Sigo tu sueño como quien, atento, sigue la respiración fortuita que mantiene vivo al desahuciado; y me pregunto incansable ¿qué hay bajo la piel que nos mantiene atados al destino? Si es que a esto se le puede llamar sino... ¡Maldito tiempo que te mantiene ausente!
Intento voltearte con cuentos, poesías y pensamientos, y tú -amor pálido entre las sombras de la noche-, te mantienes a la expectativa de tu limbo provocado por el rictus del somnífero crepúsculo. Y sigues ausente... tan presente como un yo soy, como un tú eres; igual al lastimero somos de cada día bajo el tatuado nímbico firmamento... ¡Estúpidas palabras que se pierden en el horizonte sin más motivo que la apariencia desflorando la razón!
Tu respiración sigue a cuenta gotas... prisionera de la evocación, ignota del devenir, asesina de la verdad... Te deseo y tú duermes respirando tranquila, sueñas tu sueño de emperatriz de novela, de inconsciente reinado sobre mi cuerpo y mi lamentación: la tesis de la lujuria y la síntesis de la ausencia.
Te miro como quien mira, observando, la evocación necesaria para olvidar el calor del tacto, el olor de tu vulva, el mensaje de tus ojos acalorados en el rictus del sexo. Invoco a la reminiscencia esperando llenar al vacío de esta imperante necesidad: tú, dormida, atascada en el letargo, tan tuya y tan ausente de mi...
Te dejo respirar -soñada en tu propio sueño-, como quien deja crecer una semilla en flor, una mañana convertida en atardecer, un vuelco del corazón en un amor sentido y profundo... ¡Cuánto vacío y cuánta devoción! ¡Imbéciles sentidos que fustigan con mensajes de flashback tecnicolor mi cerebro! Recuerdos del sabor de tus labios pegados a mi cuerpo! ¡Cuán espero es el espacio, el vacío y el deseo! ¿Cuánto?
Sigo tu sueño como quien, maravillado, sigue la respiración fortuita que mantiene vivo al desahuciado; y me pregunto incansable ¿qué hay bajo la piel que nos mantiene atados al destino? ¿Qué? Y no imagino el amor en tu hipotálamo ni tus sentidos embotados por las endorfinas del amor... Abro los ojos y sé que bajo la piel, siempre, sólo hay realidad.