y a un hombre sentado en una nube
que me preguntaba sobre mi vida...
Y callado mis memorias respondían:
de las noches reptando entre tus senos,
de tus besos llenos de veneno,
de lo que es coger con el alma en pleno,
de lo dulce que es ir de más a menos.
Incrédulo el hombre sembraba con mis recuerdos
un campo de rubíes y diamantes;
mientras sellaba las oquedades y los surcos
invocaba a miles de amantes:
ni tú ni yo aparecíamos hoy,
sólo como éramos antes:
Con la plaga del sueño,
caminando codo a codo,
mano a mano,
saboreando el destino del ser humano,
dos haciéndose uno,
respirándose y atragantándose,
saboreándose...
Amándose,
escapándose libres a ese campo de rubíes y diamantes.
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