Mientras el cursor espera en la pantalla, muevo los papeles sobre el escritorio para dar un sorbo al elixir de mis delicias, mi tonta mano tira la taza y se vierte el líquido sobre aquellos lienzos blancos heridos con la imposibilidad de mis letras. Apresurado levanto cada carta o e-mail que te he escrito, los imprimo pero nunca te los mando, armo la colección de mis recuerdos y de los pocos souvenirs que me quedan: tus cartas desgastadas de las mil veces que las he leído y la fotografía de la luna llena, la única que guardo de ti.
Parece ser he salvado a todos. Mi vista se detiene, uno a la orilla se mece escurrido, lo despego con cuidado, parece legible:
“Mira las espadas alrededor de mi camino, pequeñas flores derrumbadas del jardín del Edén, prisioneras de la encomiable laxitud del tiempo que se pierde en las arenas de un mundo desierto. Mira las espadas como cuelgan de los árboles con el filo hacía abajo, pequeñas dagas como agujas del reloj que mide mi eterna imperturbabilidad. Mira, a lo lejos, un gigante siembra monedas en la tierra mientras los caballos salvajes danzan en el aire por entre las nubes que salen del valle de tu cuerpo, de sus cascos brotan chispas que iluminan el firmamento con un arcoiris del color de las ideas de un porvenir bienaventurado. Ve a lo lejos como tu sonrisa se prende al cielo ocupando el vacío que dejó la luna hace casi un año, ¿sientes en tu rostro el encuentro de la libertad con tu alma? Aprecia, con la certeza del advenimiento, el poder de las mariposas, de texturas encantadas, pasando a través de tu existencia, observa cómo se dejan llevar pausadas, aletargadas y vivaces, con letras en las alas del único poema que soy capaz de escribir.
Lo puedes creer, en el lago, somos nosotros haciendo el amor, bueno los otros que somos y, en las orillas, la fruta del no y del hoy cuelga de las ramas de los cafetales de un sábado por la tarde. Puedes ver cómo nos reflejamos en las aguas cristalinas, a la vez, las caricias acompañan los sentimientos enamorados y prendidos a la piel de un momento perdurable en la eternidad. ¿Sientes cómo me derrito entre tus piernas de dulce líquido marea de fuego? ¿Puedes abrazarme por un segundo y detener el tiempo y pretender que no hay ni hoy ni mañana ni para siempre? Y en ese instante, ¿podríamos saber que la fantasía cae cual densa lluvia sobre nuestra historia? ¿No recorre tu cuerpo el destino feliz de hallar el sendero que va directo a tu corazón? Mira, el gigante recoge perlas y las entrelaza con hilos de plata y las hormigas llegan en fila con pequeños corazones sobre la espalda, son pequeñas esencias de sal de las historias que te cuento. El gigante se acerca y deja sobre los tulipanes un collar de perlas sueño para tu cuello.
Los caballos salvajes dan vueltas entre tus nubes, de esas que salen de tu pecho y se hacen del algodón de lo que no entiendes. Tras la montaña un mago saca del sombrero la carta del as de copas y la rueda de la fortuna gobernada por el mundo, y a su lado, encerrada en su burbuja, la dama se prende cual botón en primavera, sobre su torre, esperando el cambio de estación…
Por un momento, sólo por un momento puedo parar el mundo y creer en el universo que nace de la alquimia de tus manos, de las frases que te robo cínicamente y permites que escriba con mi firma al calce. Por un momento, sólo por ese instante, permito que me gobierne la locura para hacer mella en la realidad de aspados molinos y quijotes derretidos. En ese momento dejo que mi mundo se convierta en estatua de sal, a la orilla del eterno vaivén del océano de tu tranquilidad, para desaparecer disuelto en la corriente del mar que llevas en tu interior… y en ese momento soy tan tuyo cómo jamás lo he sido de mi, y en ese momento de locura, eres tan mía como el nido del ave en que me convierto cuando no encuentro la dirección para llegar a tierra y a mi hogar… y entonces caigo en hinojos deseando perderme entre tus brazos… y por ese instante, por ese momento sé que todo es posible… y me doy cuenta que te amo de frente y de trasfondo, oblicuo y transverso, en líneas y espirales, circunscrito al rectángulo que forman las hojas de esta semblanza en que me llevas y te llevo por el único camino salida al laberinto que se forma con el reconocimiento de ser y no ser, estar y no estar, de creer que nuestras diferencias son la fuente de la memoria de la piel y de este sentimiento de vanguardia y [mancha de café], por un momento, sólo por ese instante sé que despertarás en mis brazos una mañana y que tú, imagen perfumada, serás lo que vean mis ojos llenos de lajas cristalinas mientras el sol se cuela por la ventana llenando de índigo ámbar goteado nuestra existencia…[mancha de café]
[Mancha de café]… T…A…M…siem… hay m´…”
Lo sé, son letras desgajadas de mi amor profundo por ti… pero son el sentido de mi vida, es la única forma que tuve y he tenido para estar cerca de ti…