El tropezar con un sueño es casi como desfigurar el rostro con palabras tristes, aceptar que tus suelas siempre pisan mis costillas, que las caricias se llenan de insuficiencia: Hoy me comí mis poemas sobre una linda vajilla que heredé de mis abuelas. Y sentí un profundo miedo de seguir viviendo y de ir definiendo lo incierto de mi universo.
Y pensé por un segundo que eras mía y pude ver en el firmamento que no hay nada tan cierto como que nada es para siempre y que la luna sigue siendo de queso... para aquellos que llevan un ratón como ventrículo izquierdo. Y el miedo fue durmiendo mis brazos hasta saciarse en mi con sus viejos instintos... siempre dobla el ánimo no importa si se escribe o se sueña, si se vive o se pelea... el camino siempre se recorre solo no importa si despierto queriendo verte o si ocupo la mitad de tu cama por un momento... no importa si el corazón se congela en este o en el próximo invierno... Y pensé por unos días que el sabor de tus besos era tan mío como los labios de donde nacieron, y mi cuerpo reclamaba tus caricias provenientes de tus dedos plagados de deseo, y casi he creído que me quieres... mientras quería que me amases para encontrar en tus ojos el milagro de la existencia; la luz de una flama tan ligera que salvase mi existencia del abismo de esta soledad inhóspita llena de proyectos y con celos suficientes para luchar por una misma vida...
Y es que te presumo en mis temores, vuelo entre caricias y brisas noctámbulas llenas de más que deseo... de la vorágine del amor infundado y lleno de cariño, tanto que se puede confundir la realidad con el sueño del destino... ¿Hay algo más que el amor para estar vivo?
Y te pienso en mis tormentas y en mis días, como el quieto remanso, y ya no importa si me amas o me quieres, si me enjuagas las heridas, si sellas el futuro con un dedo o con un beso...
Y es que pinto de inocencia las paredes, y cierro las puertas con sonrisas aunque muera por reclamarte que no eres mía... que no hay más que las hojas cayendo sobre el suelo en el otoño, y que irremediable el sentimiento se congela en su propio averno.
¡Y todo es tan fácil! ¡Y qué difícil es despertar y verte! Respirando tranquila el sueño de la vida mientras se me congela el corazón por no verte... Y quien dijo que este es el cielo no sabe de las ruinas que dejan en pecho las lunas oscuras de tu invierno...
Y pensé... y casi me he creído que me quieres... y llega el futuro y tú no vienes...
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