos soles
y las estrellas nos encienden:
Animales,
viejos,
ansiados,
jodidos,
siemprepor siempre jóvenes,
erectos,
mojados;
muy cogidos.

Si la noche etérea
guarda su promesa,
y en su propia muerte se hace eterna.
Si prevalece y se olvida de su propia existencia,
por qué jamás nos amamos más allá de su pálida y terminal transparencia.
Será el sol, la luz ,
la luna que mengua día con día,
ante tu soledad,
la vacuidad,
aquella que es mía.

Si la noche prevalece,
¿estarías muerta o viva?

Siempre me espanta la respuesta del lucero de la mañana, sé que no calla la verdad que se musita entre mi piel y mis labios, que se filtra por mis poros... Amor, por qué no vienes y me salvas de esta adicción que florece entre las yemas de mis dedos, astilladas por las lunas de otros confines que habitan en mis uñas; no sabes -solo- escribo para vivir y desencadenar mis muertes, mis sortilegios, de brujo antiguo y mal versado en las artes del eros y el amor. Por qué no vienes y apagas las ninfas que corren tetas al aire en mi cerebro, y pones a pastar a los sátiros de cornamenta, miembro y patas de cabra; ¿no te dicen nada mis valquirias prisioneras de mis demonios y leviatanes? Ven y corta las cadenas de esta locura que edifico con pilares de papel y la hojarasca de mis letras -poemas vencidos y prosa cautiva de sus propias reglas-. Ve las ruinas en el iris de mis ojos y las paredes desgajadas con frases incomprensibles. ¿Sientes mi adicción por la noche y la cabalgata de los jinetes malditos sobre las veredas de mi razón? ¿No fluye mi maldición al llegar la mañana y tocarnos el sol, mientras desnudos y sudados nos conjuramos en los otros que siempre por la noche somos? Amor, por qué no vienes y me abrazas, aunque juntos nos derrita la luz, aunque no haya mañana, Amor, por qué no vienes y me salvas de mi...

¿Te he dicho miles de veces que cuando sale la luna me transformo?

jueves, 10 de marzo de 2011

Sin puntos finales



Mientras limito al horizonte con mis manos, frágil la estepa de tu vientre se estremece al roce de mis labios -que temblorosos-, posan palabras de aliento sobre los bordes de tu cuello... es que no quiero verte caer sobre tus mismas historias, esas que inventas para alejarte del mundo en que vivimos: no te das cuenta que compartimos la misma luna -claro, tú la cara vista y yo la oculta-. 

Siento el palpitar de tu corazón en las comisuras de mis labios, ¿será que te excitan mis palabras o mis demonios? Es que en verdad ya no sé si hablarte o dejarte caliente, con la vagina mojada, como cuando te muestro mis pecados en la piel, te lo juro no quiero verte caer, me gustas mujer, hembra, completa; llena de sortilegios y embrujos inventados.

Te das cuenta que siempre escribes de lo mismo: de tus viajes, de tus amores, que si tu muy potra, que si el vacío en el que vives. Tú no tienes esa fijación que hay en mi mente y en mis manos, a pesar de tener el oficio te desdices de las letras mientras buscas en los encuadernados de otros tu propia verdad. Por eso ya no te encuentro entre tantas letras, te perdí como se pierde la respiración en el mar... y en este vasto océano de poemas, cuentos y memoratas ha caído el fuelle de mi último suspiro.

Por eso me acerco a ti esta noche, temblando y con lisonjas que suenan a insultos para despertarte, para inyectarte un sueño profundo, de ganas, para joderte el alma como se machuca la piel en cada batalla del diario vivir, para arrancarte las entrañas y llenarte de vacío, de verdad llenarte en cada eyaculación con mis seres inmortales y delirios, como el de las puertas, ¿será que siempre espero algo? ¿O sólo me contagié de tu ferviente deseo de viajar y despertar entre los brazos del Guardagujas?

Mira que no miento cuando te digo que no quiero verte caer de espaldas y piernas abiertas para recibir a otro que no sea yo -erecto y a punto-. No quiero decirte ni pensarte pero estoy harto de tus laberintos de salidas etéreas y prisiones verdaderas, como aquella en la que siempre predices mi derrota amorosa y me mientes para decirme que me esperas con tus senos al descubierto, de pezones mirando al sol...

¡Juro que no te quiero ver caer, lo juro como se jura el nombre de Dios en vano! Y sin embargo, lo daría todo por ver como se desmorona el cielo, sobre nuestros cuerpos entintados y repletos de color, cubiertos por manto hueco de las estelas en el firmamento mientras la luna se desploma para hacer su nido, con tus palabras, en la azotea de mi casa... Mientras mis dedos limitan al horizonte, mi cuerpo tembloroso te hace el amor, una vez más, para verte caer desnuda en el infierno que he creado para ti, y es que es la fiel versión del paraíso, donde mis puntos finales siempre saben a suspenso.

martes, 1 de marzo de 2011

Absurda realidad



Ellos se miraban tan profundamente que se veían el alma consumida por las llamaradas del deseo, se olían como se olfatean las bestias en brama, seguidos por las hormonas en el ambiente, era el celo programado por la naturaleza... pasaban las horas contemplándose, memorizando cada rasgo en el rostro del otro, de ese que tenían enfrente y que les colmaba los sentidos. Por momentos se entrelazaban tiernos como los brotes de las enredaderas buscando la luz. Cuando uno suspiraba, el otro abría la boca para probar el aire que les daba la vida y sellaban su pacto con beso prolongado, fundiéndose uno en el otro al igual que se derrite en sus entrañas la tierra, era imposible parar, era estúpido parar: a la muerte de cada ósculo explotaba el seguido cúmulo de caricias, sus manos se buscaban en el piélago del otro, en su sagrada tierra.

Sin más exploraban sus territorios, subidas y bajadas, aludes y montañas, se detenían sólo para retomar energía y encontrarse frágiles en su permeabilidad: ambos, testereados, dactilizados, chupados, desfallecían. Y pasaban las horas en su eterno rito, se veían, se tocaban, se preguntaban si existían o uno era el sueño del otro, se extraviaban en las arboledas y pasajes que abundan entre las piernas, se vestían con la savia ajena, y socavaban las trincheras de su propia ideología, se dejaban débiles para la batalla, pero llenos de ilusiones -de esas buenas-, de las que dejan marcas en el cuerpo por haberse vivido intensamente. Eran la mutua otredad, la salvaje bestialidad del para sí -ya no importaba si para si mismos mientras fueran del otro. Momento a momento, se despejaban las dudas, se limpiaban la vida mientras se lamían los dolores y sinsabores del pasado, se agazapaban entre sus brazos para dejar pasar las penas -las propias y las vecinas-, dentro del mundo habían creado su mundo, una esfera de protección contra los otros, contra aquellos, contra todos, y no es que fueran rebeldes, sólo eran ellos... ellos...

Día a día, rito a rito, se miraban tan profundamente que veían su alma consumida por la hoguera del sentimiento; hasta que un día, por primera vez, armándose de valor el rompió el silencio y dijo: -Te amo. Y ella se desvaneció en el acto... y él comenzó a inventar palabras, una tras otra, las fue nombrando mientras el mundo le miraba extrañado: ¿Quién era ese loco que se inventaba un mundo llamado de otra forma?

Bautizó el todo y hasta la nada, se llamó sólo rodeado de aquellos de los que había huido, se miró al espejo y vio otro, que no el mismo que era, se inventó la tragedia y el cruel destino, se dijo por su nombre y se olvidó, y al acordarse de ella se sintió vacío; no quedando más que nombrar, fijó su mirada en el cielo y lo inventó a él, todopoderoso y se denominó maldito... y por más esfuerzos que hizo se sintió más muerto que vivo... o preso de un mal sueño que vivía despierto.

Mientras el mundo le miraba atónito, ¿acaso la realidad puede ser nombrada, y cada palabra tener un significado en ella? ¿Quién era ese estúpido que había decidido nombrarlo todo? Probablemente sólo un ser humano...

Seguir...





Y se guardó las ganas, mientras su mundo caía a trozos: "el techo se le vino encima", "todo cae por su propio peso" decía la gente, y él estaba tan cansado que le importaba poco esquivar los bloques o caminar sobre sus ruinas. Él, hoy, era el maestro de su inframundo -aquel que de verdad existe y sólo vestimos para llamarlo mundo-, pero estaba tan harto y cansado que aún teniendo la oportunidad, el lápiz, y la hoja en blanco decidió no escribir ni para salvarse o tener un final, es más, ni siquiera rezó sólo siguió viviendo.

lunes, 28 de febrero de 2011

Luna apagada





¡Basta! Grite acorralado por la luz de ella, maniática, depresiva, mierda de fémina, hermosa y seductora como siempre; con esos ademanes que parten el aire dibujando mundos, partiendo la tierra a cada paso: ¡Maldita! Le grité con todo el amor que cabe en mi pecho, ¡maldita seas! Y temblaban mis manos, ya empapadas por mi baba y las lágrimas que no dejaban de caer hasta hacer hilos en mis brazos... ¡Basta, baaasstaaa! Encabronado la señalé con el odio en los ojos, encendidos, rojos, traía el diablo y unos tragos adentro, ¡ya no lo soporto! Me restregué la cara hasta deformarla... Te has dado cuenta que todos hablan de ti y te miran enamorados, y tú les correspondes con abrazos y caricias: te endiosa y tu tan creída, tan sexi, te humedeces hasta provocar tus mares; perversa, sediciosa, voluptuosa: ¿A poco no te entregas a cualquiera, putísima? Y yo que de verdad te amo profundamente, desde mis vísceras, siempre con el deseo colgando entre mis piernas... 


¡Bastaaaa! Grité sin dejar de verla, mientras caía de espaldas y el viejo puente se hacía más pequeño. Escuché el sonido de mis huesos al romperse sobre las vías del tren -de tu tren, ese que adoras-, y la luna se apagó para siempre en mis ojos...

miércoles, 2 de febrero de 2011

Soy...


Hoy yo digo que abramos la reja, que salgan los seres de nuestro propio Necronomicrón, los invito a mirarnos en el espejo y deshojarnos como lo hacen los libros en el otoño. ¡Vamos seamos valientes y hablemos con la verdad! Hagamonos de frases y vistamos el quimono de la empatía, calcemos las sandalias frescas de las primaveras que se han perdido en sus propios pasos... Es más abracémonos ensortijados, tejamos la colcha con los pelos de nuestro pubis, besemos las almohadas, recemos un rosario por nada y para nada, alabemos en hinojos al absurdo mayor: La vida sólo es la vida que tienes para vivir, lo demás son mamadas.
¿Acaso no les da miedo? Yo vivo aterrado, lleno de demonios y leviatanes, salpicado de cristos inmolados, perdido entre los besos -muertos silenciosos-, atado alas caricias -muertos alevosos-, encadenado a la cadera de una fémina -musa controladora y vengativa: El cementerio en la cara oculta de la luna-.
Yo me miro al espejo y me veo lánguido, ojeroso, cíclope y de lengua bífida -y no soy reptil-, pecado circunscrito a la rueda de la fortuna de mi existencia: a veces vampiro y a veces ángel de negras alas, otras maldito, las más, fiel escribiente con satélites colgando de los dedos, catador de la vía láctea, y de las mamas divinas que la vierten.
Tiemblo de miedo y horror, desde la A hasta la X, la Y o la Z, esa amigos es mi verdad, me sudan las manos sobre el teclado, se abre el corazón a doble página, se me arruga el forro y hasta la fecha no tengo título: no soy  Archiduque o Conde ni lámpara ni águila ni moneda ni escribiente ni hombre. Soy el vademécum de las locuras ocultas y lisonjas de mediodía, soy el hacedor de puterías, el rasgador de medias, el asesino de palabras, el violador de las historias rosas y de las vaginas perfumadas de las últimas primaveras. Ese soy, el que pide la limosna de los viejos bolsillos rotos, el observador de los pretéritos confundidos, de los futuros acongojados y olvidados en el ridículo presente. Sólo soy el muro que se levanta entre nosotros -justo en medio de mi y el otro yo que suelo ser-, el de los acordes tristes en menores; sólo soy el que se ajusta su propio Apocalipsis, a sus muertos, a sus miedos, a su vigilia, a su tierra alumbrada por la luna... a su tierra alumbrada por la luna... a su tierra -temblorosa y asustada de esta vida- alumbrada por la luna, alumbrada por la luna... vida... por la luna... luna... vida mía.

Ilustraciones de Alma de Juguete por: Enrique Zaragoza

Este soy yo...

DE MI han dicho...Nació envuelto en la terrible sospecha del ser humano —él siempre quiso ser árbol, águila o imagen tras el espejo— un 13 de diciembre de 1972, en la ciudad más avasallante y más hermosa del mundo: el Distrito Federal.Desde pequeño creció con lunas en los dedos e ideas itinerantes colgando del cabello, ávido lector de tiras cómicas y de cuentos infantiles permitió a los seres mágicos, divinos y leviatanes arrullarse en su cama tras el profundo canto de las sirenas.Creció, y mientras decidía que hacer de su vida, en cada luna llena besaba las almohadas imaginando al amor de su vida. Por fin, una mañana decidió estudiar derecho, algo que le salió muy chueco porque abandonó la carrera para estudiar periodismo, dando por concluidos tales estudios en el PART, a la vez que rocanroleaba como oso en brama tras una batería.Años más tarde decidió llevar la música en sus adentros y trabajo como negro en la redacción del departamento de cultura de Radio Educación (de vez en cuando se aventaba un palomazo como productor del programa “Su casa y otros viajes”), todo esto sucedía mientras estudiaba un diplomado de Literatura y Periodismo en Casa LAMM. Las letras —aún las de pago— siempre le han perseguido, al igual que la radio, por tanto, trabajo como productor de la serie “Impulso Humano” en Radio Universidad, no sin antes pasar por la Subdirección de Logística Informativa del GDF, algunas agencias de publicidad y la coordinación de medios de IH, A.C.Por fin, el 12 de noviembre del 2005, su destino le alcanzó y se puso a escribir como secretaria ejecutiva después de una huelga, y dio a luz a varios chamacos, y con el único fin de darle de comer a su prole, actualmente se dedica al desarrollo de documentación administrativa para diferentes empresas y alguno que otro trabajo de producción en audio (es cierto, en México vivir de las letras, que no sean de pago, está de la China Hada).Por cierto, el nombre de sus chamacos son:* El eterno idilio entre las mariposas y las hormigas, 2007.* La caída de la luna, 2006. Noveleta rosa.* Alma de juguete (anhelos para el niño que nunca debiéramos olvidar), 2006. Cuentos ¿infantiles?* Egomanias y la Llantitos (cuento – lógia), 2006. Recopilación de 20 años de cuentos darkys y existenciales.La mayor parte de las veces me llaman ¡Hijo de la chingada! ¡o de tu madre!, bueno, la mía... aunque últimamente me he aficionado a ese término tan común y que sólo me sabe si proviene de sus labios y que juntos creemos es para toda la vida (chance y para algunas más).En fin, que de mi la gente puede decir todo y a la vez nada, tengo muchos nombres, lo cierto es que tengo buen corazón aunque lo disfrace de mil y un calamidades...

Rolas de la banda "Nívola_Cría Cuervos" (Quintanar/Vargas/ Cruz)