En esta espiral concéntrica todo pasa mientras me deleito con el hipervacío y te pregunto:
Habrá un mañana en el cual despliegue mis alas negras para cubrirte en tu total desnudez, y cobijarte entre mis brazos llenos de sueños. Seguiremos el camino que siguen los besos desesperados para saltar el abismo que existe entre nuestros labios... Habrá un mañana desolado, de días grises y palabras de relleno, de caricias mustias que empalaguen nuestro día a día, con la esperanza de la salvación bajo las sábanas, terma divina protegida por tus piernas.
Seguirán los minutos desolados en la marcha del segundero caído de tan cansado, y espabilados al contacto de tus manos serenas y llenas de delicias... Continuará nuestra vida en momentos, en espacios abiertos después de nuestra soledad apabullante, y maldita, que se desplaza en horarios programados cual serie televisiva: "Los amantes se encuentran de 7 pm en adelante".
Seguiremos aborreciendo los días de la semana, Lunes mitad martirio y mitad ensueño -ojalá y viva en tu cuerpo cada instante de nuestro fin de semana-, Martes de delirio -bajaría tus calzones hasta henchir tus labios y mojar tu pubis hambriento-, Miércoles de estertor involuntario -te imagino de transparencias y encajes que siempre quedas a deberme, mientras me erecto al pronunciar tu nombre u oírte a través del teléfono-, Jueves de esperanza -y mi glande se humedece en la promesa de tu cadera dispuesta y con ganas de hacer el amor-, Viernes de estupor alcohólico -sigo copa tras copa de alguna bebida fuerte, el camino prohibido y escondido que lleve a tus pechos descubiertos, a tus pezones soñolientos y con ganas de despertar ahogados entre mis labios; náufragos del deseo, víctimas de la lujuria que apresa en los montes, valles y oquedades de tu cuerpo-.
Hay un mañana ya tan dilatado, tan en penumbras, con el reloj encima de tu tiempo y del mío -existe algo más a lo que deba renunciar para tenerte de flores y luces nacientes-, existe el futuro después de una espera tan prolongada... existe en tu vida y en la mía una mañana continua, destrozada por la costumbre -tus enojos y mis maldiciones-, por la forma repentina de crecer de tu sirena de despiertos trece y venideros muchos más -hay algo qué hacer y que no hemos hecho-.
Giro y giro traspapelando mi vida entre los murciélagos y los monstruos de mi infancia, envuelto en mis viejas adicciones -las que he abandonado y aquellas que mantengo-, en medio de estas imposibilidades, sueños y blasfemias de mi yo acorazado... Giro y giro y me miro sólo escondido de los deseos prohibidos que se me agolpan cual martillazos en mi cráneo... Dime, hay futuro, será nuestro e imbuido por nuestros propios corazones que laten tratando de no volcarse, de no salirse del camino que trazamos aquella noche cuando nos conocimos...
Dime hay futuro...
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