Y el sonido de mi sentimiento,
son los tonos de las caricias de mi mano
-transportándose en octavas- hasta llegar a la salvedad de tus sinfonías pentaorgásmicas de erectos ritos clitoriales y dulces campanas vaginales.
Son las escalas recorridas sobre la caja sonora bajo tu piel
rematadas en tus propias notas en menores -tus tristezas más graves-,
tus sonrisas divinas y elevadas -tus notas agudas en mayores-,
son armonías -diátonas- de tus días cotidianos y cansados.
Son silencios pausados y lentos,
-cual lápida de nuestros besos enterrados y bien muertos-.
El crescendo -son los momentos en que nos hacemos viejos-,
y los puentes, aquellos que formamos al unísono cuando estamos muy lejos,
y más aún, cuando hartos de nosotros y nuestro amor apendejado,
nos miramos sólo para no pasar de largo y dejarnos de lado.
Después de todo es la canción del sentimiento... un pentagrama de sonidos y silencios, de ritos, de caricias y de besos, es lo que nos hace sólo, sólo volver a empezar...
Coda por toda la eternidad...
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