
Siempre quise estar enamorado, siempre lo desee con el alma y después de miles de vericuetos, de hipótesis y juramentos me di cuenta, que al igual que se guarda un minuto de silencio ante los muertos, es necesario parar un segundo para ver el amor antes de que nos sobrepase y se largue lejos o pase de largo...
Y cada uno de los sabores guardados en la punta de la lengua se transforman en palabras, en elocuencias de oraciones perdidas que hacen fila para no morir en el hastío y perderse solas en el abismo... en aquel que se crea cuando nuestros cuerpos celestes se prenden ante la noche y juntos hacen implosión con el ímpetu de nacer estrellas y guardarse en el firmamento por una eternidad que dure un orgasmo; un orgasmo juntos.
Parece mentira que veamos en el infinito la paridad del tiempo más pequeño, y es que eso dura el amor... sólo un segundo, en que todo se detiene y se mantiene intermitente la vida, llena de deseos de vivir... un por siempre de texturas septentrionales con las que se adornan las cinturas y las caderas, pasos de besos y desfiladeros de caricias que llevan a la oquedad de tu territorio, aquel donde se siembra la existencia y se vierte el deseo líquido... en espera de la vida que se halla oculta entre tus piernas...
Es un segundo en que se da a luz y los sentidos se agazapan tras la piel esperando despertar en plena erupción de sensaciones ardientes y flageladas por el ansia de la carne, ¿quién no busca al hacer el amor traspasar todo hasta llegar al sentimiento más profundo? ¿Quién se conforma con el envoltorio si en las entrañas se esconde la delicia del cadáver exquisito en que se transforma el amor cuando se muere poco a poco?
Y esta eternidad, este infinito tan pequeño sólo viene en el momento preciso, y aunque uno quiera no se repite, para transgredirnos -a ti y a mi- sólo es uno en la vida... sólo es una la oportunidad de ser y hacer pareja -aunque uno quiera vivir siempre enamorado-.
Por eso es que el amor no sólo es presencia -no sólo son labios tetas caderas y nalgas-, también es tiempo, es un segundo de ser implacable, de darse, de llenarse la boca en el cuerpo del otro, es mamarse los sueños y tragarse las palabras, es penetrarse y deleitarse en los confines de ese, el otro universo que vive paralelo... es un segundo de cobardía lleno de astucia e inteligencia, es la misma animalidad que nos alimentó por el ombligo, es la cadencia prisionera en la osamenta, es la herejía y la sobrevivencia de Dios ante la crueldad de la mayor invención de su creatura: el tiempo.
Es por eso que al igual que los vivos tienen su muerte y la muerte su tiempo; el amor se conforma de la unidad más pequeña, del infinito en el cual el hombre recoge sus miembros y se desplaza soñoliento, recorriendo sus propios dolores y sus alientos, en busca de aquel que una vez se perdió en el mismo y se volvió contrario a su sexo... por eso es que el amor es un segundo de cópula, de rompiento del himen ideológico, y la muerte inequívoca de todo postulado lógico... El amor es un segundo congelado mientras el reloj continúa su paso, y nos vamos acercando, irremediables a un minuto de silencio guardado...