Cierro los ojos y veo los copos de nieve que hay amalgamados sobre tu pecho, y como las cenizas de mi cuerpo van cubriendo el rojo oxidado de tus labios, mientras mi lengua despierta al Fénix oculto en tu vientre: cada vez que se enciende se funde el deseo en tus entrañas...
Y pienso en el camino que recorre la avidez, ¿será que los pasos perdidos siempre encuentran el camino del abandono? Y no hablo de la soledad ni del vacío; sólo dejo al aire el momento en que se olvida todo, hasta uno mismo. Es el momento en que la boca se entibia, y se desgajan las caricias por los pliegues de la piel, es la vibración que dando a luz, se pierde en la madeja de los cuerpos hechos nudo, embriagados de ganas, sedientos de las palabras que negadas al habla, sólo se escriben... Y parece que el sol es invisible y el alma transparente, que los sentidos se mueven sigilosos ocultando sus temores tras la palpitación de los sexos confundidos al ámbar de la mañana.
A la vez la historia se escribe entre las sábanas revueltas, revolucionarias, muestrario del campo de batalla: banderas flageladas, de tierras casi desconocidas, extrañas combatiendo juntas en pos del orgasmo, -y no hablo de la venida que hay a la altura de las caderas-, sólo dejo en los cimientos los poemas tejidos entre sonidos y silencios, las historias sin final y de página blanca: será que hay novelas inéditas y perennes. Lo digo porque no lo sé, y lo escribo para recordarlo; aunque todo nazca de la síntesis del olvido. Y es que si bien uno se abandona entre brazos circunscritos al letargo, se reconoce desnudo antes de encontrarse extraviado en los senderos del placer reencontrado o desconocido... ¿será que la misma lengua viperina de diabluras y sacrilegios puede hacer el surco que seguirá la hombría encendida?
Y todo en mi cabeza se llena de neblina: el sabor de fresca mañana, de cítricos olores y silencios forzados al endeble tiempo del movimiento de dos cuerpos... será el ardor de las huellas que se quedan impregnadas entre cojines y cogidas, de mano, de espaldas, de nalgas, de almas... ¿se puede comer el beso tan deseado y llevarlo al sistema, así como se pasa por alto un pecado? No lo sé, pero la lluvia se lleva las herejías que hay en el intento de pertenecer y entregarse a alguien, por minutos, por días... ¿seguirán de filo las lunas plateadas, sin palabras y con ganas? ¿Se puede ser sin ser suyo, ni mío? Suave tentación la de la carne ante el café de la mañana, y los sabores que emanan de la tierra, los sonidos de las aves buscando sus nidos, y las babosas enredando con su hilo de baba los rastros del destino: ¿Se puede saber sin entender nada? No lo sé, tal vez si sólo se prende mi lengua entre sus piernas...
Cierro los ojos y veo los copos de nieve llenando las oquedades de tu pecho, creciendo como los horrores del apego, miro mis cenizas como van cubriendo su cuerpo, mientras el amor escondido va ardiendo como el Fénix... será que alza el vuelo antes de que el sentimiento prenda las velas del duelo, y no es que este muerto, solo, sólo estoy lejos...
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