El rictus del tiempo,
es ver cómo pasa deslizándose sobre tu cuerpo,
recreándose en el filo de tus pechos,
en la blandura de tus nalgas.
Es ver cómo se agazapa entre los bordes
y en los pliegues de las sábanas.
Los minutos son el voyeur
y caen muertos ante el placer de ver.
Ese es el rictus del tiempo,
estar, mirar y desaparecer...
Ese es el valor perdido del tiempo... seguir, seguir,
seguir hasta envejecer.
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