No sé si estés de acuerdo, pero el café es casi tan placentero como una taza de buen sexo... y bueno eso no lo digo digo yo, lo dicen las piernas que se abren después de un americano cargado, de un capucchino que desmonta su gorrita y se lanza a levantar faldas, o el olor del tueste del grano que invita a pecar, perturbando a través del olfato el pudor y las caderas...
No sé si estés de acuerdo conmigo, pero el café siempre es placentero, te anima y te disfraza de león o caballero de hojalata; en cambio el sexo siempre te disfraza de amante o de amado, de bien o mal cogido... pero el olor es el mismo; a veces más penetrante o disperso, aromático, delicioso o suculento: siempre depende de la mezcla... si es cuestión de culear suele ser duro y energizante, si hay amor se vuelve sublime al gusto y aromático caliente... que uno no limita al otro, siempre que se quiere se desea un buen culo y dura tranca -digámosle verga-.
Ojalá estés de acuerdo conmigo pero el café es casi tan placentero como una taza de buen sexo, seguido de un largo y prolongado beso... ¡Absurdo pero tan real que la próxima vez que entres a una cafetería, pedirás una taza mirándole a quien te atiendela entrepierna!
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