“Te hecho de menos, le digo al aire, te busco, te pienso, te sueño y siento que como tú no habrá nadie… Tengo razones para esperarte, porque no creo que haya en el mundo alguien más a quien yo ame…”
—Fragmento de Razones, de Bebe—
Tanto que estaba fregando por encontrar a mis demonios y ahora, ¡me cuesta tanto trabajo controlarlos! Ya les compré su traje de marinerito, disfraces de pato, de liga… es más hasta he pensado dejarles mi cuarto. Son tan metiches, encajan en algunas canciones de mis compactos. ¡Ojalá los hubieran secuestrado!
Uno que da lata pero lata de verdad, se llama Tú partida. Es rapidísimo, corre que corre el cabroncito, de arriba a bajo, a la derecha, a la izquierda. Mientras está lejos no importa, pero cuando pasa y me roza, siento la sangre helada, y por un momento se para el mundo. Entones me dan ganas de correr tras él y preguntarle por qué disfruta pasar junto a mi, pero es tan veloz que de cariño le puse: ¡Rapidín!
Jamás he podido verlo, y la verdad no quiero ni saber cómo es. Lo único que sé, es que si un día se pone frente a mí de veras el mundo se va a parar, rompiendo el cristal con que te observo y deshojando cada uno de los tulipanes que faltan por entregarte.
Por eso es que si lo veo venir, mejor me hago a un lado, no sea que se le ocurra pararse…
“Coge el viento en una mano y en la otra ten tu libertad, es la luna un gran amigo con el que poder hablar…”
—Fragmento de Coge el viento, de La dama se esconde—
Uno que me encanta por pendejo es el Boiler, rechoncho, llenito, con su cara de angelito y con la mirada inocente. Se la pasa el día jugando con otras partes de mi vida, con mi consciente, lo que sé, con mis recuerdos y con mis principios fundamentales. Estoy al pendiente porque, ¡cómo es tan tontito!, siempre deja que le hagan trampa en los juegos y no se sabe defender, ¡pues hay que hacerle el paro! La otra vez, puso su bolsa de canicas a un lado, estaba tan entretenido jugando hoyitos con mi infancia que jamás vio que otros demonios le estaban dando bajín con sus canicas, en especial las bombochas. Les grité: ¡Órale cabrestos! Déjenle sus caniquitas al Boiler. Por eso es que casi no juega con los otros demonios de mi vida.
¡Es tontito, pero bien ojete! Cuando se junta con mi destino y mi concepto de libertad, siento la piel chinita, erizada… y más, si los escucho murmurar, como tramando algo. Sé por donde va su plan: tenía que llegar a tu vida para volvieras a conectarte, para que encontrarás el camino del amor de nuevo… recitarte al oído 25 mil maneras de amarte, que te dieran ganas de volver a amar y dejar que alguien tan diferente como yo entrara a tu vida con el único fin de amarte… y de preparar el camino para quien será tu amor. Naturalmente, ellos saben que lo único que no soporto en esta vida es ver que limito la libertad de las personas que amo, que tengo que dar sin esperar nada más…y que lo que haría al ver la llegada de tu verdadero amor sería dejarte en libertad…
“Si te cuento que ésta unión de dulce y sal me sujeto, y otras cosas parecidas que me envuelven y me dan de imaginar. Es que me deleito tanto, escuchándome inventarte en mi prisión, eres mi sueño preferido y no quisiera un día notar que este encuentro no me sucedió jamás…”
—Fragmento de Entre pairos y derivas, de Fernando Delgadillo—
Le dicen Espejismo, la verdad es que nadie sabe su verdadero nombre. Siempre está reptando por mi cuarto, se enrosca en las patas de la cama, su piel se camuflajea del color del sueño, es solitario, no le gusta la realidad. A nadie le gusta jugar con él por tramposo. Si se enoja estira la mano y te produce algo parecido a un síncope, no sabes si estás viviendo o soñando. Saca la lengua a mil por hora y se rasca tras las orejas que no tiene: él nunca escucha razones.
Procuro hacer que no existe, sólo cuando compro paletas de dulce le estiro la mano, ¡le encantan! Hasta se pone de buenas y esa noche mi sueño es profundo. Pero cuando está de malas lo más seguro es que despierte creyendo que toda nuestra historia fue sólo un sueño, que vivo enamorado de alguien que sólo existe en mi mente.
“Ángel en penumbra inspírame e ilumíname cuando en la desesperación no me puedo mover… Ángel invisible percibo cuando estás aquí y tu presencia hasta me cubre, la magia vuelve como cuando se fue, sigue como cuando se detuvo, sigue como cuando caigo hasta ti…y me salvas…”
—Fragmento de Ángel de las sombras, de La Castañeda—
Los lidercillos son una pareja, ¡de mujeres! Hasta en mis demonios ha llegado la liberación femenina. Se llaman Rutina y Costumbre, ellas son las que mueven los hilos de los demás demonios, sin ellas, cualquier demonio no tiene poder. Hay que tenerlas bien entretenidas, porque nada más están viendo a ver que hacen. Por eso es que me levanto a hacer ejercicio, o me pongo a ensayar, o me pongo a escribir, me acuesto tarde para ver si se cansan y dejan la joroba a un lado.
Por eso es que me deleitan las pequeñas cosas de la vida, como los mensajes mañaneros que te envío por el celular. Es como tratar de entretener a la rutina, de encontrar diferentes maneras de desearte un buen día, o los correos electrónicos, o mi locura repentina. No sé si lo he logrado, pero de verdad busco hacer de nuestra rutina una deliciosa costumbre. Por favor, si no lo logró házmelo saber.
Lo cierto es que sea como sea son mis demonios y con tal de que se sientan queridos un poco, de vez en cuando les doy chance de que jueguen un poco conmigo, está en mi destino hacer que todos cumplan sus sueños, ¿no?
—Fragmento de Razones, de Bebe—
Tanto que estaba fregando por encontrar a mis demonios y ahora, ¡me cuesta tanto trabajo controlarlos! Ya les compré su traje de marinerito, disfraces de pato, de liga… es más hasta he pensado dejarles mi cuarto. Son tan metiches, encajan en algunas canciones de mis compactos. ¡Ojalá los hubieran secuestrado!
Uno que da lata pero lata de verdad, se llama Tú partida. Es rapidísimo, corre que corre el cabroncito, de arriba a bajo, a la derecha, a la izquierda. Mientras está lejos no importa, pero cuando pasa y me roza, siento la sangre helada, y por un momento se para el mundo. Entones me dan ganas de correr tras él y preguntarle por qué disfruta pasar junto a mi, pero es tan veloz que de cariño le puse: ¡Rapidín!
Jamás he podido verlo, y la verdad no quiero ni saber cómo es. Lo único que sé, es que si un día se pone frente a mí de veras el mundo se va a parar, rompiendo el cristal con que te observo y deshojando cada uno de los tulipanes que faltan por entregarte.
Por eso es que si lo veo venir, mejor me hago a un lado, no sea que se le ocurra pararse…
“Coge el viento en una mano y en la otra ten tu libertad, es la luna un gran amigo con el que poder hablar…”
—Fragmento de Coge el viento, de La dama se esconde—
Uno que me encanta por pendejo es el Boiler, rechoncho, llenito, con su cara de angelito y con la mirada inocente. Se la pasa el día jugando con otras partes de mi vida, con mi consciente, lo que sé, con mis recuerdos y con mis principios fundamentales. Estoy al pendiente porque, ¡cómo es tan tontito!, siempre deja que le hagan trampa en los juegos y no se sabe defender, ¡pues hay que hacerle el paro! La otra vez, puso su bolsa de canicas a un lado, estaba tan entretenido jugando hoyitos con mi infancia que jamás vio que otros demonios le estaban dando bajín con sus canicas, en especial las bombochas. Les grité: ¡Órale cabrestos! Déjenle sus caniquitas al Boiler. Por eso es que casi no juega con los otros demonios de mi vida.
¡Es tontito, pero bien ojete! Cuando se junta con mi destino y mi concepto de libertad, siento la piel chinita, erizada… y más, si los escucho murmurar, como tramando algo. Sé por donde va su plan: tenía que llegar a tu vida para volvieras a conectarte, para que encontrarás el camino del amor de nuevo… recitarte al oído 25 mil maneras de amarte, que te dieran ganas de volver a amar y dejar que alguien tan diferente como yo entrara a tu vida con el único fin de amarte… y de preparar el camino para quien será tu amor. Naturalmente, ellos saben que lo único que no soporto en esta vida es ver que limito la libertad de las personas que amo, que tengo que dar sin esperar nada más…y que lo que haría al ver la llegada de tu verdadero amor sería dejarte en libertad…
“Si te cuento que ésta unión de dulce y sal me sujeto, y otras cosas parecidas que me envuelven y me dan de imaginar. Es que me deleito tanto, escuchándome inventarte en mi prisión, eres mi sueño preferido y no quisiera un día notar que este encuentro no me sucedió jamás…”
—Fragmento de Entre pairos y derivas, de Fernando Delgadillo—
Le dicen Espejismo, la verdad es que nadie sabe su verdadero nombre. Siempre está reptando por mi cuarto, se enrosca en las patas de la cama, su piel se camuflajea del color del sueño, es solitario, no le gusta la realidad. A nadie le gusta jugar con él por tramposo. Si se enoja estira la mano y te produce algo parecido a un síncope, no sabes si estás viviendo o soñando. Saca la lengua a mil por hora y se rasca tras las orejas que no tiene: él nunca escucha razones.
Procuro hacer que no existe, sólo cuando compro paletas de dulce le estiro la mano, ¡le encantan! Hasta se pone de buenas y esa noche mi sueño es profundo. Pero cuando está de malas lo más seguro es que despierte creyendo que toda nuestra historia fue sólo un sueño, que vivo enamorado de alguien que sólo existe en mi mente.
“Ángel en penumbra inspírame e ilumíname cuando en la desesperación no me puedo mover… Ángel invisible percibo cuando estás aquí y tu presencia hasta me cubre, la magia vuelve como cuando se fue, sigue como cuando se detuvo, sigue como cuando caigo hasta ti…y me salvas…”
—Fragmento de Ángel de las sombras, de La Castañeda—
Los lidercillos son una pareja, ¡de mujeres! Hasta en mis demonios ha llegado la liberación femenina. Se llaman Rutina y Costumbre, ellas son las que mueven los hilos de los demás demonios, sin ellas, cualquier demonio no tiene poder. Hay que tenerlas bien entretenidas, porque nada más están viendo a ver que hacen. Por eso es que me levanto a hacer ejercicio, o me pongo a ensayar, o me pongo a escribir, me acuesto tarde para ver si se cansan y dejan la joroba a un lado.
Por eso es que me deleitan las pequeñas cosas de la vida, como los mensajes mañaneros que te envío por el celular. Es como tratar de entretener a la rutina, de encontrar diferentes maneras de desearte un buen día, o los correos electrónicos, o mi locura repentina. No sé si lo he logrado, pero de verdad busco hacer de nuestra rutina una deliciosa costumbre. Por favor, si no lo logró házmelo saber.
Lo cierto es que sea como sea son mis demonios y con tal de que se sientan queridos un poco, de vez en cuando les doy chance de que jueguen un poco conmigo, está en mi destino hacer que todos cumplan sus sueños, ¿no?
Obra: Margarita Tavera
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