
Te he de preguntar si bastan 20 mil palabras para olvidarse y convertirse en otro, para hacer los árboles de plástico y los peces de colores virtuales, para rellenar el hueco que hemos dejado en la tierra de tanto arar buscando muertos, inventando asesinatos y sembrando delatores de una verdad que no conocemos -lo peor- o que hemos inventado.
Serán suficientes veinte de a mil palabras para limpiar los oídos de la angustia que ensordece cuando joven, para rellenar la soledad que nos acompaña cuando adultos, para solventar la tristeza que queda cuando muertos -ya que el pedo no es morirse sino aceptar que se esta muerto-. ¿Lo serán?
Te lo pregunto porque tengo la boca seca de los besos que no han llegado, la piel áspera de las caricias perplejas bajo los rayos de la luna, la estúpida sonrisa que amanece cual sentencia de esta vida liviana y desgastada. Crees que veinte miles sean suficientes para bordar el libro que me espera resguardado por mi disco duro y su contraseña, serán de más o menos para hilvanar la trama y crear el desenlace que cual sentencia nos espera en este amor que lejos de construirse se atraganta para morir colgado con los huevos al aire -será que son tantas palabras que por eso se asfixia, y se mata y se provoca cual anorexico panfleto de quinta-.
¿Cuántas vidas son suficientes? ¿Cuántas? Y mientras invocamos las palabras en ensortijados sortilegios, la vida se va caminando osada, alevosa y llena de sueños rosas, dejando en el sendero oraciones blancas, versos azules y poemas de cuarta... ¿Cuántas palabras se necesitan para amlagamar los labios, sopesar el cuerpo mientras con la lengua limpiamos la piel de los orgasmos y las venidas? ¿Cuántas palabras bajan en forma de escarcha para ablandar las contingencias de la vida y hacernos volar en pos de sueños de un paraíso perdido y olvidado de los mapas? ¿Serán suficientes 20 mil? Te lo pregunto porque no lo sé, pero el teclado hierve entre las gotas carmines de mis medias lunas, y las gotas saladas de mi espesa tristeza... aquella por la vida? Son suficientes las dos decenas de miles de palabras que cual asesino en masa se divierte jugando con la vida mientras planea para los dos un futuro mejor lleno de momentos y segmentos, de amores mercantiles, de sensaciones trasbocado, del vino agrio de vivir callando... de respirar viviendo mientras la consciencia nos va hundiendo en un mar de tranquilas imposibilidades... ¿Son suficientes para decir un te amo momentaneo y que se vaya disolviendo en el ocaso de mis labios, en la mirada siempre fiel del espejo y entre los días de cada año venidero?
Te lo pregunto en silencio, a la vez que sin quererlo, sigo escribiendo, poema a letra, señuelo tras martillo, hoja en la hojarasca de un amor encontrado entre los mares de este limbo... de cada fuelle de oxígeno que irremediable se agolpa en los pulmones y nos mantiene vivos...
¿Crees que 20 mil palabras sean suficientes para servir de puente y salvarnos del abismo, para que pase el tiempo y la luna por fin, tras la noche agazapada, encuentre su destino no entre los hombres sino en aquel que está marcado por los designios divinos?
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