Así la mañana... Y hay música que baja desde el cielo, y aquella que nace desde el fondo de tu alma y de tu carne; que arrastra la complejidad de tu ser femenino, la simpleza del amor a flor de piel... Y reconozco entre sus puentes las verdades que operan el sistema: la séptima de luna; donde los enamorados se hacen de caricias, se besan y se colman, se hartan del amor y se consuelan, se calman con el lenguaje y su propia tonada, se deshacen de noche y se conforman de día, se ven en otro y se hacen uno, y dos y mil veces conjugando entre los versos el coro de su canción y su tonada... Veo el menor de cada escala, los daños de mis sueños en tus sueños, la falta de oportunidad y de paciencia, lo grave de respetar tu silencio, la pérdida innombrable de las fuerzas, del ritmo: la desobediencia a tu ley natural, seguimos siendo de uno, y del otro; sin igualdad de condiciones; tú me amas como dices que se ama y yo te amo como se ama, así tal cual, así tal cual tú... te sé tan bien, como se sabe la ligadura entre las hojas de una partitura... Hay que leerte para adelantar ese movimiento que lleve a tu alma, y a la caricia y a la permanencia, a la casa dencia de tus caderas y la avidez de tu vientre, al orgasmo oculto de tu mente... Se te ama de verdad y se te llena el cuerpo de notas, claves y palabras... y es que así es el amor contigo tan libre, tan sublime y a la vez, tan lleno de pecado.
¿Cuántas veces mis dedos estúpidos no sabían si amarte o recoger las frases, o hacer la tonada sobre el piélago de tu cuerpo? ¿Cuántas veces no llegué a tiempo a los compases de tus sueños? Justo ahí, deje la textura y la intención... justo ahí, en el intento de hacer realidad aquello que se lleva dentro, justo ahí en mi realidad de imposibles cosas, y de grandes discernimientos... ¿Cuántas veces a lo largo de la vida, mientras pensabas en el amor aparecía de frente con mi propio pentagrama? ¿Cuántas veces? ¿Cómo en la evolución de la melodía se pasa de sentir una bendición al tedio y a la melancolía? Y Ahí justo ahí, es que llega este tiempo de oquedades, de ausencia y de un enorme vacío... Y ahí justo ahí es que te sé y me enamoro y te reconozco, no porque no estés, si no porque a pesar de mis ausencias siempre estuve... Y te recorro, nota a nota, tecla a tecla, compás a compás, y en esta sinfonía, me abrazo al recuerdo de este amor y de tu cuerpo... y le planto la otredad, y te sé tan perfectamente imperfecta, y te amo más, y te llamo vida.
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