Hoy aparece como un murmullo sacado del exilio,
y pienso que la vida retoma de cada quien un trozo de destino.
De la mano caminan los enamorados,
los besos se apagan callados,
caídos, inmolados en su propio destino:
desaparecer en el inicio del suspiro.
Hoy aparece el éxodo de las maldiciones,
de las caricias esclavas y tributarias
de la lujuria encerrada en tu cuerpo:
húmedo silente,
tibio y de vagina caliente,
de sudores y tactos ásperos y fuertes.
De caderas balanceándose omniscientes,
al ritmo de venidas imaginarias,
de secreciones efervescentes...
Hoy es un desierto
de mares,
de besos,
de amores...
Hoy es el epitome,
del vacío que se deja sobre la cama,
de la soledad sobre las sábanas anudadas,
de la vigilia de la carne y las lisonjas blandas...
Hoy es el numen del sin fin del círculo:
¿Cómo?
Si... la nada habita en nuestra habitación,
sin más que el sueño derrumbado,
y las botellas llenas de quimeras; verdugos del corazón.
¿Cómo?
Si me falta dinero para comprarte tu descanso, tu tiempo y tu amor.
¿Cómo?
Si no hay más nada que aquello que habita en mi imaginación.
Hoy no es más que la cornisa en ruinas,
en dónde, atribulado, cuelga el sentimiento y las ganas,
de aquello, que tú y yo, llamamos amor...
Mientras, con los pies en la tierra le vemos estáticos a punto de saltar,
él sigue creyendo por hoy que puede volar...
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