Haré de cuenta que hoy no cuento... ni uno ni mil ni trescientos sesenta y cinco, pero haré mis artificios al lado de la hoguera y mis malabares con las cinco lunas que encontré ayer en mi vieja caja de zapatos -donde guardo mis tesoros, lo más preciado-.
Moví mi niñez, los gajos del primer amor, y la babosada de un beso -por aquello de la saliva-. Me detuve en algunos acordes del círculo de Mi, todo en menores, y la letras de esa vieja canción:
"No puedo cerrar los ojos,
no puedo,
más llevo veinte años sin dormir,
no puedo cerrarlos, no
pero me pesan tanto,
que creo no podré despertar jamás.
No llores
que mi alma se quedará en ti
para hacerte el amor
cuando yo ya no esté aquí..."
E hice de cuenta que no hice nada, ni el viejo barco de papel que solté a la deriva en algún llanto, ni las hélices de los ángeles -que en su afán de modernidad-, me buscaron de adolescente para que les echara una mano y pudieran sortear el abismo. Ese soy yo, soy el que jamás hace algo, no es que tire la piedra y esconda la mano, es que tiro la piedra y siempre doy en un blanco errado.
Por eso yo no cuento hoy, ni los corazones ni los enojos ni las planchas conque estiro mi piel de anciano prematuro: ¿Será que mi alma está cansada y mi cuerpo ha dado de si más que lo que da los jueves? No es que tenga horario o agenda, pero es que como no cuento ni los días de la semana ni las fases de la luna, se me va olvidando todo. Hoy me vi al espejo y no me reconocí, hasta me asusté de no tener algún barro escondido en las líneas de mi cara o de mi panza -jajajajaja-, apenas ayer era otro no el mismo que amaneció hace 3 días antes de ayer con las sábanas mojadas... me espanté porque era una versión extra de mi.
Por eso ya no cuento ni de mi ni de mi corazón ni de mis extrañezas, mucho menos de ti -se me olvidó tu nombre-, si tú, la de los ojos negros y profundos, por eso ya no cuento ni yo ni tú, si en la suma final siempre seremos...
El caos es el orden en el mundo, de todo aquello que no entiendo, de lo que percibo dentro de esta realidad aparente... Parece, creo es parte del destino que me espera en alguna parte. Lo sé, por la caída de la luna que ha llenado el hueco más profundo de mi cuerpo: aquel existente dentro de mi pecho... Por: Heriberto Cruz Reséndiz
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miércoles, 30 de marzo de 2011
viernes, 25 de marzo de 2011
Rigor Mortis
¿Te he dicho miles de veces que cuando sale la luna me transformo?
Y es que sé sólo hay una razón para existir dentro del hueco que hay en tu corazón de papel, y parece la misma desde siempre: Odiar la luz del sol sobre nuestros cuerpos, como anclaje a esta estúpida realidad que en días nos separa y nos deja de lleno hartos de nuestro vacío. ¿Acaso no te sientes sola?
Yo lo hago y me odio, y ni me entierro ni me salvo; y me escribo de letras y salvajes ironías que van formando el collage de las paredes de mi cuarto, letras y agnósticos, sibilas y epitafios, de quimeras y deseos desahuciados, a punto de muerte, de una eternidad idealizada. ¿No sientes siempre el rigor mortis de la noche? Esa es siempre mi poesía:
Si la noche prevalece,
si cual grifos,
tus pezones derraman en su viaje
la Vía Láctea.
Si en su manto y con su tea
nos cobija,
muertos de deseo,
encendidos,
predilectos,
herejes,
de la vida ermitaños y bandidos.
Si la noche prevalece
y entre tus piernas,
salvajes las estelas,
de los viejos soles
y las estrellas nos encienden:
Animales,
viejos,
ansiados,
jodidos,
siempre, por siempre jóvenes,
erectos,
mojados;
muy cogidos.
Si la noche etérea
guarda su promesa,
y en su propia muerte se hace eterna.
Si prevalece y se olvida de su propia existencia,
por qué jamás nos amamos más allá de su pálida y terminal transparencia.
Será el sol, la luz ,
la luna que mengua día con día,
ante tu soledad,
la vacuidad,
aquella que es mía.
Si la noche prevalece,
¿estarías muerta o viva?
Siempre me espanta la respuesta del lucero de la mañana, sé que no calla la verdad que se musita entre mi piel y mis labios, que se filtra por mis poros... Amor, por qué no vienes y me salvas de esta adicción que florece entre las yemas de mis dedos, astilladas por las lunas de otros confines que habitan en mis uñas; no sabes -solo- escribo para vivir y desencadenar mis muertes, mis sortilegios, de brujo antiguo y mal versado en las artes del eros y el amor. Por qué no vienes y apagas las ninfas que corren tetas al aire en mi cerebro, y pones a pastar a los sátiros de cornamenta, miembro y patas de cabra; ¿no te dicen nada mis valquirias prisioneras de mis demonios y leviatanes? Ven y corta las cadenas de esta locura que edifico con pilares de papel y la hojarasca de mis letras -poemas vencidos y prosa cautiva de sus propias reglas-. Ve las ruinas en el iris de mis ojos y las paredes desgajadas con frases incomprensibles. ¿Sientes mi adicción por la noche y la cabalgata de los jinetes malditos sobre las veredas de mi razón? ¿No fluye mi maldición al llegar la mañana y tocarnos el sol, mientras desnudos y sudados nos conjuramos en los otros que siempre por la noche somos? Amor, por qué no vienes y me abrazas, aunque juntos nos derrita la luz, aunque no haya mañana, Amor, por qué no vienes y me salvas de mi...
¿Te he dicho miles de veces que cuando sale la luna me transformo?
jueves, 10 de marzo de 2011
Sin puntos finales
Mientras limito al horizonte con mis manos, frágil la estepa de tu vientre se estremece al roce de mis labios -que temblorosos-, posan palabras de aliento sobre los bordes de tu cuello... es que no quiero verte caer sobre tus mismas historias, esas que inventas para alejarte del mundo en que vivimos: no te das cuenta que compartimos la misma luna -claro, tú la cara vista y yo la oculta-.
Siento el palpitar de tu corazón en las comisuras de mis labios, ¿será que te excitan mis palabras o mis demonios? Es que en verdad ya no sé si hablarte o dejarte caliente, con la vagina mojada, como cuando te muestro mis pecados en la piel, te lo juro no quiero verte caer, me gustas mujer, hembra, completa; llena de sortilegios y embrujos inventados.
Te das cuenta que siempre escribes de lo mismo: de tus viajes, de tus amores, que si tu muy potra, que si el vacío en el que vives. Tú no tienes esa fijación que hay en mi mente y en mis manos, a pesar de tener el oficio te desdices de las letras mientras buscas en los encuadernados de otros tu propia verdad. Por eso ya no te encuentro entre tantas letras, te perdí como se pierde la respiración en el mar... y en este vasto océano de poemas, cuentos y memoratas ha caído el fuelle de mi último suspiro.
Por eso me acerco a ti esta noche, temblando y con lisonjas que suenan a insultos para despertarte, para inyectarte un sueño profundo, de ganas, para joderte el alma como se machuca la piel en cada batalla del diario vivir, para arrancarte las entrañas y llenarte de vacío, de verdad llenarte en cada eyaculación con mis seres inmortales y delirios, como el de las puertas, ¿será que siempre espero algo? ¿O sólo me contagié de tu ferviente deseo de viajar y despertar entre los brazos del Guardagujas?
Mira que no miento cuando te digo que no quiero verte caer de espaldas y piernas abiertas para recibir a otro que no sea yo -erecto y a punto-. No quiero decirte ni pensarte pero estoy harto de tus laberintos de salidas etéreas y prisiones verdaderas, como aquella en la que siempre predices mi derrota amorosa y me mientes para decirme que me esperas con tus senos al descubierto, de pezones mirando al sol...
¡Juro que no te quiero ver caer, lo juro como se jura el nombre de Dios en vano! Y sin embargo, lo daría todo por ver como se desmorona el cielo, sobre nuestros cuerpos entintados y repletos de color, cubiertos por manto hueco de las estelas en el firmamento mientras la luna se desploma para hacer su nido, con tus palabras, en la azotea de mi casa... Mientras mis dedos limitan al horizonte, mi cuerpo tembloroso te hace el amor, una vez más, para verte caer desnuda en el infierno que he creado para ti, y es que es la fiel versión del paraíso, donde mis puntos finales siempre saben a suspenso.
martes, 1 de marzo de 2011
Absurda realidad
Ellos se miraban tan profundamente que se veían el alma consumida por las llamaradas del deseo, se olían como se olfatean las bestias en brama, seguidos por las hormonas en el ambiente, era el celo programado por la naturaleza... pasaban las horas contemplándose, memorizando cada rasgo en el rostro del otro, de ese que tenían enfrente y que les colmaba los sentidos. Por momentos se entrelazaban tiernos como los brotes de las enredaderas buscando la luz. Cuando uno suspiraba, el otro abría la boca para probar el aire que les daba la vida y sellaban su pacto con beso prolongado, fundiéndose uno en el otro al igual que se derrite en sus entrañas la tierra, era imposible parar, era estúpido parar: a la muerte de cada ósculo explotaba el seguido cúmulo de caricias, sus manos se buscaban en el piélago del otro, en su sagrada tierra.
Sin más exploraban sus territorios, subidas y bajadas, aludes y montañas, se detenían sólo para retomar energía y encontrarse frágiles en su permeabilidad: ambos, testereados, dactilizados, chupados, desfallecían. Y pasaban las horas en su eterno rito, se veían, se tocaban, se preguntaban si existían o uno era el sueño del otro, se extraviaban en las arboledas y pasajes que abundan entre las piernas, se vestían con la savia ajena, y socavaban las trincheras de su propia ideología, se dejaban débiles para la batalla, pero llenos de ilusiones -de esas buenas-, de las que dejan marcas en el cuerpo por haberse vivido intensamente. Eran la mutua otredad, la salvaje bestialidad del para sí -ya no importaba si para si mismos mientras fueran del otro. Momento a momento, se despejaban las dudas, se limpiaban la vida mientras se lamían los dolores y sinsabores del pasado, se agazapaban entre sus brazos para dejar pasar las penas -las propias y las vecinas-, dentro del mundo habían creado su mundo, una esfera de protección contra los otros, contra aquellos, contra todos, y no es que fueran rebeldes, sólo eran ellos... ellos...
Día a día, rito a rito, se miraban tan profundamente que veían su alma consumida por la hoguera del sentimiento; hasta que un día, por primera vez, armándose de valor el rompió el silencio y dijo: -Te amo. Y ella se desvaneció en el acto... y él comenzó a inventar palabras, una tras otra, las fue nombrando mientras el mundo le miraba extrañado: ¿Quién era ese loco que se inventaba un mundo llamado de otra forma?
Bautizó el todo y hasta la nada, se llamó sólo rodeado de aquellos de los que había huido, se miró al espejo y vio otro, que no el mismo que era, se inventó la tragedia y el cruel destino, se dijo por su nombre y se olvidó, y al acordarse de ella se sintió vacío; no quedando más que nombrar, fijó su mirada en el cielo y lo inventó a él, todopoderoso y se denominó maldito... y por más esfuerzos que hizo se sintió más muerto que vivo... o preso de un mal sueño que vivía despierto.
Mientras el mundo le miraba atónito, ¿acaso la realidad puede ser nombrada, y cada palabra tener un significado en ella? ¿Quién era ese estúpido que había decidido nombrarlo todo? Probablemente sólo un ser humano...
Seguir...
Y se guardó las ganas, mientras su mundo caía a trozos: "el techo se le vino encima", "todo cae por su propio peso" decía la gente, y él estaba tan cansado que le importaba poco esquivar los bloques o caminar sobre sus ruinas. Él, hoy, era el maestro de su inframundo -aquel que de verdad existe y sólo vestimos para llamarlo mundo-, pero estaba tan harto y cansado que aún teniendo la oportunidad, el lápiz, y la hoja en blanco decidió no escribir ni para salvarse o tener un final, es más, ni siquiera rezó sólo siguió viviendo.
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Ilustraciones de Alma de Juguete por: Enrique Zaragoza
Este soy yo...
DE MI han dicho...Nació envuelto en la terrible sospecha del ser humano —él siempre quiso ser árbol, águila o imagen tras el espejo— un 13 de diciembre de 1972, en la ciudad más avasallante y más hermosa del mundo: el Distrito Federal.Desde pequeño creció con lunas en los dedos e ideas itinerantes colgando del cabello, ávido lector de tiras cómicas y de cuentos infantiles permitió a los seres mágicos, divinos y leviatanes arrullarse en su cama tras el profundo canto de las sirenas.Creció, y mientras decidía que hacer de su vida, en cada luna llena besaba las almohadas imaginando al amor de su vida. Por fin, una mañana decidió estudiar derecho, algo que le salió muy chueco porque abandonó la carrera para estudiar periodismo, dando por concluidos tales estudios en el PART, a la vez que rocanroleaba como oso en brama tras una batería.Años más tarde decidió llevar la música en sus adentros y trabajo como negro en la redacción del departamento de cultura de Radio Educación (de vez en cuando se aventaba un palomazo como productor del programa “Su casa y otros viajes”), todo esto sucedía mientras estudiaba un diplomado de Literatura y Periodismo en Casa LAMM. Las letras —aún las de pago— siempre le han perseguido, al igual que la radio, por tanto, trabajo como productor de la serie “Impulso Humano” en Radio Universidad, no sin antes pasar por la Subdirección de Logística Informativa del GDF, algunas agencias de publicidad y la coordinación de medios de IH, A.C.Por fin, el 12 de noviembre del 2005, su destino le alcanzó y se puso a escribir como secretaria ejecutiva después de una huelga, y dio a luz a varios chamacos, y con el único fin de darle de comer a su prole, actualmente se dedica al desarrollo de documentación administrativa para diferentes empresas y alguno que otro trabajo de producción en audio (es cierto, en México vivir de las letras, que no sean de pago, está de la China Hada).Por cierto, el nombre de sus chamacos son:* El eterno idilio entre las mariposas y las hormigas, 2007.* La caída de la luna, 2006. Noveleta rosa.* Alma de juguete (anhelos para el niño que nunca debiéramos olvidar), 2006. Cuentos ¿infantiles?* Egomanias y la Llantitos (cuento – lógia), 2006. Recopilación de 20 años de cuentos darkys y existenciales.La mayor parte de las veces me llaman ¡Hijo de la chingada! ¡o de tu madre!, bueno, la mía... aunque últimamente me he aficionado a ese término tan común y que sólo me sabe si proviene de sus labios y que juntos creemos es para toda la vida (chance y para algunas más).En fin, que de mi la gente puede decir todo y a la vez nada, tengo muchos nombres, lo cierto es que tengo buen corazón aunque lo disfrace de mil y un calamidades...