Esta noche he soñado las lunas de tus dedos abriendo este cielo gris, teniendo cuidado de no lastimar las últimas imágenes, que celoso, guardo de ti. Es que no quiero dejarnos caer en el olvido, como las arenas de la vida caen para formar las dunas de la incertidumbre de un futuro que no llega.
Véeme, soy un hombre con las manos sucias y una mala estrella; sin más que las letras sobre el teclado y una multitud de sueños sueltos, libres para enfrentar el rigor de la noche eterna en un acto de esperanza por ver llegar la luz de la mañana.
Tanto tiempo hemos vagado sin rumbo sobre los mares de sueños sin sentido; que al romper hoy nuestras olas sobre los reales acantilados se han fragmentado en dulces quimeras y en tristes utopías de una vida juntos, caminando lado a lado por el infinito y su profundidad. Y hoy, no sé qué sembrar entre los mares de tus adentros, en la inmensidad de tu ser. Y me quedo pasmado con mis manos vacías y mi mala estrella ante la posibilidad de verte partir.
Véeme, desnudo ante tus ojos, ante tus noches de mujer independiente, ante los te amos que te guardas... Véeme desnudo ante la fuerza de tu ternura y el golpe del destino: se pueden coleccionar noches sin ti; llenando cada evocación del sabor de la sal de tus vivencias que llevas impregnada en tu piel. Se pueden coleccionar noches sin ti, a pesar de llevarte adentro.
Véeme, sólo soy un hombre lleno de vacíos y recuerdos, de imposibilidades y de malos ratos, de madrugadas largas tras una noche de espeso llanto... Sólo soy un hombre más sobre la tierra, pero tal vez el único que puede llevarte con él a pesar de la distancia...
Y eso sólo es algo más que la querencia, es destino...
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